La capital cántabra tiene un gran encanto que atrae a miles de turistas año tras año. De hecho, su bella arquitectura, sus verdes playas y su encanto histórico han convertido a Santander en uno de los destinos favoritos de la alta burguesía de otras épocas y a día de hoy siguen siendo muchas las 'celebrities' que caen rendidas ante la gentileza de sus gentes, su deliciosa gastronomía y las comodidades de visitar una ciudad pequeña.

Desde la apertura del Centro Botín en junio de 2017, el turismo en Santander ha crecido de forma exponencial, convirtiendo a la pinacoteca en todo un referente de arte moderno, pero también en un polo de atracción de riqueza a la capital. Además, son muchos los congresos y las citas culturales que se organizan con el escenario de la Bahía de Santander al fondo, por lo que su tejido hotelero ha ido ganando peso para acoger a turistas, profesionales, artistas y otros visitantes.

Ambiente íntimo y refinado 

Son muchas los planes para hacer en Santander y sus alrededores. Desde una degustación de anchoas en un paseo marítimo por la bahía, pasando por la visita a la Isla del Mouro, el Faro de la Horadada, la Magdalena, el Puntal y la Isla de Santa Marina, hasta llegar a la playa de Mataleñas y la de Langre. Todo ello acompañado de una gastronomía en la que predominan los productos frescos, protagonizados por el marisco, las anchoas y el pescado a elegir en sus numerosos templos, entre ellos La Flor de Miranda, El Puerto, La Mayor, El Marucho, La Mulata, El Cadelo o La Gruta de Jose. También destaca La casona del judío, con una estrella Michelín, o las vistas al mar de la Posada del Mar o el Maremondo.

Y para descansar, no hay nada mejor que elegir un hotel con ese toque tan refinado que desprende Santander. Entre las opciones a elegir destaca el Hotel Real -de 5 estrellas-, situado frente a la Playa de los Peligros, que conserva todo su elegante carácter histórico renovado de la mano de la cadena Eurostars. Además de sus privilegiadas vistas a la Bahía de Santander y sus amplios jardines, sus huéspedes pueden disfrutar de un centro de talasoterapia que cuenta con spa en el que ofrecen tratamientos de salud, relajación y belleza. Además, su restaurante El Puntal es un buen ejemplo de la deliciosa gastronomía local. 

Sus amplios salones de estilo francés, dotados de grandes ventanales con vistas al Cantábrico, retrotraen a los visitantes a los tiempos en que la familia real disfrutaba de sus veranos en la Playa de la Magdalena. Las paredes de este palacio, inaugurado en 1917 y reconvertido más tarde en hotel, atesoran un montón de historias y en su suite de dos plantas se han alojado desde reyes como el rey emérito y otras personalidades de la alta sociedad, hasta estrellas como Shakira, Bruce Springsteen o Woody Allen.

La playa de Brazomar. OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Sus playas y zonas de baño

Brazomar 

Esta playa de arena fina natural se encuentra en el barrio Brazomar a unos 15 minutos a pie desde el centro. Está protegida por el muelle de Don Luis a un lado y la ría de Brazomar por el otro formando una bonita bahía, y rodeada por el paseo marítimo, via principal de acceso a la playa. No es demasiado grande y está bastante concurrida en los meses de verano. Visitada por castreños y visitantes por igual. La ensenada que forma se abre de manera generosa al mar abierto. Aún así sus aguas son de las más tranquilas de la zona, muy proclives al baño. Es frecuente que durante el invierno los amantes del surf se acerquen hasta sus orillas.

Ostende

Esta generosa ensenada se localiza en el Barrio de Urdiales en la salida de Castro dirección Santander. Es una playa grande de arena artificial, en otro tiempo un gran pedregal con forma de concha conocida por los castreños como bahía de Urdiales. Posee numerosos accesos desde el paseo marítimo que la rodea. Debido a su amplitud es difícil encontrarnos con grandes aglomeraciones, lo que permite incluso la práctica de deportes como el vóley playa, palas… Sus aguas son algo más bravas que las de Brazomar aunque permiten el baño sin peligro.

El Pedregal

Este rincón localizado en el Barrio de los Marineros, en pleno centro de la ciudad, se caracteriza por ser un pequeño pedregal con zona de solárium muy frecuentado por los castreños. El mar entra de manera natural bajo un arco de roca que lo convierte en una piscina natural en las horas de marea alta. Hay que tener especial cuidado con la corriente en días en los que el mar no está en calma ya que es proclive a arrastrarnos hacia mar abierta.

Pocillo de los Frailes 

En el barrio nuevo de Cotolino pasando la ría de Brazomar encontramos entre sus acantilados una pequeña cala de roca y canto rodado rodeada de campas. Su acceso no está acondicionado, aunque no resulta especialmente difícil. Es un buen sitio si se busca la tranquilidad sin movernos de la ciudad. Es una zona no recomendada para los malos nadadores, ya que una vez en el agua nos encontraremos en mar abierto. Durante la marea baja se forman pequeños charcos para los que simplemente buscan refrescarse.