La relación entre los gobiernos y los constructores no suele ser sencilla. Lo que a unos interesa, como en este caso la promoción de vivienda pública, no conviene al sector, que suele preferir además los grandes desarrollos a intervenciones mucho más pequeñas. Esta es precisamente la apuesta del Gobierno de Navarra, que busca primero llenar aquellos espacios vacíos de la ciudad existente y abordar más adelante nuevas y costosas urbanizaciones.

Quizá el mejor ejemplo de esta tensión es Genduláin, donde el interés de unos pocos –extendiendo la ciudad más allá de unos razonables límites geográficos– choca con el de la mayoría. Pero hay otros casos. El PSIS de Etxabakoitz, espacio muy reclamado por los constructores, ha tenido que ser modificado para adaptarlo a las condiciones actuales y su recorrido se anticipa largo. Desde el Ejecutivo foral se recuerda que, al margen de estos dos grandes desarrollos, hay suelo disponible en Pamplona y su área más próxima para unas 17.000 viviendas. Y apuesta, por ejemplo, por terminar de desarrollar Erripagaña, Mugartea, Artiberri II, Etxebakar, Entremutilvas o incluso Noáin, zonas casi todas ellas situadas en núcleos urbanos ya existentes, antes de abordar otros.

De los nuevos emplazamientos, que el cuenta con más posibilidades de desarrollarse con cierta rapidez es el PSIS de Donapea, una vez que los ayuntamientos de Pamplona y Galar han acortado un intercambio de terrenos y que podría acoger unas 4.000 nuevas viviendas. Y, dentro de los límites de las rondas, dejaría ya solo Etxabakoitz y sus 11.000 viviendas como el gran desarrollo pendiente.

Suelos residenciales o en proceso.