PAMPLONA. El entrenador de fútbol portugués André Villas-Boas dio por concluida hoy su participación en el rally Dakar al padecer un dolor de espalda y no poder completar la cuarta etapa.

Villas-Boas, a volante de un Toyota Hilux, no pudo completar una de las etapas más exigentes del rally, compuesta por una especial de 330 kilómetros cronometrados por cañones, caminos pedregosos y un tramo de hasta 100 kilómetros consecutivos de dunas, uno de los más largos sobre esta superficie en toda la historia del Dakar.

El portugués, que tenía como copiloto a su compatriota Ruben Faria, segundo del Dakar en motos en 2013, se quedó en el kilómetro 165 de la especial y fue evacuado al campamento, situado en el municipio peruano de San Juan de Marcona, punto de salida y de llegada de la etapa.

CLÁUSULA PARA SOÑAR Los contratos en el mundo del fútbol están llenos de variables. Primas, duraciones adicionales y cláusulas, muchas cláusulas. En el caso de Andre Villas-Boas su contrato con el Shangai SIPG tenía algo muy especial, una cláusula para cumplir un sueño. Enero de 2018, fecha marcada para abrir un paréntesis fuera de los banquillos y dedicarse por unos días a una de sus grandes pasiones, el motor. Y en este nuevo mundo que se abrió en su horizonte, el entrenador portugués no se conformó con minucias y decidió ir a por el Dakar, nada de carreras cortas ni retos accesibles, directo a por el gran pastel. El único objetivo de Villas-Boas era terminar la prueba, no mira a ningún puesto clasificatorio.

Villas Boas ha hecho realidad un sueño muy ambicioso y al mismo tiempo con un precio marcado. La aventura del exentrenador del Chelsea y el Tottenham, entre otros, es un ejemplo más de que con dinero todo es posible en esta competición. Con apenas experiencia previa y sin un talento contrastado en la prueba, consiguió ponerse a los mandos de un Toyota Hilux, el mismo coche que lleva Nasser Al-Attiyah, y correr en las mejores condiciones mientras otros pilotos, con muchas más cualidades, hacen malabarismos económicos solo para poder tomar la salida. “Tengo el mejor coche y al mejor copiloto?, lástima que yo no sea el mejor piloto”, bromeó al final de la segunda etapa. Además de contar con la mejor máquina. Villas-Boas compite con Ruben Faria, segundo en la categoría de motos en 2013 con KTM y un copiloto de lujo para guiar a este novato en los problemas de navegación. Aunque esta no es la única ayuda con la que cuenta el entrenador portugués. A pesar de competir como piloto privado, su relación con el equipo oficial es directa e incluso montó en el coche con Na-sser Al-Attiyah para conocer de primera manos los límites de su Toyota y como enfrentarse a las dunas.

Aunque sea un novato en el Dakar, la relación de Villas-Boas con el motor no es nueva. En su juventud compitió en varias carreras de motociclismo y demostró tener unas buenas dotes para la conducción en tierra. Sin embargo, el fútbol apareció en el camino y tuvo que dejar aparcada su pasión. Muchos años en los banquillos, alternando grandes momentos con varios fracasos, el llamado a ser el sucesor de Jose Mourinho por las similitudes que hubo en sus primeros pasos deportivos, se centró completamente en el fútbol, pero nunca olvidó su otra pasión. El motor y la velocidad están en su sangre desde que de pequeño su padre le llevara a vivir las carreras de Fórmula 1 en vivo y a las pruebas del Mundial de Rallys cada vez que hacían acto de presencia en Portugal.

La idea de probar el gran reto del mundo del motor siempre estuvo en su cabeza, pero los años pasaron y el frenético mundo del fútbol no le dio la oportunidad. Hasta esta temporada. Por fin encontró un hueco y lo hizo con los números como curiosos aliados. “Los números se han alineado. El 40 Dakar, yo tengo 40 años, mi tío lo hizo con 40 años? es emocionante para toda la familia”, contó. Visto su pasado, el proyecto inicial era hacer la prueba en moto y Villas-Boas contactó para KTM. Sin embargo, las dos ruedas requieren una preparación física mucho más exhaustiva y el entrenador portugués no hubiera llegado a tiempo. Debido a ello, apostó por otra vía y se puso a los mandos de un Toyota Hilux para cumplir su sueño.

En las dos primeras etapas, no pagó excesivamente su inexperiencia y pudo rondar entre los cincuenta mejores. En la etapa de ayer, tuvo más problemas que en las jornadas anteriores y las dunas se le atragantaron, pero el entrenador portugués está acostumbrado a vivir momentos de tensión.