Ha sido, sobre todo, por la subida de tipos. Pero no solo por ello. El contundente resultado de Caja Rural de Navarra, que ha crecido más de un 65% (cifras sensiblemente superiores a las de sus competidores en el territorio) no se explica únicamente por la coyuntura, muy favorable a los intereses de la banca, sino que hunde sus raíces en un modelo de banca local y cercana que ha demostrado no solo solidez, sino prudencia y flexibilidad para adaptarse a entornos complejos.

El trayecto de la última década es buena prueba de ello. En este tiempo, la Rural ha sextuplicado su beneficio y ha elevado un 50% el crédito a la clientela, frente al estancamiento general; ha logrado que la mitad de su negocio proceda ya de fuera de Navarra –con un fuerte crecimiento en Bizkaia, por ejemplo–, y ha sido capaz, en su territorio de origen, de disputar el liderazgo antes indiscutido de CaixaBank, heredera del negocio de Caja Navarra.

Ya es la entidad con mayor número de oficinas (139 frente a 126) y su cuota de mercado en el segmento de depósitos no deja de crecer, hasta rozar ya el 32% en Navarra. Una captación de recursos que le permite financiarse a unos costes contenidos y elevar poco a poco su cuota crediticia, que pasa ya del 28%. 

La rural no retribuye a sus accionistas –su modelo cooperativo es otro– ni tiene tampoco una obra social relevante que financiar, como es el caso de la muy potente KutxaBank. Su factura fiscal es, además, inferior a la de sus competidores, por lo que todo lo que gana pasa a engordar sus reservas. Una política quizá poco lustrosa, pero garantista. Y cuenta con otra ventaja: sus costes de personal y administrativos son claramente inferiores a la media del sector financiero, por lo que su ratio de eficiencia y rentabilidad se encuentra entre los más elevados del sector financiero. 

Esta combinación de eficiencia, prudencia y solvencia es clave para entender el desempeño de la entidad, pero no lo explica todo. La Rural se mueve bien en muchos terrenos. Es cercana y más accesible que ninguna otra entidad. En la gestión del pasivo, su oferta comercial a particulares es comprensible, eficaz y un punto agresiva: en 2023 ha ofrecido los mejores plazos fijos. En hipotecas, compite cara a cara con cualquiera. Ha mejorado, aunque todavía tiene margen, su versión digital. Y su ambición en el sector empresarial crece, con una fuerte apuesta por las renovables. 

Los riesgos , como en el conjunto del sector financiero, son reputacionales y no deberían despreciarse. Los clientes exigen en 2024 transparencia y rapidez en la respuesta a sus reclamaciones. Pero muchas veces se topan con procesos judiciales eternos, incluso en asuntos ya aclarados por la Justicia española y europea, como las cláusulas suelo o los gastos hipotecarios. Un modo de ganar tiempo y dinero, sí, pero que acarrea costes.