todos hemos calificado, y oído calificar, ciertas jugadas que se producen durante el juego como juego peligroso y, aunque generalmente los conceptos suelen ser bastante acertados, conviene puntualizar a qué nos referimos cuando hablamos de jugar de manera peligrosa y qué situaciones no merecen esa calificación.

Empezaremos por asentar que jugar de forma peligrosa consiste en que un jugador, al tratar de jugar el balón, pone en peligro a un adversario que se encuentra cerca impidiendo que éste lo juegue por miedo a lesionarse. En la práctica esta situación es fácil de apreciar porque viene acompañada por un gesto característico por parte del jugador que sufre la infracción.

Una segunda parte de esta norma se refiere a ponerse en peligro a sí mismo: a veces un jugador intenta jugar un balón a escasa altura con la cabeza corriendo el riesgo de resultar lesionado en la acción, esta situación también debe castigarse por juego peligroso.

En uno y otro caso la sanción es de tiro libre indirecto en el lugar en que se comete la acción.

Las Reglas de Juego dejan claro que la chilena o tijera son jugadas perfectamente legales siempre que se realicen a una distancia prudente de los adversarios.

Es importante decir que si una jugada de juego peligroso termina en un contacto físico dejará de ser considerada como juego peligroso y pasará a sancionarse con tiro libre directo o penal. Por desgracia vemos en algunos campos cómo después de que un jugador levante aparatosamente el pie y termine golpeando a un adversario el árbitro sanciona libre indirecto. Esto supone un grave error técnico, si hay contacto no hay juego peligroso, el peligro ya se ha consumado.

La sanción técnica por juego peligroso puede venir acompañada de una amonestación cuando se realiza con riesgo obvio de lesión y puede llegar a sancionarse con expulsión si con ella se impide una clara ocasión de gol.

El autor es vocal de Formación y Relaciones Sociales del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol