n zapatillas de casa y rodeados de colchones y comida y bebida que han llevado vecinos y familiares, seis trabajadores de la plantilla de Trenasa hacen turnos de 24 horas para seguir encerrados en el salón de plenos del Ayuntamiento a la espera de la decisión que adopte la empresa y CAF, de si acepta o no las condiciones que ha planteado el comité de empresa por unanimidad. Pese a que no ocultan cierta mejoría en su estado de ánimo, la cautela y la contención es la característica que más se puede percibir en sus rostros. La sensación de los más veteranos de que CAF ha tratado de jugar con ellos lanzando un órdago para finalmente realizar 30 o 40 despidos y parecer que hace un esfuerzo, se extiende entre todos. La diferencia con los siete expedientes anteriores es que lejos de romperse, la unión es mucho mayor ahora que hace dos semanas.

Álvaro Peña, Enrique Orradre, Joaquín Gárate, Antonio Rincón, Jesús Marín y Óscar Rodríguez esperan en el salón de plenos del Consistorio la llegada de unas pochas con guindillas y pollo al chilindrón, pensando que, con suerte, quizás sea la última noche que pasen en el Ayuntamiento, donde hoy se celebra pleno. "Recibiremos a los concejales en pijama y les diremos que no se retrasen mucho que nos tenemos que ir pronto a la cama", dicen todos entre risas mientras se pasan el tarro de las valientes guindillas para acompañar a las sabrosas pochas.

Enrique Orradre, soldador, reconoce que la noticia la acogió con esperanza, pero con más análisis y hablando con compañeros vio que no había nada detrás. "Estaba en Pamplona y en el momento me dio una gran alegría y conforme hablaba con el compañero me di cuenta y le acabé diciendo: déjame disfrutar y luego ya veremos. Ahora se ha bajado el suflé y tengo más sensación de cautela". Una semana antes del anuncio del cierre de la fábrica, su pareja dejó el trabajo y su casa de Pamplona para irse a vivir con él a Castejón.

Junto a él Álvaro Peña, que lleva 12 años en Trenasa, elogia cómo se ha portado todo el pueblo con ellos, "los bares nos han traído comida y los compañeros también, de todo". Con una sonrisa recuerda cómo está pasando su familia este proceso, "mis hijos van por la calle cantando No al cierre de Trenasa, han estado con nosotros desde el primer momento".

Entre visitas de comités de otras empresas, familiares, vecinos y partidas de Trivial, los seis soldadores que estaban ayer encerrados en el salón de plenos de Castejón, hablaban y debatían sobre su situación y el futuro de la empresa. Óscar Rodríguez es uno de los veteranos y estuvo ya en el comité por LAB hace años. Siempre aseguró que CAF no cerraría Trenasa. "Antes se vinculaba nuestra continuidad a conseguir el contrato de Renfe, luego aunque se consiguiese decían que no había trabajo para nosotros y resulta que se nos vincula directamente a ese proyecto. Creemos que ha habido cambios o presiones por detrás que les han hecho cambiar el rumbo. El miedo que teníamos es que todo esto que han montado se quedase en que dijeran: bueno al final despedimos solo a 30 o 40. Ahora vamos los 110 juntos".

Tras el ultimátum que les ha dado la empresa, la plantilla ha decidido continuar con la huelga y el encierro, "si terminamos los trabajos que quieren que hagamos ¿cómo vamos a poder presionar y mantener una posición de fuerza? Necesitan cosas de las que hay aquí porque se van a ver obligados a parar líneas de Zaragoza, porque les falta el trabajo que hay que sacar de aquí", señalan los seis.

De Fitero, Arguedas o Castejón, coinciden en que Trenasa tiene que seguir abierta por el bien de la Ribera. "Es un proceso muy largo y somos 110 personas, cada una con un problema y una necesidad. Ha habido momentos de más desunión pero ahora estamos fuertes y la plantilla tiene empuje", confirmaba Joaquín Gárate. "Creemos que ahora no se echarán para atrás y no volverán a la idea del cierre. Si han reculado sin dejar que pasen las fechas de negociación... El peligro es que se alargue y vayamos perdiendo fuerza y unión. Si ahora vuelven a hablar de cierre, entonces sí que haremos fuerza", concluye Rodríguez.

"El miedo que teníamos es que todo esto se quedase al final en decir: despedimos solo a 40"

Soldador de Trenasa