Milagro por Navidad

– El Tribunal Constitucional español estaba bloqueado. El desbloqueador que lo ha desbloqueado buen desbloqueador será. Ahora hace falta saber quién ha sido, más allá de la proclama de los lamelibranquios cortesanos que dan por hecho que todo ha sido fruto las palabras mágicas de su preparada majestad en el mensaje de Nochebuena. Algo así como lo de Jesucristo en Cafarnaún: Maestro no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para acabar con el bloqueo. Ya les digo que es solo la versión de los analistas que rezan mirando a Zarzuela. Pero hay muchas más. Ayer un congo de medios, da igual de qué querencia ideológica, ofreción en exclusiva y siempre asegurando beber de las socorridas fuentes bien informadas, ofreció su relato de las horas de teléfonos calientes y encuentros clandestinos que culminaron con este inesperado milagro por Navidad. En la misma jornada, por cierto, en que el conseguidor Sánchez había tirado magnáninamente de la chequera pública.

Envolvente 

– Se dice, se cuenta y se rumorea, de hecho, que la primera pista estuvo en el interminable discurso autocomplaciente del inquilino de la Moncloa. Apenas mentó las guerras del Poder Judicial y el TC, cuando han estado durante todo el año —y más, en los últimos días— en los primeros puestos del Hit Parade de la actualidad. Algo debía de saber Sánchez a esas horas de la trampa para cazar elefantes que tenían preparada los miembros de la escuadra progresista del CGPJ a sus rivales de la bandería diestra para lo que aparentemente iba a ser otro pleno dando vueltas a la rotonda. Lo penúltimo que se podían esperar los vocales de la derecha era que su condición sine qua non iba a ser aceptada. Se retiraba el candidato-tabú José Manuel Bandrés y se abría el paso a María Luisa Segoviano, con vitola de izquierdas, pero propuesta por la propia ala derecha, así que no había escapatoria.

Mayoría progresista 

– El bloque progresista asegura que ha actuado por responsabilidad. Quizá es que antes estaba actuando con una cerrilidad notable. Si contemplamos el resultado final es que el próximo Tribunal Constitucional tendrá una holgada mayoría progresista (7 a 4) y es muy posible que la presidencia recaiga en alguien de esa obediencia ideológica. Y no cualquiera; nada menos que Cándido Conde Pumpido, ministro de Justicia con Zapatero, y bestia negra de la triderecha. Se acaba la provisionalidad. Todo, ante el estupor de los ingenuos que nos hacemos cruces al ver que se habla con normalidad de magistrados progresistas y conservadores.