pamplona - Julen Arellano acaba de empezar una nueva etapa. Tras una primera vuelta dura, en la que ha conseguido superar un año aciago en el Athletic, el lateral izquierdo rojillo vuelve a sonreír. Debutó con el Promesas casualmente el día de su cumpleaños. “Después de quince meses sin jugar, volver a hacerlo el día de mi cumpleaños, fue el mejor regalo”.
Tras más de un año en blanco, ¿cómo son esas sensaciones de sentirse de nuevo futbolista?
-Por mucho que entrenes, si no juegas, dejas de tener esas sensaciones. Ya casi no te acuerdas de lo que es pisar un campo, con gente, disfrutar de un partido. Eso se pierde. Y fue bonito volver a sentirlas el domingo.
Salió cuando faltaban dos minutos.
-Lo importante era romper la barrera de tantos meses sin pisar un campo. Aunque sólo hubieran sido unos segundos, o una disputa del balón, ya era suficiente, porque era un paso que tenía que dar. Fueron cinco minutos, pero para mí fueron muy importantes. No es lo mismo competir un partido que los entrenamientos.
Debuta en el primer partido de la segunda vuelta, pero llegó en agosto, justo antes del inicio de la Liga.
-El verano fue muy complicado, con muchas negociaciones con el Athletic y muchas complicaciones. El tiempo iba pasando y cuando quedaba una semana o menos para que se cerrara el plazo del mercado de fichajes se confirmó que venía a Osasuna, pero todavía quedaban unos papeles y hasta que no llegaron no pude empezar a entrenar. Así que llegué sin hacer pretemporada, después de un año en blanco sin jugar, por lo que la primera vuelta ha sido muy dura.
¿Qué ha sido lo más complicado?
-Para estar bien físicamente, primero tenía que recuperarme mentalmente. Lo primero era recuperar la capacidad para sentirme jugador, recuperarme mentalmente. Si no estás bien de cabeza, cuesta entrar en los entrenamientos. A mí me costaba mucho dejar atrás todo lo que pasé el año pasado, que fue muy duro. Una vez dejas de sentirte futbolista, prácticamente pierdes la ilusión por el fútbol. Volver a sentirse alguien valorado, alguien que se dedica a esto cuesta mucho y para mí era lo principal que necesitaba para seguir.
¿Quién le ayudó?
-Desde la directiva, entendieron la situación que había pasado y el proceso que había que seguir hasta que yo estuviera en condiciones de competir. Los entrenadores y los compañeros me hicieron sentir uno más del grupo y esos detalles te ayudan mucho. Lo más importante ha sido mi familia. Había momentos en los que no sabía ni si quería seguir con este deporte, pero en casa han estado siempre detrás, apoyándome y gracias a ellos nunca he tirado la toallas. Su apoyo es el que me ha hecho seguir adelante y poder estar ahora disfrutando de esto otra vez.
¿Ha recobrado la ilusión?
-Estoy con la ilusión con la que estaba en Osasuna hace seis años. Voy a a entrenar con muchas ganas, he recuperado la ilusión... No recordaba estas sensaciones y es muy bonito volver a vivirlas, volver a tener ilusión por jugar, por competir, por disfrutar.
¿Por qué fue tan dura la temporada pasada?
-Fue un cúmulo de cosas. Cuando estaba en el Barcelona, tuve que rechazar una oferta muy buena de renovación. Decidí apostar por el Athletic y, cuando llegué allí, me di cuenta de que las cosas eran diferentes a como me habían dicho. No esperaba ciertas actuaciones de personas que estaban allí y eso se acabó juntando con que no contaban conmigo. No me dieron ninguna oportunidad. Al final, me acabé sintiendo fuera del grupo y arrepintiendo de haber tomado esa decisión. Pero ya no puedes volver atrás. Lo vas arrastrando semana tras semana, estás en un círculo donde no ves la luz. Acabas la temporada y te das cuenta de que no puedes ser feliz. Necesitaba un cambio de aires.
¿Osasuna era su primera opción a la hora de buscar un nuevo destino?
-Tuve distintas opciones, pero tenía claro que si quería recuperar la ilusión, tenía que estar en un sitio como Osasuna, porque ya había estado y fue una de las etapas más felices, jugando y disfrutando, cerca de casa, de los amigos. Ni me planteé otras opciones. Y eso también complicó las cosas, porque la relación entre Athletic y Osasuna hizo todo más largo.
¿Se había puesto plazos para volver?
-No. Sabía que me iba a costar, por la pérdida de ritmo y por el riesgo de lesiones. También daba por hecho que psicológicamente iba a ser muy complicado dejar todo atrás. Es fácil decir que vas a empezar de cero, pero muchas veces lo que has pasado te persigue y tienes que cambiar el chip.
Para ser un jugador tan joven, le ha tocado vivir muchas experiencias.
-Sí. A los 13-14 años irte a Barcelona es una experiencia muy bonita, que no cambiaría y la volvería a vivir mil veces, pero también es muy duro separarte de tu familia y empezar a vivir solo lejos de casa. Eso te hace madurar. Aprendes a echar de menos, a llevarlo bien, a que tus padres te vean bien aunque estés muy triste...
En Barcelona tuvo años dorados.
-La parte negativa era estar lejos de casa, pero fueron años muy bonitos. Jugué mucho, estuve bien considerado, llegué a entrenar con el primer equipo, fui convocado en todas las categorías de la selección... Futbolísticamente me fue muy bien. En mi casa tenemos unos valores, que mis padres nos han inculcado, para saber llevar las cosas cuando te va bien o cuando te va mal.
¿Se ha reencontrado con compañeros al regresar a Osasuna?
-En el equipo está Diego Rubio, pero coincidí con Olavide, Merino... Nos entrenaba Javi Lerga en cadete de primer año. Fue un año muy bueno.
¿Cómo ve la Segunda B para volver a empezar?
-Es una categoría donde todos los partidos son muy competitivos y los rivales te exigen mucho. Es una categoría para disfrutar, porque hay jugadores con experiencia en Primera y Segunda y nos va a hacer madurar.
Como todo jugador de cantera, ¿mira de reojo al primer equipo?
-Osasuna siempre ha contado con la cantera y eso es una motivación para los que estamos en el Promesas, con la ilusión de algún día subir al primer equipo.