El sistema farmacéutico, una red esencial que llega a todos los rincones
La capilaridad del modelo farmacéutico garantiza el acceso a medicamentos y atención profesional en todo el Estado, desde grandes ciudades hasta zonas rurales con baja densidad de población
En el Estado, el sistema farmacéutico forma parte esencial del engranaje sanitario. Su organización garantiza que la población tenga acceso a medicamentos de forma segura, equitativa y controlada, vivan donde vivan. A través de una red extensa de farmacias, con más de 22.000 establecimientos distribuidos por toda la geografía, se ha conseguido que ningún ciudadano se encuentre a más de 250 metros de una oficina de farmacia en entornos urbanos, ni a más de 15 minutos en coche en áreas rurales.
Con más de 22.000 farmacias distribuidas por todo el Estado, se ha conseguido que ningún ciudadano se encuentre a más de 250 metros de una oficina de farmacia en entornos urbanos, ni a más de 15 minutos en coche en áreas rurales
El modelo farmacéutico, regulado por el Estado y las comunidades autónomas, se basa en tres principios clave: la planificación territorial, la titularidad profesional y la autorización administrativa. Esto implica que las farmacias no son cadenas ni franquicias, sino establecimientos de propiedad individual por parte de farmacéuticos colegiados. Esta particularidad del modelo español limita la apertura indiscriminada de farmacias, pero asegura que la implantación territorial responda a criterios de necesidad sanitaria y no solo a la rentabilidad económica.
La implantación territorial responda a criterios de necesidad sanitaria y no solo a la rentabilidad económica.
Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF), España es el país de la Unión Europea con mayor número de farmacias por habitante, solo por detrás de Grecia. Esta densidad no es casual: la legislación establece criterios poblacionales para la apertura de nuevas farmacias (una por cada 2.800 habitantes aproximadamente), y permite excepciones para zonas especialmente despobladas, donde se conceden botiquines o farmacias rurales.
Ventajas de la capilaridad del sistema farmacéutico
Esta estructura permite que incluso en municipios pequeños, muchos de ellos en riesgo de despoblación, haya acceso garantizado a medicamentos, productos sanitarios y servicios de dispensación. La capilaridad del sistema evita desplazamientos largos, favorece la adherencia a los tratamientos y refuerza la continuidad asistencial, especialmente entre personas mayores o con enfermedades crónicas.
La capilaridad del sistema evita desplazamientos largos, favorece la adherencia a los tratamientos y refuerza la continuidad asistencial, especialmente entre personas mayores o con enfermedades crónicas
Además de su función como punto de distribución de medicamentos, las farmacias realizan tareas de farmacovigilancia, educación sanitaria, control de recetas y seguimiento de tratamientos. En muchos casos, actúan como primer punto de contacto del ciudadano con el sistema sanitario.
Aunque la gestión de las farmacias corresponde a las comunidades autónomas, existe un alto grado de coordinación a través de plataformas como el sistema de receta electrónica interoperable, que permite a un ciudadano retirar su medicación en cualquier farmacia del Estado, independientemente de su lugar de origen. Actualmente, más del 95 % de las recetas ya se tramitan electrónicamente.
Durante la pandemia del coronavirus, el papel del sistema farmacéutico fue clave. Las farmacias no cerraron ni un solo día, y muchas participaron activamente en campañas de cribado, distribución de mascarillas y colaboración con servicios sociales para garantizar la continuidad de tratamientos entre población vulnerable o aislada.
Hoy en día, el debate sobre la posible liberalización del modelo sigue presente en algunos foros, pero tanto los datos como la experiencia práctica avalan la eficiencia del sistema actual. Un modelo que garantiza cercanía, profesionalidad y seguridad en el acceso a los medicamentos.
Profesionales clave para la detección, prevención y seguimiento de enfermedades
El farmacéutico desempeña un papel fundamental en la salud pública. Es un profesional sanitario de proximidad que interviene en múltiples áreas clave: verifica las recetas para garantizar su seguridad, asesora al paciente sobre el uso adecuado de los medicamentos, detecta posibles interacciones, participa en actividades de educación sanitaria, colabora en campañas de prevención, contribuye a la detección precoz de enfermedades y realiza seguimiento en pacientes crónicos. En muchos casos, actúa como primer filtro del sistema sanitario, resolviendo dudas o derivando a otros niveles asistenciales cuando es necesario.
Su presencia accesible, sin necesidad de cita previa, y su conocimiento especializado lo convierten en un referente cotidiano para millones de ciudadanos. Actualmente, en el Estado ejercen más de 76.000 farmacéuticos, de los cuales más de 54.000 trabajan en farmacias comunitarias. Su labor alivia la carga de atención primaria y mejora la adherencia a los tratamientos. Además, en diversas comunidades autónomas se están desarrollando servicios asistenciales específicos desde la oficina de farmacia, como el seguimiento de pacientes con medicación anticoagulante, la revisión de botiquines domésticos o la entrega domiciliaria en casos de dependencia o movilidad reducida. La intervención del farmacéutico no solo se limita a la dispensación, sino que tiene un impacto directo en la prevención, la seguridad del paciente y la sostenibilidad del sistema sanitario.
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