En el Valle de Baztan, las fusiones y absorciones bancarias han reducido a seis los cajeros automáticos, para una población de 7.863 habitantes a enero de 2021 que se reparten en 15 pueblos. Cuatro están situados en Elizondo (3.541 habitantes) y un cajero en Irurita y otro en Oronoz, ya que en los últimos tiempos se cerraron otros dos, los del Banco de Sabadell y Banco Popular.

Conocido hace medio siglo como la Suiza española por su paisaje verde y la abundancia de entidades bancarias en tiempos del contrabando, Baztan ha visto reducidas a cinco las sucursales y otra, en Irurita, que abre dos horas al día. En la actualidad, los bancos Bilbao Vizcaya, Santander, CaixaBank y la Caja Rural de Navarra son las que abren oficinas y ofrecen cajeros automáticos.

En un tiempo, solo en Elizondo llegaron a existir una docena de cajas de ahorros y bancos, los de Bilbao, de Vizcaya, de San Sebastián, Guipuzcoano, Hispano-Americano, Crédito Navarro, La Vasconia, Caja de Ahorros de Navarra, Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, Caja Rural de Navarra, Banesto, Banco Zaragozano, Banco de Navarra y la entidad financiera Fidecaya. Tras las fusiones y absorciones, en la actualidad existen los del Bilbao Vizcaya Argentaria, Banco de Santander, CaixaBank y la Caja Rural de Navarra, ya que en los últimos tiempos han cerrado sus puertas el Banco de Sabadell y el Banco Popular.

En Elizondo han desaparecido los cajeros del Banco de Sabadell y del Banco Popular, y el de una oficina nunca abierta de la Caja de Ahorros de Navarra ubicada y con cajero automático (que sí estaba en servicio) junto a la estafeta de Correos. En Irurita (790 habitantes) existe, según indican los vecinos, un cajero en funcionamiento “en la oficina de la plaza de la Duquesa de Goyeneche, que abre dos horas, de 12.30 a 14.00 horas” (al parecer es obligatorio que así sea si el cajero está en servicio) y otro en una oficina en Oronoz (595 habitantes), de iguales características. Los vecinos del resto de los pueblos del valle deben recorrer entre cinco y diez kilómetros para acudir a una de las sucursales.

Mirar hacia otro lado

Por su parte, las protestas por las deficiencias en los servicios de los bancos están a la orden del día, mientras sus beneficios ascienden cada año a cantidades milmillonarias. Las 600.000 firmas recogidas, muchas de ellas de mayores agobiados por la reducción de la atención personalizada y su sustitución creciente por cajeros automáticos que no logran dominar, revelan la existencia de la llamada “brecha digital”, un problema humano que les margina y les produce una indefensión ante la que los gobiernos han mirado hasta ahora hacia otro lado, el de la parte más fuerte.

“Los bancos han olvidado, y es algo que no he oído por parte del Gobierno mencionar, es que son un servicio público; desde el momento que obligan a cobrar la pensión siempre a través del banco y que cualquier operación debe estar asociada a una cuenta bancaria, es que evidentemente son un servicio público”, explica Carlos San Juan.

En su opinión, son necesarios horarios más amplios (como en Francia), más oficinas, más personal, una atención más humana, “que no te miren con cara de marciano si dices que no entiendes una aplicación en el móvil”. “Que los usuarios de los que viven, de los que viven (insiste), por los que obtienen obscenas cifras de beneficios puedan acceder a la atención personalizada, y si hay un problema en un cajero automático que salgan y lo resuelvan”.

San Juan, y los cientos de miles de usuarios que apoyan sus reivindicaciones, requieren que los bancos “mantengan las plantillas de los trabajadores, que los empleados entiendan que deben de estar muy interesados en esta petición porque su futuro es muy negro” en referencia a las continuas reducciones de personal. Y respecto a las personas “que sean capaces de moverse en el mundo informático, que piensen que van a trabajar para la banca sin cobrar nada y al contrario pagando comisiones”.

El sistema, considerado injusto y abusivo, se ha ido aplicando por la banca de forma progresiva sin actuación coercitiva de los gobiernos y el mismo Banco de España que han preferido mirar para otro lado, lo que ha generado el disgusto de los usuarios, justificado por el cierre de sucursales “escasamente rentables” en la España vaciada, miles de jubilaciones anticipadas y reducciones continuas de personal favorecidas por la digitalización de los servicios.

La indefensión de los usuarios, con miles de ahorradores particulares afectados por importantes pérdidas económicas con operaciones como las acciones denominadas “preferentes” tras la crisis financiera de 2008 y cláusulas hipotecarias abusivas se ha revelado en toda su crudeza. Tuvo que ser la Unión Europea la que sacara los colores al Gobierno, Banco de España, y a la banca por prácticas que han conducido a protestas generalizadas y acciones populares como la promovida por el médico pensionista Carlos San Juan, convertido en un Defensor del Pueblo oficioso ya que el titular, otro más, no sabía y no contestaba.

la ministra del ibex 35 Para su sorpresa, al ir al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital a entregar las 600.000 firmas, la vicepresidenta y ministra Nadia Calviño acudió rápidamente hacia Carlos San Juan, el jubilado de 78 años que reclama trato “más humano” de los bancos, a recibirle y, como no podía ser otra, hacerse fotos y hablar ante los medios. La llamada “ministra del IBEX”, afirmó que “ya habían detectado el problema” (¿?), y que a final de mes tendrá un plan de “medidas eficaces” para la inclusión financiera.

La ministra, reconocida “amiga” de la cuestionada reforma laboral y del aumento del salario mínimo interprofesional, señaló que “habían detectado el problema”, aunque hasta que acudió San Juan no había dicho nada al respecto. Su presencia y declaraciones, acogidas con sorpresa, pareció de “aprovechategui” pues el denunciante iba a reunirse era con el secretario del Tesoro y no con ella. La actitud de la ministra recordó el viejo proverbio de “excusa no pedida, acusación manifiesta”.

El sistema

Las nuevas tecnologías, la informatización y digitalización de los servicios han fortalecido de forma progresiva y deshumanizada un sistema a todas luces injusto para las personas mayores que tienen dificultades a veces insalvables para usar los cajeros automáticos que, a su vez a la banca le han servido para ir eliminando miles de puestos de trabajo. En Baztan, la atención es correcta y no existe problema, pero sí se están cerrando cajeros.

Con referencia a esa retirada de cajeros automáticos y cierre de sucursales bancarias en los pueblos, que obligan a mucha gente a recorrer 20, 30 o 50 kilómetros para cobrar sus pensiones o efectuar alguna operación, Carlos San Juan denuncia que se trata de una acción “intolerable, esto es un drama del que ya se están haciendo eco medios europeos, por supuesto fuera de España, y que las entidades bancarias digan que son cajeros que a veces no registran más que una operación a la semana y que encima de que ganan millones, unas cifras que para mí son obscenas, digan que necesitan ayudas de la Administración para montar otros cajeros, más intolerable todavía”.

Los viejos tiempos

Hace ya bastante, se recuerda en el Valle de Baztan, los salarios se cobraban en mano y en un sobre, cada semana, quince días o un mes, cuando agua, electricidad y otros te venían a cobrar a la puerta de casa, cuando el que tenía una cuenta corriente o una libreta de ahorro (con intereses hasta del 4,50% anual que se han reducido a la nada) era por propia voluntad, las cosas eran más sencillas y más humanas. En este sentido, el progreso no ha venido acompañado de mejoras; al contrario, para los mayores y los mal llamados “analfabetos tecnológicos”, ha empeorado de forma más que notable.

“Ver el drama de esas personas (los mayores), los daños colaterales que causa el progreso mal entendido, ver gente mayor que se vuelve llorando porque no consigue manejar un cajero, es inaceptable”, concluye San Juan. Todos, millones de personas, esperan que su iniciativa tenga éxito y que “quien corresponda” responda como se debe y se espera, y que se ponga solución a la “brecha digital” que perjudica a los mayores.