Aires de fiesta en Diestralandia. Se celebra que el Parlamento Europeo haya levantado la inmunidad de Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comin. Enfervorecido, el editorialista de El Mundo proclama que la decisión supone "un pinchazo más al globo de la propaganda independentista y vuelve a confirmar que en ninguna parte se considera a Puigdemont como un perseguido por sus ideas que merece protección especial. Antes al contrario, la votación en la Eurocámara desenmascara a estos ex dirigentes catalanes que, además de haber demostrado una gran cobardía e indignidad, pretendían parapetarse tras los privilegios del escaño como eurodiputados para actuar por encima del bien y del mal".

Unas páginas más allá, se invita a tirar confeti al eurodiputado de Ciudadanos Adrián Vázquez. Según él, no pasaba nada igual el Universo desde hace milenios. "Esta victoria, que no es sólo de España o Europa, sino de la democracia y el Estado de Derecho, ha sido posible gracias al rigor y al trabajo constante del Parlamento Europeo para llevar a cabo un proceso justo, con todas las garantías y absolutamente exigente en el respeto a las normas".

También se le ve pletórico en El Confidencial al veterano Antonio Casado. Viene a decir que el mal siempre paga ante el bien: "Los sueños tribales producen monstruos y la realidad los mata. Con la fuerza inexorable del Estado de derecho. Como la apisonadora de Valdemoro, pero menos ruidosa, sigue aplastando la retórica subversiva y enredadora del independentismo. La ley derrota la arbitrariedad, condición imprescindible en el funcionamiento del sistema democrático". Como poco, exagerado, ¿no?

Suma y sigue, el editorialista de ABC se deja las manos aplaudiendo: "En la pugna entre legalidad y mentira, entre la verdad y la ilusión óptica del independentismo, necesariamente debe imponerse la primera por más que sigan cultivando este discurso victimista del odio. Ni son inmunes, ni son impunes, ni pueden tener patente de corso. Bastante sumiso es ya el Gobierno al respecto". No es casual esa patada en la espinilla del final, pues contiene la misma doctrina que el vetusto diario difunde en su portada. En caso de duda, la culpa es del inquilino de Moncloa. "Sánchez tolera que su vicepresidente se una al victimismo de Puigdemont", es el titular de apertura.

Claro que, junto a la alegría, los amanuenses de jornada muestran también temor. La justicia belga puede borrarles la sonrisa de la cara, según escribe la jurista Araceli Mangas: "La estela judicial belga es firme desde que España es una democracia: proteger a los asesinos de la banda terrorista ETA, proteger cualquier acción ilícita que socave la democracia en España. Prefieren eternizar la imagen romántica del odio a los Tercios de Flandes antes que reconocer la realidad de la España constitucional y democrática comprometida con la Europa de los valores desde 1978".

En Vózpopuli, Miquel Giménez dice lo mismo pero en menos espacio: "Puigdemont ha vivido cómodamente al margen de los disparos judiciales, ayudado por una justicia belga que algún día deberá explicarnos que interés tiene en proteger etarras, islamistas, kurdos o golpistas catalanes".

El giro inesperado viene al final. Resulta que la entrega a España de Puigdemont sería una gran noticia para el independetismo y muy mala para Sánchez. Ese es el spoiler que hace Ignacio Varela en El Confidencial: "La reacción inmediata en Cataluña sería la reactivación ("¡apreteu, apreteu!") de los comandos de la 'kale borroka', según la pauta sobradamente ensayada y conocida: violencia y destrucción en las calles, enfrentamientos salvajes con la policía y todas las televisiones del mundo mostrando las imágenes del caos". Lo que es tener una bola de cristal€ y mucha imaginación.