Ubicada en Lesaka y con 78 empleados en nómina, Barcargo es una de las empresas que está sufriendo para ampliar su plantilla. Dedicada al transporte internacional de mercancías –atiende sobre todo a empresas agroalimentarias y de automoción y viaja principalmente a Alemania–, lleva meses intentando ampliar su plantilla sin conseguirlo. 

“Tenemos ahora mismo a cinco conductores esperando en Chile desde mayo, empiezan a estar ya un poco nerviosos”, explica su propietario, Mikel Barbarin, que ha tenido que buscar en América Latina lo que no le ofrece el mercado nacional: chóferes. “No es una cuestión de sueldos, porque estamos pagando 3.000 euros, pero si le dices a uno de Pamplona que tiene que hacer esos viajes y estar el fin de semana fuera pues no quiere”, explica.

Barbarin reclama a la administración mucha más agilidad tanto a la hora de resolver los trámites de extranjería como los de Tráfico. “No son solo las matriculaciones, hay problemas con los exámenes, tengo a dos chóferes argentinos que llevan diez meses para lograr el carné. Alguno se ha tenido que cambiar de provincia para agilizarlo”, añade. 

La presencia de conductores de otros países se ha convertido así en una nueva realidad en el sector del transporte de mercancías, donde la presencia de mujeres es testimonial al volante. “De 75 conductores, apenas tenemos ocho que sean españoles. Tenemos rumanos, moldavos. En nuestras oficinas se hablan todos los idiomas menos español”, bromea Barbarin.