Gorraiz. Triatleta, maratoniana, madre, mujer emprendedora, empresaria, licenciada en Educación Física, profesora... Son solo algunas de las facetas de Ana Casares, que se confiesa en vísperas de su participación en el Ironman de Lanzarote, donde busca plaza para el de Hawaii. Por eso, hablar de todo menos de triatlón le resulta complicado. Al menos lo intenta.
Ana Casares practica varios deportes. ¿Prohibido hablar de qué?
De triatlón. Me gusta hacer deporte variado, pero compagino lo que más me gusta. En el apartado de correr me gustan las distancias largas y por eso también hago maratones; y en otra parte de la temporada me dedico específicamente al triatlón, pero en ningún momento del año dejo de hacer las tres cosas: la natación, el ciclismo y el atletismo. Compaginar las tres disciplinas me equilibra y da sentido a mi vida. Se trata de no hacer siempre lo mismo.
En el deporte le gustan los retos. ¿Y en la vida?
La verdad es que mi vida gira mucho en torno al deporte y eso me condiciona: los horarios, la alimentación, el descanso, el ocio… Todo gira un poco en torno a esa forma de vida que para mí es el deporte. Pero sí que hay veces que me apetece no hablar con nadie de deporte, rodearme de personas que nada tengan que ver con el deporte, con mis amigas, con mis hijos… A veces me apetece quitarme un poco de toda esa historia del deporte y ver otras cosas que hay en la vida. En ocasiones me pregunto: "¿Me estaré perdiendo algo?".
Da la impresión de que le resulta complicado desconectar.
No demasiado. Me puedo ir con mis hijos al cine, a jugar con unos amigos de mis hijos o a hablar con sus madres. Hablas de otras cosas: de hijos, de los profesores, de los entornos de los colegios de los hijos. Lo que no es deporte en mi vida gira en torno al mundo de mis hijos: sus actividades, sus amigos, el colegio... A veces suelo estar con alguna amiga, pero el tiempo que no dedico al entrenamiento y al trabajo se lo dedico a mis hijos.
Es deportista de élite y madre de dos hijos. ¿Qué le resulta más duro?
Ser madre es más difícil. Requiere muchos más quebraderos de cabeza, preocupaciones, estar siempre pendiente. Quita mucha energía. En cambio, los entrenamientos me encantan y disfruto haciendo lo que hago. Tengo la suerte de poder dedicarme al deporte tanto a nivel profesional, en lo que se refiere a mi trabajo, como en la práctica. Soy una afortunada. Las competiciones me sirven para sacar todo lo que he preparado durante los entrenamientos. No quiero decir que sea sencillo, pero es algo que hago con mucho gusto. Disfruto con el deporte.
O sea, que cansa más una tarde con sus hijos en plan gruñón que una carrera.
Sin duda (risas). Es otro tipo de cansancio, más psicológico. El día que me toca quedarme todo el día con ellos o que me ha pasado algo o que ellos están más pesados de lo normal, muchas veces solo me apetece pedir socorro y escaparme a correr 20 kilómetros para desconectar. En ocasiones no tengo la energía suficiente para estar con la frescura que requieren mis hijos porque he entrenado fuerte o estoy cansada.
Y ahí es cuando necesita el apoyo de su marido.
Ahí está Eugenio. Nunca habría podido conseguir nada de lo que he logrado sin su ayuda. Desde que empezamos con el tema del deporte a cuestas, con mis resultados, mis entrenamientos y los niños, hemos formado un equipo, aunque su apoyo resulta imprescindible.
¿Pasan mucho tiempo juntos?
Sí, porque trabajamos mucho tiempo en casa, me ayuda con la empresa de entrenamientos que tengo en Internet y más o menos estamos en lo mismo.
¿Desgasta?
Efectivamente, porque además estamos juntos en un entorno de trabajo y obligaciones, que es muy diferente a estar juntos para ir al cine o dar una vuelta. Eso es lo que echo de menos. La convivencia provoca momentos difíciles, pero hablando las cosas y buscando alguna solución se sale adelante.
Con tanto ajetreo y dos hijos, ¿se han planteado aumentar la familia?
Bueno, esto es un poco personal... (risas). La verdad es que no me importaría, pero no me puedo dormir y no estoy sola en esto. Hay que darle vueltas, aunque dicen que con el tercero no hay que pensarlo. No digo que no, pero cuando llegas a una edad... Con casi 40 años ya no puedes plantearte tener hijos mucho más tarde. De momento voy a terminar mi reto importante del año, que es disputar el Ironman de Lanzarote para poder clasificarme para el Ironman de Hawaii, y luego ya le daré vueltas al asunto.
¿Se considera un ejemplo para otras mujeres por ser madre y deportista de élite?
Creo que sí. De hecho, muchas deportistas que conozco y que se han quedado embarazadas enseguida me preguntan y me piden consejo. Sí que noto que la gente me consulta cosas y me valora. Es bonito poder ayudar a los demás en este aspecto.
¿Le gusta?
Sí, porque te sientes bien. El otro día, en la parroquia (su hijo va a hacer la Comunión), una señora se me acercó y me dijo: "Qué mérito, con dos hijos y lo bien que lo haces. Eres un ejemplo". Me sentí fenomenal. Hace poco también me pararon unas chicas por la calle para hacerse una foto conmigo. El que la gente reconozca lo que haces es bonito. Se agradece.
Eso es la fama....
Un poco sí, pero tampoco es para tanto. En los entornos en los que me muevo, en la parroquia, mi barrio, el colegio de mis hijos, sí que me conoce la gente, pero por la calle tampoco es exagerado.
¿Le gustaría ser más famosa?
No, ya me conoce bastante gente (risas).
Ha competido en ciudades muy atractivas como Lanzarote, Berlín, Zurich... ¿Le da tiempo a hacer turismo?
Normalmente no. Generalmente voy dos o tres días antes de la carrera y estoy concentrada en la competición. A lo mejor me quedo un par de días después y veo la zona, pero muy poquito.
¿Y no le da rabia perder la oportunidad de conocer mejor los lugares donde compite?
Claro. Si voy a Hawaii, sí que me quedaré una semana (risas). Por ejemplo, dentro de poco me toca ir al Ironman de Lanzarote y voy a ir una semana con mi marido, los niños y mi padre. Yo estaré preparando la carrera durante unos días, pero entrenando el Ironman también se hace turismo. Daré la vuelta a la isla con la bici y en esos momentos, aunque estás haciendo un esfuerzo, captas muchas sensaciones. Aunque no es un turismo de visitar cosas, siempre te quedas con la esencia de los sitios, el carácter de la gente, los paisajes que ves, la gente que conoces en la competición. No ocurre como en otros deportes en los que se compite en un espacio cerrado.
Habla de Hawaii. Mecano también lo hacía en una de sus canciones y decía que era un paraíso. Para usted no lo será con semejantes distancias de competición (el Ironman consta de 3.800 metros a nado, 180 kilómetros en bici y un maratón).
Supongo que será un paraíso, pero el que yo esté relajada el día de la carrera será difícil. Eso en el caso de que me clasifique. En cualquier caso, es otro reto más. Ir allí sería un premio. Supondría visitar la meca del triatlón que tantas veces he visto por la tele. Y después de la competición, el relax.
Va a participar en el Ironman (hombre de hierro
Un poco sí. El nombre viene del 78, cuando los marines americanos estaban entrenando en Hawaii y a un comandante se le ocurrió hacer la prueba como el entrenamiento más duro posible. Eligió una travesía a nado de 4 kilómetros, la vuelta ciclista a la isla de Kona y el maratón de Honolulu. Eran todo hombres y por eso lo de hombre de hierro. Luego ha evolucionado mucho y las mujeres también compiten. Sin embargo, el nombre de la carrera está así. Pero yo le doy la vuelta a la M (man, hombre) y parece una W (woman, mujer). De hecho, es lo que ha hecho mi marido con el letrero de Ironman que tenemos en casa (risas).
Es un claro matiz machista, ¿no?
Sí, pero solo en el nombre, porque las mujeres competimos con las mismas distancias y tenemos los mismos premios. En realidad, el triatlón es uno de los deportes en los que todo está bastante igualado. Lo del nombre da rabia. A lo mejor lo más indicado sería llamarlo Ironhuman (humano de hierro) o Ironperson (persona de hierro). Ya hablaré con los jefes a ver si lo cambian (risas).
Al margen de esto, ¿considera que existe machismo en el deporte?
Un poco sí. No sé si es machismo o simplemente que el deporte masculino está más reconocido y premiado en general, aunque también depende de cada disciplina. Por ejemplo, ¿cuántas mujeres pueden vivir del baloncesto, el fútbol o el balonmano? En cambio, los hombres... Se va avanzando, pero todavía quedan cosas por hacer.
¿Qué cosas?
Trabajar día a día cada una en su casa y hacerlo lo mejor posible. Ya llegarán los reconocimientos. Al principio es complicado, pero poco a poco se consigue. En este sentido me siento bastante reconocida, al menos aquí en Navarra y a nivel nacional, también por el hecho de ser madre y deportista. Es otra forma de dar pasos y ayudar a las demás a darlos.
Si no hubiera sido deportista, ¿a qué se habría dedicado?
No lo sé, porque el deporte me ha gustado desde pequeña. Antes de decidirme a estudiar Educación Física también me gustaban los animales. También probé con la enseñanza y no me disgustó. Y además fui técnico de gestión en el Ayuntamiento de Egüés.
¿Le tienta la política?
Ahora mismo no me lo planteo, estoy muy bien así. Esa inquietud no me surge.
¿Qué puede contar de su etapa como profesora?
Que fue muy buena. Estuve seis años en el colegio Nuestra Señora de El Huerto. Es un trabajo duro porque estaba con adolescentes y acababa muy cansada, pero luego tenía mi ratillo de entrenamiento para desconectar. Me gustó la experiencia, pero fue una etapa de mi vida que ya terminó. Luego el destino me llevó por otros derroteros.
¿Qué otros deportes le gustan?
El fútbol me gustaba de pequeña. Era muy forofa de Osasuna, en la época de Robinson, también cuando estaban Iriguíbel, Echeverría... De niña y adolescente iba con mi padre y mi hermano a El Sadar, también con mis amigas. De hecho, cuando estaba estudiando en Lérida, jugué dos años en un equipo, pero ahora mismo no lo sigo nada.
¿Ni a Osasuna?
Suelo preguntar, pero poca cosa, y eso que era forofa, pero ahora me preocupan otras cosas: los niños, los entrenamientos...
O sea que, si le preguntan por Barça o Madrid, no habrá respuesta.
Me da igual. Además, veo que el fútbol está tan desbordado... Los futbolistas ganan una millonada y se les ve como superdeportistas, pero, en realidad, lo comparo con lo que yo hago y...
¿Algún deporte más que le guste?
El tenis. Suelo ver algún partido de Nadal, pero la verdad es que no veo demasiado la tele. Si está puesta, veo los dibujos con mis hijos. Me interesa más lo que ven ellos que cualquier otra cosa. Sé más de Bob Esponja que de cualquier otra cosa.
El deporte y los hijos le quitan mucho tiempo. ¿Cuál fue el último plan romántico con su marido?
Nos fuimos con la moto a la Ultzama un sábado que hacía bueno. Dimos una vuelta y fuimos a comer. Nada estrambótico.
¿Y el último concierto al que ha acudido?
Uno de Elton John en Barcelona con mis amigas de la carrera, pero hace ya mil años. Pero es que, a veces, cuando tengo algún rato libre, prefiero dar un paseo y charlar. Al final es complicado dejar a los niños al cuidado de otros. Es una aventura. Al final he optado por lo que vaya surgiendo. Por ejemplo, el otro día en Huarte fuimos a buscar a los niños al cole y se querían quedar en casa de unos amigos. Nos quedó una hora libre y nos fuimos a dar una vuelta por Huarte cogidos de la mano y a tomar un café. Fue nuestro concierto particular.
Está punto de cumplir 40 años. ¿Siente la amenaza de la crisis de los 40?
Ya le doy un poco de vueltas.
Pero no deja de ser una cifra.
Sí, es un año más, no hay diferencia, pero no sé, sí que le estoy dando vueltas, pero no más de lo normal. Me digo: "¿Cuánto tiempo voy a seguir a este ritmo?".
Suena a despedida.
Pero llevo dos o tres años así. Voy año a año, pero ahora con esto de Hawaii lo valoraré. Tengo ganas de Lanzarote, a ver si sale lo de Hawaii y luego me pararé a pensar.
Para terminar, ¿cómo se vendería en un anuncio por palabras?
Como una persona sencilla, pero con mucha energía, a veces demasiada, un poco desbordante.