Entre 2015 y 2019, Mikel Irujo fue el delegado del Gobierno en Navarra en Bruselas. Y allí tomó conciencia de que Rusia se había convertido en la principal preocupación de la clase dirigente europea. Los últimas semanas han confirmado los peores presagios y, con la invasión en Ucrania, la muerte de miles de personas y el éxodo de millones, llega también una crisis económica que recortará el crecimiento económico previsto para 2022 en Navarra. "La incertidumbre es máxima -dice el actual consejero de Desarrollo Económico-, no sabemos si Rusia va a cortar el suministro de gas a Europa. Es un escenario de guerra, de choque de civilizaciones".

¿Cómo hemos llegado hasta aquí, a una guerra en Europa?

-No es que se viera venir, pero Rusia causaba honda preocupación en Bruselas desde 2014, con la invasión de Ucrania. A partir de ahí vemos que Suecia reinstaura el servicio militar, en fines de semana, pero servicio militar. Y hemos ido oyendo noticias y noticias de incursiones de cazas y submarinos rusos. Hemos visto cómo se acusó a Rusia de haber intervenido en las elecciones búlgaras. Ha habido mucho movimiento en los últimos años, pero nadie esperaba una escalada tan grande. Y en paralelo ha habido un cambio en el mundo. Las fuerzas de poder entre occidente y oriente han cambiado y eso está ahí. En la votación de la ONU, China, India y Pakistan no condenaron el ataque y entre los tres representan casi el 40% de la población mundial. Junto a ello, vivimos una época en la que los valores van a adquirir mucha importancia. Y los derechos humanos no son un concepto tan universal como creemos. Esto no lo digo yo, lo dice por ejemplo el Gobierno chino. Hemos convivido con esta dicotomía de economías con diferentes valores, pero detrás de esta crisis vemos que hay algo más, una nueva etapa donde diferentes valores y formas de ver el mundo, lógicamente aplicados también a la economía, son divergentes. Esto no quiere decir que vaya a haber más conflictos, pero ahí está.

¿Y cómo va a afectar a Navarra en términos económicos?

-Nuestro sector industrial es proporcionalmente muy superior al de la Unión Europea y esta crisis energética va pegar especialmente a sectores industriales que requieren de mucho calor, como las fundiciones, o mucho frío, como los congelados. Con lo cual aquí el impacto, no voy a decir una cifra, pero es muy posible que pueda ser algo superior al de la media europea. Dicho eso, también tenemos otra serie de potencialidades para poder afrontar este cambio necesario. Lo hemos visto en todas las empresas que están planeando inversiones en eficiencias energética, por ejemplo

Numerosas empresas están sintiendo ya el impacto de esta crisis. Las sanciones impiden las transacciones financieras y algunas habían vendido y enviado el material, pero no pueden cobrar. ¿Hay alguna ayuda prevista?

-Estamos en contacto con ellos. Vamos a ir viendo primero cómo reacciona la Unión Europea, a la cual obviamente se está pidiendo por activa y por pasiva que acelere esos pasos de transición energética que hoy por hoy es lo que más está afectando. Este 900% de subida golpea la cuenta de resultados de empresas, comercios y consumidores. Se está reclamando que hay que ir más allá. Tiene que haber un cambio de modelo porque el actual sistema, lo ha dicho la ministra Ribera, está roto. Lo estamos reclamando absolutamente todo el mundo. Es obvio que el actual sistema marginalista es absolutamente perjudicial en un momento así.

¿Habría que intervenir el mercado energético?

-No habría que tener complejos, porque estamos en una situación inédita. Muchas empresas se van a plantear si pueden abrir mañana...

¿Pero qué más se puede hacer?

-Es posible adoptar también medidas financieras, que puedan venir en modo de subvención o dirigidas por medio de fondos Next Generation, que ya de por sí apostaban mucho por la transición energética. También es posibles articular medidas de diferentes entidades financieras ámbito europeo, como puede ser el Banco Europeo de Inversiones también. Y a partir de ahí, ver cómo se adapta a nivel del Estado y finalmente en Navarra. Otra medida clave es la extensión de los ERTE para aquellas empresas que vean que su capacidad productiva se vea limitada. Se hizo en la pandemia y ha mitigado en gran medida una afección que habría sido enorme. Porque si hablamos de ayudas directas hay que ser conscientes de que estamos ante volúmenes que sobrepasan incluso a la Unión Europea.

¿Pero desde el Gobierno de Navarra se va a hacer algo más en concreto?

-Venimos haciéndolo desde el pasado otoño. Vía Next Generation sobre todo hemos lanzado medidas para mitigar el alza de los precios de la energía eléctrica, que suponían 40,7 millones. De ellos, 12 para autoconsumo, 10 para eficiencia energética, diferentes líneas para el agropecuario, el sector del comercio, los alojamientos turísticos y el Moves. Todas estas medidas ya las estamos aplicando. A todo lo que mencionaba hay que sumar que en Navarra tenemos una fiscalidad muy apropiada para ello, porque tenemos reducciones de hasta un 30 por ciento para las empresas en el impuesto de sociedades por inversiones en eficiencia energética. Y estamos apoyando el autoconsumo, que hasta hace tres o cuatro años estaba prohibido en este Estado.

Si algo está desnudando esta crisis es la dependencia energética de Europa y, por supuesto de Navarra...

-Llevamos muchos años reconociendo nuestra dependencia. Nuestro sistema energético es sucio, es ineficiente y es caro. Lo estamos viendo ahora: al contaminar estamos matando el planeta; es ineficiente, precisamente porque nos hace ser extremadamente dependientes de los recursos exteriores. El 80% de la energía que se consume en Navarra sigue siendo de origen fósil: gas, hidrocarburos y carbón, casi todo importado. Luego, nuestra dependencia es absoluta. Y, por último, es caro. Ahora lo estamos viendo en toda su crudeza, pero siempre ha sido caro. Los datos del 2019 lo dejaban claro esta energía nos cuesta un 8,7% de nuestro PIB. Esto mismo se repite desde hace tiempo en la mayor parte de Europa. La diferencia es que tanto la tecnología como la economía hacen ahora que ese cambio sea posible. La fotovoltaica es la más eficiente de todo desde el punto de vista económico y la eólica hace años que lleva demostrando que tiene una eficiencia económica muy superior a la de los fósiles. La tecnología está ahí, se está mejorando día a día y además en Navarra somos una potencia industrial, especialmente en energía eólica.

¿Hay que bajar la calefacción en casa, como ha pedido Borrell?

-Efectivamente la reducción del consumo nos hace menos dependiente. Esta es una labor de todos, no solo del Gobierno o de una empresa. La eficiencia energética, más que la reducción del consumo, que también, es una de las claves.

Pero vamos a seguir necesitando quemar gas y petróleo durante bastante tiempo para mantener nuestro nivel de vida... ¿Qué hacemos mientras tanto?

-Lo que pasa es que, como todo en la vida, aceleramos o no en función de la urgencia que tengamos. Y no es lo mismo acelerar con el megavatio a 50 euros, que ya nos parecía muy caro, que hacerlo ahora, tras un encarecimiento del 900%. Obviamente este cambio no se hace en meses, pero o nos lo tomamos en serio o volveremos a pasar porque sucesivas crisis por esta dependencia. El nombre del PERTE de este sector es muy significativo porque se apuesta por las renovables, pero también por el almacenamiento, aquí hay un mundo por desarrollar y el hidrógeno es un posible

No es solo energía. Rusia exporta fertlizantes que proceden de la minería. En Navarra hay proyectos en este sentido. ¿Podemos aprovechar mejor estos recursos?

-El desarrollo va a tener que ser sostenible Y en Europa hemos conseguido que estos procesos sean menos dañinos. En cualquier caso, todo lo que hacemos y compramos, un móvil una mascarilla, tiene un impacto. Y la realidad es que somos muy egoístas y muy eurocéntrico, porque no sé si nos preguntamos también cómo, dónde y en qué condiciones se obtiene todo ese material que luego utilizamos aquí. No conozco a nadie sin un teléfono móvil, que renuncie por el impacto que tiene su fabricación.

¿Vamos a ver problemas con otras materias primas?

-Nos hemos quedado sin aceite de girasol y puede faltar el aluminio. Puede haber problemas con diferentes cereales o fertilizantes como la potasa. Va a haber un impacto claro, pero es que el 80% del aceite de girasol se hace en Ucrania. El que se hace en Argentina incluye pesticidas que en Europa no están permitidos. Aquí juega un papel la economía circular y tenemos ejemplos en Navarra, por lo que se ha aminorado la dependencia.

Puede que la cosa se ponga peor, ¿vamos a tener el cuajo suficiente como sociedad para aguantar los meses que vienen?

-Como sociedad no tengo ninguna duda de que vamos a salir de ésta. Somos una comunidad de 650.000 habitantes, como un distrito de París, pero si miras al cielo allí hay satélites con I+D navarra y hay aviones que también la llevan. Cualquier coche que vemos circular por el mundo va a tener componentes. Somos líderes en según qué segmento de medicamentos genéricos, somos la sexta potencia mundial en congelados, tenemos siete centros tecnológicos, universidades alineadas con nuestro desarrollo económico. No tengo duda de que salimos de esta. Y reforzados.