El pasado mes de noviembre el Instituto de Estadística de Navarra presentaba las proyecciones de población de Navarra 2020-2035 y establecía que ésta crecerá a un ritmo medio del 1% durante los próximos 15 años, alcanzando en 2035 los 763.000 habitantes, 102.000 más que en la actualidad. La población de 65 o más años aumentará su importancia relativa del 19,8% actual al 23,4%, e incorporará algo más de 48 mil personas al colectivo, que se cifrará en 2035 en cerca de 179 mil personas. Además, las personas mayores de 84 años aumentarán su peso relativo del 3,5% al 3,8%, y en términos absolutos en 5.400 personas.

Este escenario, a mi modo de ver, pone a Navarra frente a dos grandes retos en las próximas décadas:

Un profundo cambio de la estructura demográfica, con una tendencia denominada triple envejecimiento de la población: un envejecimiento general, que supondrá el incremento de la proporción de las personas mayores de 65 años en el total de la población, el "envejecimiento del envejecimiento", es decir, el aumento de la proporción de personas de 80 o más años - la llamada cuarta edad -, y el envejecimiento de la población activa (entre 15 y 64 años).

La pérdida de población en edad activa, pudiéndose generar un desequilibrio entre la oferta y demanda de mano de obra que sólo los flujos migratorios van a poder equilibrar.

A este colosal reto demográfico se le ha sumado la necesidad de ser capaces de dar respuesta a la profunda crisis económica y social derivada de la crisis de covid-19, cuando todavía nos estábamos lamiendo las heridas de la crisis de 2008.

Para dar respuesta a la crisis derivada del covid-19, y también para construir un sistema económico y social que sea más resiliente ante futuras crisis, el Gobierno de España de la mano de la Unión Europea ha puesto en marcha el "Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia". Este Plan está diseñado en torno a cuatro grandes ejes transversales para avanzar hacia una España Verde, Digital, sin brecha de genero, cohesionada e inclusiva, plenamente alienada con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Cuando leemos el documento de este ambicioso plan podemos ver cómo el reto demográfico actúa como hilo conductor, y que eje tras eje, el papel de la innovación social se identifica como una política clave.

Así, la innovación social esta llamada a desempeñar un papel fundamental a la hora de enfrentarnos al reto demográfico teniendo que ser capaz de poner en marcha iniciativas novedosas cuya implementación y evaluación nos permita extraer aprendizajes para el conjunto del sistema, capaces de orientar mejor los procesos de respuesta a los desafíos económicos y sociales. Estos procesos de innovación social están llamados a transformar las políticas públicas generando metodologías y herramientas capaces de transferirse y escalarse.

Para ello, tal como señala Mariana Mazzucato en la publicación de la Comisión Europea "Governing Missions in the European Union", tenemos que ser capaces de poner en marcha misiones que conecten los desafíos sociales con proyectos específicos donde el papel de la innovación social va a jugar un papel fundamental, junto con la capacidad de implicar a diversos actores en el proceso de innovación.

El desafío del reto demográfico afecta a toda Navarra en su conjunto, pero es poliédrico en los impactos. No afecta igual a la Navarra rural o urbana, tendrá importantes impactos en el ámbito sociosanitario pero también en el laboral, en el educativo, etc.

Un ejemplo de innovación social para hacer frente al reto demográfico, en este caso en el medio rural navarro, ha sido la puesta en marcha del Centro de Recursos Polivalente para el Envejecimiento Activo en Allo. Este proyecto tiene como misión poner en valor lo que en 2008 iba a ser una residencia de personas mayores en el municipio de Allo, que después de su inauguración nunca fue puesta en marcha, y cuyo edificio estaba abandonado y con un importante deterioro.

La puesta en marcha de este Centro de Recursos para el Envejecimiento tiene como misión proporcionar a las personas mayores de esta zona rural de Navarra los recursos adecuados que permitan su participación de la forma más autónoma e independiente posible en su comunidad, mediante la adquisición de habilidades y el fortalecimiento de sus recursos personales, la rehabilitación y el mantenimiento de sus capacidades funcionales, el entrenamiento de la autonomía personal, y el asesoramiento a su entorno socio familiar.

El proyecto ha buscado la parametrización y escalabilidad de diferentes actuaciones vinculadas a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores y/o con discapacidad, con un enfoque flexible, adaptativo en los servicios y las soluciones, y de cercanía. En definitiva, una misión de innovación social que da respuesta al desafío del envejecimiento en el medio rural de Navarra.

El éxito de la iniciativa puesta en marcha en Allo e inaugurada el pasado mes de noviembre por la Presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite y Paco Boya, Secretario General para el Reto Demográfico del Gobierno de España, va más allá de esta actuación concreta. El éxito de este proyecto de innovación social radica en la capacidad que tiene de replicarse y escalarse en otros municipios del medio rural que cuentan con infraestructuras parecidas (infraestructuras vacías o espacios polivalentes sin terminar) que podrían desarrollar proyectos de características similares.

Por lo tanto, la Innovación Social esta llamada a ser una de las principales herramientas para la cohesión y la transformación social, capaz de generar respuestas nuevas, más eficaces y eficientes, que sean capaces de hacer frente a los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad navarra.