de Siberia. Eran de Siberia. Ni de Lezama, ni de Tajonar, como reivindicaba la afición osasunista al final del encuentro para consolarse ante la mofa de la hinchada local. Los once futbolistas con la camiseta blanca que Camacho hizo jugar de principio en San Mamés deben ser siberianos de pura sangre. De pura sangre congelada. Gente a la que le cuesta entrar en calor aunque vaya a disputar un derbi en el que están en juego no sólo los puntos sino buenas dosis de ese orgullo que mide de tiempo atrás a ambos clubes. Pero comienzo a dudar de que a un siberiano que le explicaran las características peculiares de estos partidos entre Athletic y Osasuna saliera al campo como un témpano, aunque fuera sólo por motivación personal y orgullo profesional. No fue el caso del equipo pamplonés, que en apenas 45 segundos concedió un gol y once después entregaba el partido. Así, en frío. Y mientras los chicos de Camacho tiritaban, San Mamés ardía como una caldera que espoleaba a su gente y ésta respondía poniendo ímpetu en todas las disputas de los balones divididos, entrega mientras tuvo las fuerzas frescas (acabó acusando el partido de la Europa League) y un pundonor que no entiende de temperaturas altas o bajas. Todo lo contrario de este Osasuna con piel de témpano y escarcha en sus botas. Nadie lo hubiera dicho cuando observó que los dos centrales, Josetxo y Sergio, saltaban al campo en manga corta, remangados para la faena. ¡Pero vaya faena! Una vez más, Llorente les tomó la medida a ambos, que ofrecieron el peor rendimiento como tándem en lo que va de temporada. Lentos, descolocados y fuera de sitio como muñecos de nieve en la playa de Salou, Josetxo y Sergio sólo pudieron seguir con la vista al delantero riojano, determinante en el comienzo y final de este lamentable partido. Tampoco los laterales ayudaron nada; Oier anduvo tan desquiciado que acabó la tarde golpeando a Toquero porque, como siempre, llegó tarde al balón. Pero es que este partido no lo interpretaron bien ni los de la manga corta ni los enguantados como Nekounam, al que por segunda vez consecutiva retiró del campo el entrenador en una decisión que suena a seria advertencia sobre su intocable titularidad. Para entender a este Osasuna estepario sobra con señalar que el más activo fue, junto a Puñal, un africano, y creo que con eso ya está dicho todo. Duele perder así en San Mamés, donde las ganas que le tienen a Osasuna son ya indisimuladas. Pero está claro que la bajada de temperaturas le sienta mal a este equipo, ya tenga delante a un club mediterráneo como el Mallorca o a uno norteño como el Athletic. Habrá que analizar, entonces, si este Osasuna sin Pandiani ni Aranda ha extravido por unas semanas su identidad, tiene dudas sobre su alternativa futbolística y, ante la ola de frío, se ha hecho siberiano. Porque los dos últimos partidos no ha pasado del cero.