Los carburantes acumulan ya casi dos meses a la baja. Y no solo olvidan los máximos de junio, sino que se encuentran ya al mismo precio, o incluso algo más baratos, que cuando el Gobierno de Pedro Sánchez anunció en marzo la ayuda de 20 céntimos por litro. 

De hecho, más de 80 estaciones de servicio de Navarra vendían ayer el diésel por debajo de 1,80 euros. Dos, incluso –Bardenas e Izelai Fuel, en Tudela y Alsasua– se animaban ya a bajar de 1,70 euros, umbrales que comienzan a remitir a los precios del pasado invierno, previos a la invasión de Ucrania por Rusia. En el caso de la gasolina, los precios son más elevados, si bien también se han reducido de manera clara. Solo diez vendían ayer la gasolina 95 por debajo de 1,80 euros. Una de ellas estaba en Pamplona: Avanza Oil de de Landaben.

El descenso tiene un efecto claro en el bolsillo del consumidor, golpeado en el último año por una inflación que supera ya el 10% en el último año y que afecta a buena parte de la cartera de productos básicos. Llenar el depósito con los precios actuales cuesta unos diez euros menos que en junio, si bien sigue siendo sustancialmente más caro que hace un año. 

De hecho los precios actuales son los más caros de la historia para un mes de agosto. Hasta ahora, los precios más elevados en una primera semana de agosto se registraron en 2013, cuando el litro de gasolina costaba 1,472 euros y el de gasóleo 1,376 euros, un 16% y un 19% menos, respectivamente. También superan en un 17% y un 25% los precios registrados por la gasolina y el gasóleo en agosto de 2021: 1,416 y 1,29 euros, respectivamente. Incluso con el descuento, llenar el depósito es hoy unos 15 euros más caro que hace un año

El petróleo, más barato que antes de la guerra

El comportamiento de los precios de los carburantes se encuentra íntimamente ligado al del barril de petróleo, que sigue en caída libre desde hace ya un par de meses. El precio del barril Brent, el de referencia para el mercado europeo, se sitúa en el entorno de los 94 dólares, unos 30 euros por debajo de los máximos de hace un par de meses y medio. 

Distintos factores están provocando una caída del precio del petróleo, cuyos futuros se negocian además a la baja, ante la expectativa de un menor consumo si la actividad económica se sigue frenando o, sobre todo, si la economía entre en recesión, algo que ahora mismo es solo una posibilidad. 

Lo más importante es que la guerra no ha restringido la oferta de petróleo global. Es cierto que las exportaciones rusas ya no se dirigen a Estados Unidos y lo hacen en mucha menor medida hacia Europa. Estas viajan hoy hacia el sur, hacia China e India, que han liberado a sus antiguos proveedores, que hoy venden a Europa. Estados Unidos, por su parte, ha puesto en circulación una parte de su reserva estratégica. Y el flujo de crudo desde Libia también se ha reanudado.

Y con una oferta esencialmente estable, la demanda se ha reducido sustancialmente respecto a los meses anteriores. No solo por una posible contracción económica, sino porque China no es aquel país que crecía a un 8% o un 10% anual. Si PIB avanzará este año algo más de un 4% y la política de covid cero, que sigue aplicando, amenaza con lastrarle.