A media vuelta de la victoria

Kañamares corrió buena parte de los diez kilómetros ‘a rueda’ de Arria V.

tolosa - 21 segundos. Cerca de 50 metros. Apenas media vuelta a la plaza de toros de Tolosa marcó el domingo la diferencia entre la derrota de Arria V y la victoria de Julen Kañamares y Arkaitz Jauregi. El navarro y el alavés se llevaron los 8.000 euros en juego frente al errezildarra tras terminar en primer lugar un desafío consistente en cortar 20 kanaerdikos y en correr 20 kilómetros por el perímetro del coso. Un trabajo titánico que la pareja compuesta por Jauregi y Kañamares completó en 2h.12:33 segundos, y Arria V en solitario en tan solo 21 segundos más.

Tal y como se esperaba, el desafío se resolvió en la carrera a pie. Xabier Orbegozo -Arria V- cortó los 20 kanaerdikos en 43 minutos y 57 segundos y comenzó a correr con una renta de dos minutos sobre Arkaitz Jauregi. El alavés, sin embargo, recortó la distancia a tan solo 18 segundos tras los diez primeros kilómetros, y Julen Kañamares consiguió completar la remontada de la pareja. Así, cuando el navarro finalizó sus diez primeras vueltas o, lo que es lo mismo, el undécimo kilómetro de la pareja, el de Errezil se vio ya catorce segundos por debajo. Arria V siguió acusando el cansancio y Kañamares llegó a gozar de una renta máxima de 43 segundos al término de una misma pasada. Y no solo eso, sino que parecía que podría esprintar su ritmo cuando quisiera. Sin embargo, contra todo pronóstico, al navarro le entró una pájara a falta de 2.500 metros, todavía con vuelta y media de ventaja. A Kañamares le costaba cada vez más seguir corriendo y Arria V le fue comiendo terreno. El errezildarra tampoco podía dar mucho más de sí. El semblante de Arria V reflejaba claramente su agotamiento y su imposibilidad para acelerar demasiado. Aún así, el guipuzcoano logró reducir su desventaja a tan solo media vuelta. Por desgracia para él, ya era demasiado tarde. Kañamares se vació en un último sprint en los últimos metros y consiguió finiquitar el desafío cuando a Arria V aún le quedaba media vuelta para finalizar la prueba, veintiún segundos más.

arria v, mejor sobre la madera Arria V cumplió los pronósticos sobre la madera y obtuvo dos minutos de ventaja tras cortar los 20 kanaerdikos. El errezildarra se midió con Kañamares en los diez primeros troncos y aventajó al navarro en dos minutos y 49 segundos. Para cuando Jauregi tomó el relevo de su compañero en la undécima pieza, el de Errezil estaba ya sobre su decimotercer tronco. El alavés, sin embargo, supo sufrir, completó una magnífica actuación y consiguió reducir la ventaja de Arria V para cuando terminó el trabajo sobre la madera. El de Errezil comenzó a correr cuando Jauregi estaba ya en su último tronco, y para cuando el alavés comenzó a correr, el errezildarra había dado ya cuatro vueltas y media al perímetro del coso. El alavés, sin embargo, comenzó a correr con todas sus fuerzas hasta que fijó su ritmo, y pudo adelantar en varias ocasiones al de Errezil, jaleado por sus seguidores. Arria V se situó a rueda de su rival durante varias vueltas y trató de seguir su ritmo, pero no lo logró. Jauregi, finalmente, cedió el turno a Kañamares tras haber reducido la renta de Arria a solo 18 segundos. El navarro no tardó en tomar la delantera, y su preparador, Bixente Artola, incluso tuvo que frenarlo para que reservara sus fuerzas, repitiéndole casi a cada vuelta que estuviera tranquilo, que iban por delante.

Así, Kañamares imitó lo que había hecho Arria y se situó pisando los talones al errezildarra. El guipuzcoano sufría, cada vez más cansado, y uno de sus ayudantes, León Albéniz -Iruntxiberri- se desesperaba porque su pupilo no completaba los kilómetros al ritmo previsto. Kañamares acabó acomodándose con una renta de vuelta y media, hasta que su pájara reavivó las opciones de un Arria igualmente agotado, pero que siguió esforzándose hasta el final. El navarro, desfondado, completó los dos últimos kilómetros en 4:59 y 4:48 y Arria, en 4:41 y 4:34. Al guipuzcoano le faltó tiempo para remontar. El esfuerzo final de Arria V añadió emoción a una apuesta tan dura como memorable.