Bankia ha pasado a formar parte de CaixaBank y ha puesto fin a una historia de 10 años marcada por la ambición inicial de su creación, la polémica salida a Bolsa, el multimillonario rescate que puso en jaque a toda la economía española y su posterior transformación.

A principios de 2010, el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato asumió las riendas de Caja Madrid, la segunda caja del país y, a mediados de ese año, negociaba ya la incorporación de La Caja de Canarias, Caixa Laietana y las cajas de Ávila, Segovia y La Rioja.

A ese proyecto se incorporó Bancaja, la tercera caja de España, lo que suponía crear un grupo mucho más ambicioso que requirió desde el primer momento una ayuda de 4.465 millones de euros que vio con buenos ojos el Banco de España en tiempos de Miguel Ángel Fernández Ordóñez y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

En diciembre de 2010 se crea el Banco Financiero y de Ahorros (BFA), que aglutina el negocio de Caja Madrid, Bancaja y las otras cinco cajas más pequeñas; en 2011, las mayores exigencias de capital promovidas por el equipo de Elena Salgado, la entonces ministra de Economía, animan al grupo a debutar en Bolsa ese mismo año para evitar una posible entrada en su capital del Estado.

Comienza así en marzo de 2011 la historia de Bankia, una filial de BFA con buena parte de sus activos y que, a pesar de las dudas de los inversores hacia España, consiguió dar el salto al parqué en julio de 2011 gracias a la confianza y el apoyo de miles de clientes que luego vieron cómo la economía volvió a caer en recesión.

La llegada al poder de Mariano Rajoy a finales de ese año y una nueva forma de gestión de la crisis impulsada desde el primer minuto por Luis de Guindos desde el Ministerio de Economía supuso un nuevo reto para Bankia, que, al igual que el resto del sector, tenía que hacer frente a un volumen extraordinario de provisiones.

La diferencia es que a Bankia, en este caso, no sólo le penalizaba su exposición inmobiliaria, sino también su enorme tamaño y los inversores empezaron a señalar a la entidad como el foco de los problemas del sistema financiero español y, por ende, del conjunto de la economía española.

El rescate de la entidad

En mayo de 2012, Rato decide ceder el timón a José Ignacio Goirigolzarri, el Estado nacionaliza el 100 % de BFA y pasa a convertirse en el principal accionista de Bankia; al mismo tiempo el nuevo equipo reclama una ayuda multimillonaria para sanear el balance de la entidad.

España, por sí sola, no puede hacer frente a ese rescate y pide el auxilio de sus socios europeos para acabar inyectando al grupo BFA-Bankia 17.959 millones de euros en ayudas públicas, que sumados a los 4.465 millones recibidos en el momento de su creación elevaron el total a 22.424 millones.

Además, la creación de Sareb, el banco malo, sirvió para que Bankia y otras entidades rescatadas se libraran de buena parte del peso de sus activos inmobiliarios y pasaran a tener un balance aún más reforzado.

En paralelo, ese mismo año la Audiencia Nacional empieza a investigar la salida a bolsa de Bankia y a finales de 2018 comienza el juicio en el que Rato y el resto de la cúpula que aprobó la operación se sientan en el banquillo acusados de estafa a inversores.

Tras ocho años de causa, en septiembre de 2020 la justicia concluye que la salida a bolsa de Bankia fue legal y contó con el beneplácito de los organismos supervisores, por lo que absuelve a Rato y al resto de acusados, entre ellos varios condenados por el escándalo de las tarjetas "black".

De Guindos y la propia Bankia siempre han defendido que de no haberse producido el rescate de Bankia, el Fondo de Garantía de Depósitos tendría que haber desembolsado 60.580 millones para hacer frente a los depósitos garantizados del banco, y además quedaban sin cubrir otros 52.000 millones de los depositantes.

Dejar caer a Bankia también habría supuesto la extinción de 21.000 puestos de trabajo, con el impacto directo e indirecto que esto habría tenido en la economía, recuerdan a Efe los defensores del rescate.

De todas las ayudas recibidas, Bankia ha devuelto 3.303 millones entre la venta de paquetes de acciones en manos del Estado y los dividendos abonados a sus accionistas, entre ellos el FROB, el fondo de rescate dueño de la participación en la entidad.

La transformación

En el balance de sus años de gestión de Bankia, Goirigolzarri destaca que la entidad pasó de ser el principal problema del sector financiero y de la estabilidad de España en 2012, a ser un referente dentro del sector y a contribuir de forma decisiva a la mejora socioeconómica del país en 2020".

La entidad presume de haberse convertido en el banco más solvente entre los grandes del país, con una ratio CET1 "fully loaded" del 15,48 %, cuando en 2012 partía, tras recibir las ayudas públicas, del nivel mínimo requerido por los reguladores, un 6,82 %.

Sin embargo, antes de conseguir esos niveles de capital, Bankia transitó por distintos periodos; el primero de ellos es el que va desde 2012 a 2015, en el que la entidad llevó a cabo un duro plan de reestructuración, con el cierre del 39 % de sus oficinas y la reducción de un 28 % de su plantilla.

En esa misma etapa, el banco aprobó un plan estratégico a tres años enfocado a mejorar la solvencia, eficiencia y rentabilidad.

Tras tres años de trabajo, que incluyeron realizar saneamientos por valor de 26.845 millones, Bankia dio por concluido su Plan Estratégico en febrero de 2016 y comenzó una segunda etapa en la que impulsó una nueva forma de relación con los clientes.

La idea del banco era incrementar los niveles de satisfacción y dar un salto en su reputación, ofreciendo productos y servicios más sencillos, "sin letra pequeña, más fáciles de entender", recuerdan fuentes de la entidad.

Incorporación de BMN

En 2017 la entidad deja de tener las restricciones de Bruselas, con lo que puede competir en igualdad de condiciones con el resto de bancos e incluso participar en operaciones corporativas, lo que le anima a cerrar una fusión con BMN, fruto de la unión de Caja Murcia, Caja Granada y la balear Sa Nostra y también nacionalizado.

Bankia incrementa un 25 % su número de clientes tras integrar a BMN y comienza en 2018 la tercera y última etapa de su historia, en la que lleva a cabo un nuevo plan estratégico con el propósito de convertirse "en el banco preferido de España".

La entidad destaca que 2019 fue su mejor año comercial y siguió siendo líder en solvencia entre los grandes bancos españoles, lo que le permitiría enfrentarse con solidez desde los primeros meses de 2020 al estallido de la pandemia y sus efectos económicos.

Fusión con Caixabank

Sin embargo, con la vista puesta en el futuro, Bankia decidió a principios de septiembre negociar su fusión con CaixaBank, impulsada por la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, en representación de los intereses del Estado, y por el presidente de la Fundación la Caixa, primer accionista de CaixaBank, Isidro Fainé.

Las principales razones para defender la operación es que la nueva entidad tiene un tamaño, un nivel de capital, rentabilidad y eficiencia que le permiten afrontar con "mucha potencia" los retos de innovación e internacionalización presentes y futuros.

El 17 de septiembre de 2020, el consejo de administración de Bankia aprobó la integración en CaixaBank y el 1 de diciembre los accionistas de la entidad dieron el visto bueno a la operación y luz verde a la creación del primer grupo financiero español.

El pasado viernes, tras haber recibido el plácet de los reguladores, se cerró la operación, se puso punto y final a la historia de Bankia, una marca que poco a poco irá desapareciendo, y se dio el pistoletazo de salida a la integración tecnológica de ambas entidades, cuyo fin está previsto para finales de este año.