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Chari Torres: "Dicen que la conciliación existe, pero para mí es un mito que nos venden"

Con 21 años dejó su Elche natal y vino a Navarra para ser entrenadora de gimnasia rítmica en Anaitasuna. En principio, Chari Torres venía para un año y ya lleva más de dos décadas. Aquí ha echado raíces y aquí ha formado una bonita familia

Chari Torres: "Dicen que la conciliación existe, pero para mí es un mito que nos venden"PATXI CASCANTE

pamplona - Chari Torres reconoce que está viviendo su momento "más bonito". Se dedica profesionalmente a su pasión, la gimnasia rítmica, y a nivel personal no le puede ir mejor. Madre de dos niños pequeños, apenas tiene tiempo ni de respirar, y aunque seguro le gustaría ver en la tele más programas de cocina, es feliz rodeada de Peppa Pig, Bob Esponja o Dora la Exploradora. Una vida que no cambia por nada del mundo.

Acaba de dejar a su hija en el colegio y viene a esta entrevista con el pequeño. A ver si lo adivino, su día no tiene 24 horas.

-No, tiene más. Mis días empiezan muy pronto, porque los críos se van temprano a la cama y para las siete de la mañana ya se despiertan, aunque al colegio vayamos dos horas más tarde. A esa hora empieza mi jornada.

¿Cómo es su día a día?

-Como digo, me levanto muy pronto. Preparo a los peques para salir de casa, llevo al colegio a la mayor y el resto de la mañana aprovecho para hacer recados, siempre con mi Nacho a cuestas. Depende del día vamos a coger a Ana al colegio o nos vamos a casa los dos. Después de su siesta, dejo a mi hijo en la guardería, a veces voy a buscar a la mayor al cole y me la llevo al trabajo, hasta que su padre la pueda recoger. Alrededor de las nueve llego a casa. Hay días en los que ya están en la cama y, si llego un poco antes, les pillo tomándose la leche.

Menudo encaje de bolillos.

-Bufff... Encajar mi horario con el de mi marido, cuidar a los dos niños, estar con ellos al máximo y no descuidar tampoco nuestros trabajos es pura ingeniería matemática.

Ya veo que para usted, entonces, es difícil sobrellevar el tema de la conciliación.

-Es muy difícil. Además, yo no tengo aquí a mi familia, está toda fuera. El padre de mi marido es muy mayor y tenemos cuñados, sí, pero ellos tienen su trabajo y sus hijos. Al final, no puedes depender de nadie que tenga a los niños un rato. Sí que a veces, cuando no queda otro remedio, se tira de amigos, pero sobre todo intentamos cubrirnos el uno con el otro. En ocasiones es complicado. No hay más que ver que mi marido tiene que coger cinco o seis días de sus vacaciones para que yo me pueda ir al Campeonato de España, que cada vez es una ciudad distinta.

Si se dedicase a la política, ¿qué medidas pondría en marcha para poder compaginar su vida familiar y laboral?

-Bueno, es imposible, pero cuantos más horarios hubiese tipo funcionario, a todos nos ayudaría más. Para mí sería ideal que mi marido tuviese un horario de mañana de ocho a tres o a cuatro, porque yo trabajo de tarde. Creo, además, que en muchas profesiones se puede facilitar el empleo desde casa.

Así que más que una realidad, para usted la conciliación es ese mito que nos venden, ¿no?

-Sí, yo creo que nos lo venden. Dicen que existe, pero conozco a poca gente que lo tenga fácil para compaginar. A todos nos cuesta muchísimo y en un momento dado nos solapamos con nuestra pareja. Y, si no, tiramos de abuela. También está la opción de contratar a alguien, pero al final hablamos de lo mismo. Es decir, yo ganaría un poco más si siguiera con lo que antes hacía por las mañanas, dar clases de mantenimiento deportivo en Anaitasuna, de pilates, pero al final ese poco más acabaría yendo a una persona para que cuidara de mi hijo. Al final, podría hacer más cosas y no las hago, las he dejado de lado, por estar con él.

Hablaba antes de los abuelos, que tanto están ayudando en muchos casos.

-Sí. En mi casa, mi madre tiene una jornada laboral. Yo la tengo lejos y no hablo por mí, sino por mi hermana, pero mi madre al mediodía recoge a los niños, los lleva a casa, luego al colegio, si practican una actividad les lleva ella... Mi hermana trabaja dos tardes a la semana hasta las siete, ¿cómo te organizas? A veces nos consolamos diciendo "mamá se entretiene porque se ha quedado hace poco viuda...". Sí, pero también lleva una paliza. Al final, es verdad que se convierten en segundos padres. Ahora mismo mi madre, con 65 años, está criando a mis sobrinos de 4 y 7 años.

Sus hijos además apenas se llevan 18 meses, por lo que lleva unos años volcada de lleno en ellos.

-La mayor va a cumplir cuatro años en agosto, así que llevo cuatro años criando. Eso sí, no lo cambio por nada. No cambio ni un minuto con ellos, me siento muy bien como madre. Para mí es una etapa preciosa. Siempre soñé que en algún momento podía ser madre y ahora me he encontrado con dos hijos seguidos. Supone mucho trabajo y poco tiempo para ti, y el único que sacas es para trabajar. Pero estoy feliz.

En el caso de tener ese tiempo para usted sola. ¿En qué lo emplearía? ¿Qué es lo que le gusta hacer?

-Ahora cuando saco un poco de tiempo, lo dedico a correr. Me llevo la ropa al Anaitasuna y cuando acabo, a las ocho, me voy corriendo hasta Huarte. Ese es mi rato. Esos tres cuartos de hora que me cuesta llegar a casa. Aprovecho para ponerme música, para escuchar noticias y para llegar a casa un poco más desahogada.

Ya veo que sus aficiones están muy ligadas al deporte también.

-Así es, me gusta mucho el deporte. Mi padre nos ha inculcado a las tres hermanas el amor por el deporte. A él le apasionaba. Le encantaba el fútbol, pero podía ver hasta esgrima. Las hijas lo hemos vivido y por esto también nos gusta.

Y al margen del deporte, ¿tiene alguna otra afición?

-Me gusta mucho la cocina, salir a tomar el aperitivo, pasear e ir a Elche para estar con la familia.

¿Es buena cocinera?

-Bueno, la gente que tengo alrededor dice que sí. No sé si lo dicen por cumplir o porque la faena está hecha (se ríe). Sí, me gusta mucho la cocina. Cuando voy a Elche en vacaciones soy la que se encarga de cocinar.

Imagínese que organiza una cena romántica en casa. ¿Con qué sorprendería a su marido?

-Por supuesto el postre sería de chocolate, porque es un enamorado. El brownie no me sale nada mal. Yo creo que unos pimientos rellenos estarían bien, al igual que una buena carne. Es muy agradecido, la verdad. También cualquier plato típico de Navarra, como unos buenos espárragos o una menestra, estaría bien.

Y a usted, ¿qué tipo de comida le gusta?

-A mí me gusta mucho picotear, preparar cosas pequeñitas. Un buen revuelto o un ajoarriero. La comida navarra cada vez me gusta más, aunque por supuesto no cambio por nada una buena paella de mi madre.

Habla mucho de Navarra. Aquí vino para un año y ya lleva 22.

-Sí, vine con un contrato de un año, pero yo pensaba quedarme tres meses. El objetivo era coger al equipo, que se había quedado sin entrenadora, presentarlo al Campeonato de España en diciembre y luego volverme a mi casa. Yo estaba feliz trabajando, pero echaba mucho de menos a mi familia. Pero al final, hasta hoy.

Ya es una navarrica más.

-Sí, llevo más de la mitad de mi vida aquí. Vine con 21 años y ahora tengo 43. No sé si considerarme navarrica, pero desde luego más de la mitad de mi vida la he pasado aquí. Mis raíces ya están en Navarra. Estoy en un momento muy feliz, recién casada como aquel que dice y tengo dos niños pequeños. Estoy en el momento más bonito, en el que inicias tu propia familia. Tu aventura personal.

¿Le gustaría que sus hijos se dedicasen en un futuro a la gimnasia?

-Mi hija si quiere, la practicará. Ella ha vivido la gimnasia. Yo lo que sí quiero es que hagan algún deporte, el que ellos quieran. ¿Alto nivel? Pues si alguno tiene dotes y quiere lo practicarán, pero lo que tengo claro es que me gustaría que hiciesen deporte.

¿Y ve a Nacho en la gimnasia?

-Los chicos han empezado a practicar gimnasia y si él quiere... Ambos van a hacer el deporte que quieran. Eso sí, el padre de Nacho es un enamorado de los karts y de la Fórmula 1, y seguro que le haría ilusión que se tirase por ahí.

Lo que está claro es que para alcanzar el máximo nivel hay que esforzarse mucho.

-La gimnasia es un deporte muy sacrificado. Es tan preciso que te juegas todo un año en solo dos minutos y medio. No vale lo que hayas hecho antes. Es duro. De todas formas, creo que si se te da bien este deporte y lo practicas porque te gusta, es también una escuela de vida. Hay que aprender que en ocasiones dedicas mucho tiempo a algo y luego no siempre salen las cosas como uno quiere. Y te tienes que levantar y empezar al día siguiente una nueva temporada. La vida es también así.

¿Cree que en la sociedad se ha perdido la cultura del esfuerzo?

-Es inevitable que me vaya al deporte, pero sí lo veo en las generaciones que vienen. Si un año no eres titular, abandonas el deporte. ¿Por qué? Tú lo practicas igual y en todas las disciplinas hay titulares y suplentes. Creo que cuesta sacrificarse y eso es algo que viene de casa. Tenemos que formarles más a los niños para que se esfuercen y sean responsables con lo que hacen. Si apuntas a tu hijo a música, lo apuntas de septiembre a mayo y, salvo fuerza mayor, hay que ser consecuentes y que termine la temporada. Y si el año que viene decide otra cosa, pues lo matriculamos en pintura si no quiere hacer piano. Pero todo se tiene que hacer desde casa.

¿Le interesa la política?

-Bueno, la sigo, pero estoy un poco desencantada. Creo que la política se está convirtiendo en puestos de trabajo y se están abandonando los ideales. Puede que se salve alguien, pero en este momento, con tanta crisis y escándalos, la percibo así.

¿Votó en las últimas elecciones europeas?

-Sí, mi marido me obligó a ser responsable, porque yo decía "son las Europeas...". Pero al final sí, voté.

¿Le sorprende la irrupción con tanta fuerza de un partido como Podemos?

-A mí me ha sorprendido, pero creo que forma parte del desencanto que tenemos. No nos creemos ni de derechas ni de izquierdas, o yo por lo menos, y casi apetece que te cuenten otra cosa. Ahora, también me da vértigo pensar que nos quedamos en manos de algo tan nuevo y tan desconocido.

¿La sociedad necesita nuevas ilusiones?

-Sí, así es. Yo creo que algún día saldremos de esta. Hay que ser optimistas.

Tal y como están las cosas, quien tiene un trabajo es casi un privilegiado.

-Sí, mi marido y yo lo comentamos mucho. Somos unos privilegiados por tener trabajo.

¿Cómo se puede poner fin a todo este drama del desempleo?

-Supongo que no hay una tecla mágica que se pueda apretar, pero hay que ser emprendedores. Yo tengo una amiga que se ha propuesto sacar una empresa adelante y la veo todos los días llamar a las puertas. Ha tenido una idea magnífica por la que está luchando, este año no le ha sido rentable, pero piensa que el año que viene sí le será, y sigue en ello. Hace falta perseverancia y pensar que podemos (se ríe).

¿Y cómo ve el futuro?

-Con ilusión, con ganas de seguir pensando que mi trabajo me puede dar cada día más satisfacciones, que sigo creando cosas nuevas cada día, y sobre todo con mucha ilusión puesta en mis hijos y en mi familia.