Las llaves, la cartera, las gafas, el móvil... Es un pequeño ritual muy común al salir de casa, ese repaso de las cosas que no se pueden olvidar y a las que, desde hace un año, se ha sumado la mascarilla. Imprescindible para preservar la salud propia y la ajena evitando en la medida de lo posible el contagio del coronavirus. Higiénica, quirúrgica, FFP2, FFP3, de tela, con filtro... Desde marzo de 2020 es una prenda más. Sin olvidar, eso sí, el lavado de manos y la distancia física.

"La mascarilla ha cambiado absolutamente el paradigma humano", dice convencido Borja Anza, responsable de Desarrollo de Nuevos Negocios de Bexen Medical. Especializada en la fabricación y comercialización de material médico hospitalario desde hace 40 años, es la empresa con mayor producción del Estado en la actualidad: 600.000 mascarillas diarias de un solo uso que comenzaron a elaborar hace un año. Su sede principal, Bexen Bioservices, se ubica desde hace más de dos décadas en el polígono de Ibarluze de Hernani y ha ocupado un pabellón en Akarregi al que han trasladado la planta de producción de este artículo que hasta diciembre estaba en Etxebarri, Bizkaia.

Al principio de la pandemia, la práctica totalidad de estos artículos procedía de países asiáticos, y cuando aumentó la demanda de las quirúrgicas, Europa se encontró con un serio problema para conseguirlas. Entonces se produjo desabastecimiento en muchos países europeos, africanos, americanos... Y las autoridades intervinieron los mercados.

En el caso estatal, recurrieron a esta empresa guipuzcoana para no depender de Asia y recuperar la producción. De modo que la sociedad se hizo con la maquinaria necesaria y comenzó a producirlas. Anza cree que "hemos sido capaces de adaptar nuestro negocio a la fabricación de mascarillas tipo 2R", con un 98% de filtración bacteriana. Ahora suponen "un punto fuerte de negocio", si bien antes solo eran distribuidores.

Aunque hay competencia a nivel nacional, europeo e internacional, en la actualidad exportan a Europa sobre todo, y a otras partes del mundo. Y es que empieza a haber más oferta que demanda y vuelven a llegar mascarillas de Asia. El mercado se ha vuelto a abrir, los precios se han reducido. "Estamos considerando la posibilidad de añadir a nuestro catálogo FFP2 sobre todo, y quizá otro tipo", adelanta. Tampoco descarta la venta on line a futuro. La procedencia local del producto es una garantía tras la inspección del Instituto Vasco de Consumo-Kontsumobide que llama a "extremar precauciones" tras detectar deficiencias en el etiquetado de las mascarillas vendidas por Internet. Además, la fabricación de mascarillas ha repercutido en el número de empleados. "Desde marzo hasta ahora estamos empleando a 70 personas adicionales entre mano de obra directa e indirecta", asegura Borja Anza.

Demanda es "gigantesca"

En esta nueva realidad, hemos pasado de usarla puntualmente, a ver a alguien en la calle sin ella y pensar que, o es negacionista, o se le ha olvidado en casa. Y en esta situación, la demanda es "gigantesca". "Y si no usamos una a diario, son dos; por eso creemos que nuestra producción es un bien que va más allá de lo puramente comercial. Tiene un componente social, ético y humano. Y si hacen falta vacunas, nos ponemos a adaptar todo para las vacunas" asegura. En este sentido, son el principal almacén y punto de distribución de vacunas contra el covid-19. Bexen Bioservices es la parte relacionada con la gestión de muestras biológicas, en lo que llevan trabajando un lustro. "Sabemos perfectamente lo que es la logística del frío y los requisitos desde muestras biológicas, hasta tejidos, medicamentos a la hora de almacenarse y preservarse. También hemos sido capaces de adaptar nuestra unidad de negocio a uno más relacionado con los fármacos de uso humano", asegura Anza.

Se refiere al almacenamiento en su planta de la vacuna de Pfizer que deben conservar en condiciones muy especiales (a -80 grados centígrados de temperatura) ya que disponen de ultracongeladores preparados para ello.

Dicen los fabricantes que las mascarillas han llegado para quedarse. Que van a ser parte de nuestro día a día a medio plazo, y posiblemente a largo plazo. Es más, apuntan a una concienciación social sobre su uso fruto de la pandemia. Es probable que muchos de nosotros decidamos llevarla en determinadas situaciones cotidianas como en la calle, al entrar en un lugar cerrado, en la cercanía con personas mayores€ En conclusión, seremos más selectivos al decidir cuando la usamos, pero nos acostumbremos a llevar una a mano.