ran victoria de La Bestia en el mítico Le Mans que le acerca aún más a vestirse con los colores oficiales de Ducati el próximo año. Llegábamos a la pista francesa con el rescoldo del incendio provocado por el abandono de Suzuki aún humeante. Nada ni nadie hacía presagiar semejante mazazo al campeonato. Ni el mismísimo boss todopoderoso, el señor Ezpeleta, pudo preverlo. Pero, ¿cómo hacerlo? Un equipo que lideraba este año la clasificación de constructores, con la moto y el piloto campeón del mundo de 2020 y dos pilotos titulares de los más completos de la parrilla dispuestos a renovar por la marca. Hasta el propio representante de Mir confesó que veía la renovación muy clara y que estaba seguro que se cerraría... Hasta que la carga detonó. Pero, como diría alguno, es el mercado, amigos. Competir en MotoGP con un equipo de fábrica completo es extremadamente caro. Y si lo hacen, es por dos motivos. Primero por el desarrollo de componentes y tecnologías que luego se verán en motos de calle, principalmente en el segmento de las hiperdeportivas. Lo que ocurre es que Suzuki hace ya algunos años que ha perdido el vagón de cabeza de este sector y no es la primera opción para quien busca este tipo de motos, al contrario que Ducati u Honda, por ejemplo. Además son tiempos de cambio y la apuesta por nuevas tecnologías y desarrollo de motores está claramente encaminada al sector eléctrico, no al de motores de combustión extremos de cuatro cilindros que contaminan como un demonio, por mucha Euro 5 que les pongamos. Y el segundo motivo para estar en este campeonato es tan sencillo como vender más motos, tal cual. Y probablemente la repercusión del Mundial que ganó Mir con la Suzuki en 2020 no ha sido el esperado en término de incremento de ventas. Casi pasó sin pena ni gloria. Pongan además en la coctelera un poco de guerra de Ucrania, la subida de precios de los combustibles y materias primas, los incrementos de costes de transporte y logística y ya tienen ustedes a la familia Suzuki (tal cual, es una empresa familiar) firmando el abandono, aunque les cueste una buena multa por parte del despechado Ezpeleta. Y esta deflagración provoca además un terremoto en un año de mercadillo de pilotos. Ahora hay dos sillones menos y dos pilotos top más. Resultado: bajada de precios y alguno ofreciéndose correr casi sin cobrar. Y otros, a actualizarse el LinkedIn. l