LE preguntan a Álvaro Morte, el actor que encarna a Juan Sebastián Elkano en la serie Sin límites, si no le preocupa que su personaje se politice. La respuesta es antológica. Dice que sí, que le preocupa, pero que para evitar que se apropien de él, ha hecho un Elkano “muy de izquierdas y cero totalitario”. Y esperen, que todavía cuenta que su versión del navegante de Getaria es un tipo “que busca siempre el consenso entre sus hombres, que persigue el bien común y no el bien propio y que somete a votación las grandes decisiones que toma”.

Hagamos comentario de texto. Lo que nos dice Morte, de entrada, es que para que no lo politicen otros, lo politiza él. Y, con un par, le calza su propia ideología, pasándose por la sobaquera que hace quinientos años los conceptos izquierda y derecha no existían ni en la mentalidad más avanzada. Qué decir de la membrillez de retratar a un capitán de marinería del siglo XVI dirigiendo su nao en plan asambleario. Solo le ha faltado añadir que también actuaba con perspectiva de género y que trataba como iguales a los indígenas con los que se cruzaba. Imaginen el rigor histórico de la serie que, por cierto, se ha financiado en parte con dinero público vasco.

Se podrá pensar que es solo la parrapla de un actor (un buen actor, eso no lo discuto), pero representa al milímetro la actitud de cierta progresía ante la Historia. Además de reinterpretar los acontecimientos con la perspectiva del presente y siempre según sus filias y sus fobias, cuando algo del pasado no les gusta o no les conviene, crean unos hechos alternativos y los difunden sin ruborizarse. Pre-postverdad, se podría llamar la vaina.