Se cumplen 54 años desde que un grupo de padres y madres junto a varios euskaltzales pusieron en marcha la ikastola de Etxarri Aranatz para cumplir un sueño, educar a las nuevas generaciones en euskera; una iniciativa popular comprometida desde sus inicios con la transmisión y fomento del euskera así como de la cultura vasca. Comenzó con 12 alumnos y alumnas y, más de medio siglo después, son 402. Y es que aquella semilla cayó en suelo fértil y pronto germinó, echando fuertes raíces en Etxarri y los pueblos que le rodean, desde Iturmendi a tierras de Arakil.

El alumnado está repartido en tres centros. Dos están en Etxarri Aranatz, uno en el centro urbano, a dónde acude el alumnado de Secundaria, y el otro en un nuevo edificio construido en Utzubar txiki para Educación Infantil y Primaria que abrió sus puertas en el curso 2015-2016 gracias al impulso que supuso la organización del Nafarroa Oinez en 2009. El tercero, de Infantil, está en Arbizu.

Lo cierto es que la historia de Andra Mari Ikastola se ha escrito gracias a la participación de padres, madres y trabajadores además de la implicación popular e institucional. Como casi todo, los principios no fueron fáciles, y aquellos valientes tuvieron que superar muchos obstáculos y retos como la no oficialidad de la educación que se impartía en la ikastola. Pero pudieron la perseverancia, ilusión e implicación para llevar adelante un gran auzolan, seña de identidad de las ikastolas.

De la precariedad de los inicios se ha pasado a las modernas instalaciones del nuevo edificio, más espacio y más medios para abordar un futuro en el que las nuevas tecnologías cada vez tienen más importancia en el proceso educativo y también para responder con garantías a los cambios pedagógicos basados en las competencias. Para continuar en esta senda, ahora se quieren realizar mejoras en el edificio de ESO, construido en 1965 y que presenta carencias, sobre todo en la accesibilidad y en la eficiencia energética.

Movimiento imparable

Dos años después, en 1971, se creó la ikastola de Lakuntza y en 1974 la de Arbizu. Y es que la enseñanza en euskera se iba extendiendo por todos los pueblos de Sakana. Así, en 1976 se constituyó la cooperativa de padres San Miguel de Aralar, que agrupó a todas las ikastolas de la comarca. Esta cooperativa se encuentra integrada en la Asociación de Ikastolas de Navarra, y a su vez, es miembro de la Confederación de Ikastolas de Euskal Herria. Como ente educativo que es, es un centro educativo concertado, es decir, está subvencionado por el Gobierno de Navarra. 

El movimiento generado era imparable y en 1977 se pusieron en marcha las ikastolas de Bakaiku y Uharte Arakil. Otra fecha significativa en esta pequeña pero gran historia es en 1981, cuando se lograron por primera vez libros escolares en euskera. También 1985, con la primera legalización de una línea de educación primaria con ocho aulas. Cinco años después se legalizaron las aulas de Infantil de Arbizu y Etxarri, una de Lakuntza y otras ocho aulas de Primaria, al tiempo que se cerraron las aulas de Uharte Arakil y Bakaiku. Las de Lakuntza aguantaron hasta 1995. Ese mismo año, Andra Mari e Iñigo Aritza crearon la ikastola Sakana para poder implantar ESO, con una línea en cada centro. 

Cuarto Nafarroa Oinez

A la hora de realizar un recorrido por la andadura de Andra Mari Ikastola es fundamental pararse en la celebración de tres Nafarroa Oinez, cuatro según como se mire. Y es que hubo otro en 1981, el primero, organizado por la cooperativa San Miguel de Aralar que agrupaba a todas las ikastolas para construir en Altsasu, en Basomutur, un edificio en el que se impartiera la EGB para todo el alumnado de la zona.

El número de matrículas iba en aumento y la nueva ikastola pronto se quedó pequeña, lo que llevó a plantearse un centro en Etxarri. Así, en 1989 Andra Mari celebró su primer Nafarroa Oinez con el lema Nafarroan euskaldun y un objetivo, llevar a cabo las remodelaciones necesarias en el edificio de la casa de los maestros para legalizar una segunda línea de EGB. El segundo fue en 1996 para adaptar las viejas escuelas para poner en marcha la ESO. El lema fue entonces Herrikolore. 

El tercero fue en 2009, coincidiendo con el 40 aniversario, con el lema Txikiak handi, que reivindicó la grandeza de las lenguas minorizadas. El objetivo era construir un nuevo edificio para satisfacer las necesidades de la ikastola y también como una apuesta futuro para dar respuesta a las necesidades educativas de la zona en años venideros. El nuevo centro abrió sus puertas en el curso 2015-2016. 

Un nuevo capítulo

Además de ser un gran punto de encuentro para los y las euskaltzales, el próximo Nafarroa Oinez busca ser un altavoz de diferentes reivindicaciones y retos de futuro. Uno es la necesidad de arnasguneak, espacios vitales para el euskera. Y es que dentro del programa que ha precedido esta fiesta, la casa de cultura de Lakuntza acogió en abril la jornada Eman Arnasa Gureari para reflexionar sobre los retos del euskera y de la enseñanza en esta lengua, con la participación de reconocidos expertos en la materia. A partir de las conclusiones obtenidas, hicieron una declaración en la que se reclamaba para las personas que viven en los pueblos vascoparlantes “una protección legal completa y políticas lingüísticas especiales, valientes e integrales para poder vivir en euskera. Para integrar al alumnado inmigrante y vulnerable y para que aprenda euskera, se requiere de recursos, tanto dentro como fuera de los centros educativos”, se decía en la declaración suscrita. También se incidía en la necesidad de revitalizar el modelo D en Navarra.