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Los alimentos disparan su precio con una subida que roza el 35% en cinco años

Con el IPC alcanzando su nivel más alto desde febrero, aumenta la creciente brecha entre el aumento del coste de la cesta de la compra y el crecimiento de los salarios

Los alimentos disparan su precio con una subida que roza el 35% en cinco añosEuropa Press

“Antes llenaba el carro con 50 euros, ahora apenas me da para la mitad”. Marta, vecina de Bilbao, revisa una y otra vez las etiquetas de precio del supermercado. No es una exageración personal: en apenas cinco años, entre finales de 2019 y 2024, el precio de los alimentos en el Estado ha aumentado 33,9%, superando las cifras de la eurozona (31,2 %) y Estados Unidos (28,3 %), según el último informe del Banco de España.

La escalada no solo se nota en la factura del supermercado. Está remodelando los hábitos de consumo, presionando a las familias con menos recursos y generando un debate político sobre cómo reforzar la seguridad alimentaria en un país donde la dieta mediterránea ha sido durante décadas símbolo de bienestar y salud.

La pandemia del covid 19 alteró las cadenas de suministro, encareció el transporte marítimo y limitó la producción agrícola. El confinamiento ahondó más en la crisis de suministro provocando una rápida subida del precio de los alimentos. Cuando la economía empezaba a recuperarse, llegó la invasión rusa de Ucrania y una sucesión de fenómenos climáticos extremos.

El resultado de esta tormenta perfecta fue un repunte abrupto de la inflación alimentaria desde mediados de 2021, que alcanzó su máximo en el primer trimestre de 2023. Desde entonces la subida se ha moderado, pero los precios se mantienen en niveles históricamente altos.

Los alimentos básicos han subido más que el índice general de precios”, señala el Banco de España. Esto significa que productos esenciales como pan, leche o huevos se encarecieron por encima de la media de la inflación.

“Los alimentos básicos han subido más que el índice general de precios”

Banco de España

El aceite como termómetro

Pocos productos simbolizan tanto a nuestra cocina como el aceite de oliva. En cinco años su precio ha crecido un 139%, un golpe directo para la cocina vasca y mediterránea. Las sequías de 2022 y 2023, las peores en décadas, redujeron drásticamente la producción. Además, el aceite tiene un peso tres veces mayor en la cesta de la compra española que en la europea, lo que amplifica su impacto. Según cálculos del Banco de España, solo este producto sumó casi un punto porcentual a la inflación alimentaria. Pero no solo es el aceite el que se ha puesto por las nubes. El azúcar blanco ha aumentado su precio más de un 90% mientras que en los últimos meses destacan el encarecimiento de frutas como el limón y la manzana golden, así como otros productos como la carne de vacuno y las naranjas registran una sensible alza en la cesta de la compra. 

Los expertos coinciden en tres grandes motores de la escalada. Por un lado está la energía, ya que la cadena agroalimentaria consume alrededor del 30% de la energía mundial. El gas natural europeo subió 174 % entre 2019 y 2024, encareciendo fertilizantes, transporte y refrigeración. El segundo fenómeno es el clima. Sequías prolongadas, olas de calor y lluvias extremas han mermado las cosechas. Euskadi tampoco ha quedado al margen: la producción hortícola y vinícola ha sufrido variaciones bruscas lo que ha provocado que los precios no dejen de crecer. Por último, está la geopolítica. En este campo tan sensible, la guerra en Ucrania ha disparado los precios de cereales y fertilizantes. Las restricciones a la exportación en varios países redujeron asimismo la oferta global y empujaron los precios al alza.

“Esto amenaza con agravar las desigualdades sociales si los alimentos se mantienen caros durante años”

Analistas

La desigualdad, en el centro

Todo ello tiene un blanco muy fácil como son las familias de rentas bajas que tienen que destinar una parte mucho mayor de su presupuesto a la alimentación. Cada subida porcentual en el precio de la comida tiene, por tanto, un efecto multiplicado en estos hogares. “Esto amenaza con agravar las desigualdades sociales si los alimentos se mantienen caros durante años”, advierten analistas. Organizaciones de consumidores alertan de que algunas familias han reducido la compra de frutas, verduras o pescado fresco, sustituyéndolos por productos más baratos pero menos nutritivos.

Un informe del sindicato USO muestra que desde 2021 los alimentos han subido 35,5 %, mientras que los salarios solo han avanzado 13,6%. El diferencial es demoledor: los precios han aumentado 2,6 veces más rápido que las rentas.

Además, el IPC de julio alcanzó el 2,7% en agosto, que aunque fue el mismo dato que en julio, supone un aumento de cuatro décimas por encima de junio, impulsado por el encarecimiento de la electricidad y los carburantes. “En los últimos cuatro años, alimentación y vivienda son los rubros que más absorben el sueldo de los trabajadores”, subraya Joaquín Pérez, secretario general de USO, quien añade que las olas de calor han convertido el aire acondicionado en un gasto ineludible para muchas familias.

El precio de los alimentos en el Estado ha aumentado 33,9% entre finales de 2019 y 2024.

Pérez también denunció que las “absurdas guerras comerciales” en Europa y fuera de ella están distorsionando el mercado y pidió una apuesta clara por la reindustrialización y por el campo español como vía para ganar resiliencia.

Nuevos hábitos de consumo

En el caso de Euskadi, las asociaciones de consumidores confirman que las familias han cambiado su manera de comprar. Tiendas de barrio y mercados locales experimentan una doble tendencia: por un lado, algunos clientes vuelven a ellos buscando calidad y ofertas puntuales; por otro, aumenta el interés por cooperativas de consumo o los bancos de alimentos que han duplicado su demanda.

“En los últimos cuatro años, alimentación y vivienda son los rubros que más absorben el sueldo de los trabajadores”

Joaquín Pérez . Secretario general de USO

Ni la FAO ni el Banco Mundial prevén una rápida normalización. La transición energética, la inestabilidad geopolítica y los fenómenos climáticos extremos seguirán tensionando la oferta y la demanda. En este sentido, el Banco de España insiste en vigilar las expectativas de inflación: si los consumidores asumen que los precios seguirán altos, eso puede prolongar el ciclo inflacionario.

El encarecimiento de la comida es también una cuestión de seguridad alimentaria, cohesión social y estabilidad económica. La dieta mediterránea, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, podría verse amenazada si los alimentos frescos se vuelven inaccesibles para amplias capas de la población.

“España necesita políticas agrícolas, energéticas y sociales coordinadas para proteger a los consumidores y al mismo tiempo garantizar la sostenibilidad de su sistema alimentario”, concluye el informe del Banco de España.

Mientras Marta paga en la caja, calcula cuántas cosas deberá dejar fuera de su próxima compra. Para ella y para muchas otras familias, comer bien –algo que antes se daba por sentado– empieza a convertirse en un lujo que exige planificación, sacrificio y, cada vez más, creatividad en los hogares.

Los huevos suben un 27% en Navarra en el último año

El precio de la cesta de la compra se disparó en 2022, y desde entonces los consumidores navarros han visto una escalada continua. De entre los alimentos y bebidas que componen la despensa de los hogares, en el último año los huevos se han convertido en el producto más inflacionista en la Comunidad, con subidas del 27% respecto a 2024. El encarecimiento se debe al incremento de la demanda de huevo en Europa y a la desaparición de aves en EEUU por la gripe aviar.

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Sin embargo, también llama la atención la subida de la ternera y del cordero en nuestro territorio. El Observatorio de Precios del Gobierno de Navarra registra un aumento del 40% del coste del kilo de ternera en la carnicería entre 2022 y 2025 –de 9,9 euros el kilo a 13,9 euros–; y de un 28% la catalogada con Indicación Geográfica Protegida –de 12,5 a 15,9 euros–. La sequía sufrida en los últimos años y la reducción de cabezas de ganado en España, con una demanda de consumo que no ha disminuido, explican este comportamiento. En el caso de la carne de ovino, el valor del cordero lechal entre 2022 y 2025 ha aumentado un 28% –de 16,76 euros el kilo a 21,44 euros–; y el cordero lechal IGP ha crecido un 31,4% –de los 18,24 a los 24 euros–. 

Este año, a los alimentos más inflacionistas en la Comunidad se añaden el café, con un 18% de incremento por el cambio climático que ha provocado una cosecha más corta; y las legumbres, con un 11% más. En el lado contrario, el aceite, con un descenso del 36%; y el azúcar, con un -22%. Sin embargo, las bajadas de precio en estos dos productos se producen tras subidas espectaculares en los años anteriores.