La excelente imagen que tiene la práctica del deporte en nuestra sociedad -por un montón de virtudes y beneficios que no nos caben en este párrafo- provoca que algunas actividades más discutibles intenten arrimarse y hacerse pasar por deporte cuando no lo son. Ocurre, por ejemplo, con los torturadores de toros -aunque la mayoría prefiere dárselas de artista, como si martirizar un toro fuera comparable a pintar un cuadro-, y ocurre, por supuesto, con la pesca y la caza. Esta última celebra unas jornadas en Navarra en la que se presenta como “un deporte natural”, con argumentos como que “es una actividad deportiva muy saludable”. Para los cazadores, quizás; para los cazados es totalmente insana... Quienes disfrutan en su tiempo de ocio matando animales pueden llamarle a eso como quieran y, si lo ven necesario, buscarle la justificación que les dé la gana, porque a fin de cuentas es una actividad legal. Pero el deporte es otra cosa.