La Selección española de waterpolo, con Alberto Munárriz (19/05/1994, Pamplona) a la cabeza, se proclamó este domingo campeona del mundo al vencer a Italia (9-9 (5-6)). Un logro nada sencillo del que el navarro tiene gran parte de la culpa. En 2013, llegó al combinado nacional para ser uno de los líderes, pero hasta 2018 no ganó su primera medalla, una plata en el Europeo. En la final, anotó dos tantos al comienzo y, pese a fallar su penalti en la tanda, la selección consiguió el triunfo. Con la medalla en el cuello, Munárriz aprovecha estos para descansar de cara al Europeo que disputará a finales de agosto,

La selección española, con la medalla de oro. | FOTO: CEDIDA

Han pasado veintiún años del último oro en un Mundial, ¿son conscientes de este hito?

–Hemos tenido la suerte de jugar muchas finales en los últimos años, pero no habíamos ganado ninguna, por lo que este oro sabe bien.

Es el tercero en la historia de la selección. Siempre están entre los mejores pero el oro se acababa escapando.

–Ganaron en 1998 y en 2001. Ganar es muy difícil, pero estamos contentos. Lo hemos tenido cerca en los últimos años y tenemos equipo para estar cerca en los años que vienen.

Ha sido un campeonato impecable, sin una derrota, donde han dejado muy buenas sensaciones. ¿Cuál ha sido la clave?

–Nosotros, normalmente, solemos crecer conforme va avanzando el torneo, y más este año que hemos tenido poco tiempo para preparar el Mundial. Llegábamos sin haber jugado juntos, sin muchos partidos, cuantos más partidos vamos jugando, más nos vamos ajustando y entendiéndonos mejor. El primer partido contra Italia no jugamos muy bien. Fue un poco raro, pero al final ganamos, que era lo que valía. Nos pasó lo mismo en los cuartos de final. Llevábamos cuatro días sin competir y también nos costó bastante. A partir de ahí, dimos un salto muy grande para las semis y la final. En esos dos partidos hicimos muy buen waterpolo.

¿El partido de cuartos contra Montenegro fue un punto de inflexión?

–Un equipo es grande cuando, sin jugar bien, sigue sacando los partidos. Eso es un proceso que se va consiguiendo. El día de Italia lo logramos sacar. El de Montenegro tampoco fue nuestro mejor partido, veníamos sin estar rodados. Fue complicado de jugar. Son un equipo joven que no tenía ninguna presión. Nosotros éramos el claro favorito y teníamos que ganarlo y eso pesa. Dentro de como estaba el partido, lo llevamos controlado, sufrimos hasta el final, pero también vale ganar sufriendo.

En la final os esperaba Italia, que les habían ganado en la fase de grupos. ¿Os influyó para afrontar la final?

–No, esto influía poco. Tanto a ellos como a nosotros nos pasó lo mismo. Conforme avanzaba el campeonato, ellos también crecían muchísimo y sabíamos que iba a ser un partido completamente distinto. Esto era una final donde te lo juegas todo. Sabíamos como iban a jugar ellos, como iban a salir y a donde querían llevar el partido. En ese punto, nosotros supimos jugar bien, leer bien lo que teníamos que hacer y en cuanto a juego fuimos mejores en la última parte. No estuvimos acertados, pero en términos generales merecimos ganar.

Entraron muy bien en la final, con tres tantos en los primeros minutos.

–Entramos enchufados. Metió Álvaro (Granados) el primer gol en una contra, que da bastante moral. Es un gol difícil de conseguir y que suele hacer daño. A partir de ahí, menos el 3-3, que nos empatan en jugadas muy puntuales sin estar ellos jugando muy bien, nosotros estábamos generando más y nos acabamos poniendo 8-4 arriba.

Fue artífice de dos de eso tres primeros goles. ¿Fue un chute anímico para el resto del encuentro?

–Ayudan a la hora de tener confianza. Sí que es verdad (se ríe) que mi acierto al gol se acabó ahí. Pero sí que el hecho de meter esos dos goles ayudan a que el equipo esté más pendiente. Por ese lado suma.

El encuentro parecía controlado, pero Italia siempre volvía a igualar la contienda. ¿Cómo afrontaron las distintas fases?

–Intentamos plantear el partido igual durante los cuatro cuartos. Sabíamos que Italia iba a competir hasta el final porque son así, lo llevan dentro. Hacen lo que tengan que hacer para intentar ganar. Son de los pocos que pueden jugar mucho peor que tú y ganarte. Sabíamos que el partido no iba a ser fácil bajo ningún concepto y que no se iba a acabar pronto. Ellos iban a darlo todo hasta que no les quedara nada. Queríamos plantear el mismo partido de principio a fin. Ellos fueron cambiando en la última parte. Como iban por debajo en el marcador con bastante diferencia, salieron más al pressing, nosotros, por el miedo, por tener el resultado a favor y por la sensación de tener que controlar el resultado, cometimos un error al atacar menos agresivos.

La mala fortuna por su parte llegó en la tanda de penaltis al fallar su lanzamiento. ¿Cómo vivió ese momento?

–Es una lotería, cuando he ganado lo he dicho y cuando he perdido también. Al final, es una mezcla entre suerte, acierto y confianza, en base a eso un equipo consigue ganar. A nosotros nos ha pasado que dos finales las hemos perdido por penaltis y esta, por suerte, la acabamos ganando. Es un momento en el que tienes que chutar un penalti, en mi caso lo lancé, lo fallé y por suerte no contó para el resultado final, acabamos ganando el campeonato.

Salió Edu Lorrio al rescate parando el penalti que os daba el campeonato.

–Fue un pequeño de alivio. Yo había fallado el penalti y tampoco iba a ser culpable de perder, pero sí que iba a ser un poco por mi fallo. Al principio ni te das cuenta, pero luego estábamos contentos porque queríamos ganar. Lo habíamos buscado mucho y lo habíamos tenido muy cerca. Nos lo merecíamos y ya nos tocaba colgarnos el oro.

Se ha hablado de esos fantasmas de las finales anteriores. ¿Os rondaban por la cabeza o estaban centrados únicamente en el campeonato?

–Tampoco es que lo tuviéramos tan presentes. Este año sabíamos que éramos uno de los favoritos, por como veníamos en los últimos años y por la calidad que teníamos en el equipo. Pero sí que sabíamos que nuestra única opción para de verdad ganar era jugar bien. Podremos jugar bien y acabar perdiendo, pero a largo plazo, si nos centramos en jugar bien, como un equipo y cada uno sumando para hacer un buen juego, acabaremos ganando más que perdiendo.

Muchos juegan juntos en el Barceloneta. ¿Ayuda a mejorar la compenetración?

–Obviamente, te conoces más. Llevo con una gran parte de la selección jugando mucho tiempo. Les conozco muy bien y ayuda a saber cómo son y que van a hacer. Luego, también somos un grupo muy sano, que nos llevamos muy bien y este buen rollo que tenemos creo que ayuda mucho dentro del agua para estar unidos en busca del mismo objetivo.

En la selección, es su primer oro, pero su tercera medalla con las dos platas anteriores. Un gran balance que al que le faltaba este gran premio.

–Le doy mucho mérito. Desde que llegué a la selección en 2013 no me había metido en ninguna semifinal hasta 2018. Es una situación fea porque no compites por las medallas. Yo le daba mucho valor porque tiene mucho mérito haber estado tan presentes. Eso quiere decir que se han hecho las cosas bien. Que luego no acabábamos ganando. Hemos perdido dos finales en penaltis, ayer (el domingo) ganamos una, pero esto es más un poco lotería. La final del Mundial de Gwangju, la perdimos y tenemos un poco esa mancha de no haberla competido, pero bueno, es un partido olvidado. Tiene mucho mérito esta constancia de que en los últimos cinco torneos grandes hemos entrado en las cinco semifinales y haber jugado cuatro finales.

Precisamente, en Gwangju la final fue contra Italia. ¿Tenían el sentimiento de revancha?

–Fue un partido que acabó y dijimos, ¿qué ha pasado aquí? Teníamos la sensación de que jugábamos cuatro partidos seguidos y no ganábamos ninguno. Teníamos muchas ganas de repetir la final contra Italia, pero sí que creo que tres años después, habíamos dado un salto muy grande en cuanto a calidad individual y, obviamente, en el juego colectivo somos mucho mejores. En 2019, cuando nos metimos en la final, era un hito, estábamos locos de contentos. Ahora, estamos en un punto que ganamos a Montenegro en cuartos y como sufrimos mucho estábamos como tristes y cuando ganamos las semifinales no celebramos mucho porque teníamos una final. Vas cambiando. En ese sentido, somos un equipo más maduro, más preparado y cuantos más partidos de estos juegues, en los que tienes que aguantar la presión y la pelota puede pesar más, acabas más preparado para todo lo que venga.

A nivel personal, ha tenido una hija hace poco tiempo. ¿Ha podido estar en Budapest?

–No, ha estado mi mujer y la niña se ha quedado con los suegros. Tiene un año y medio y es un poco terremoto (ríe), tampoco iba a estar quieta viendo nada y tampoco iba a ver mi mujer nada. Ha venido ella para poder disfrutarla, mis padres y mi hermana y, por suerte, pudieron vivir conmigo un día muy especial.

Su hija no pudo asistir, pero no se puede comparar con ninguna medalla de oro.

–Eso sí. Ella es lo más importante, la familia en general, y tengo mucha suerte en ese sentido. De eso puedo disfrutar mucho, luego ya en el waterpolo, si consigo ganar, pues mejor que mejor, pero lo importante es lo otro, la familia.

¿Les dio tiempo ha celebrar el oro o se han esperado a volver a casa?

–Cogíamos un vuelo de vuelta a las siete de la mañana en Budapest y a las diez de la mañana estábamos de vuelta en Barcelona. Pero sí, pudimos ir a cenar, tomar unas cervecillas e ir directos al aeropuerto. Era un día bonito que no lo habíamos vivido nunca y queríamos celebrarlo, así que aprovechamos lo que pudimos.

Hablando de celebraciones, está San Fermín a la vuelta de la esquina. ¿Va a acercarse hasta Pamplona a disfrutar de las fiestas?

–Me gustaría no perdérmelas, pero no voy a poder ir. No tenemos mucho tiempo para parar y si fuese, tampoco iba a descansar mucho, casi lo contrario. Seguramente, disfrutaría mucho, pero hay que ponerse a entrenar dentro de poco, por lo que me voy a la playa a disfrutar con mi mujer y mi hija y hacer un parón más tranquilo. Cuando empiecen los días de fiesta me dará más envidia. El hecho de que hayan estado dos años sin celebrarse, pues la gente los va a coger con bastantes ganas. Serán unos días bonitos que la gente disfrutará mucho.

Puede ser un gran verano si logran igualar en el Europeo la medalla conseguida del Mundial.

–No pensamos ya tanto en eso, sino en seguir jugando bien. Tenemos esta mentalidad a largo plazo, de ahora volver, seguir haciendo un buen waterpolo y de que la gente no quiera cruzarse con España. Luego, si ganamos o perdemos, ya se verá. Estos partidos se deciden por muchísimos detalles. Esperemos poder estar en la lucha por las medallas y seguir disfrutando de estos partidos y, ahora que ya hemos probado el oro, seguir haciéndolo.

Con el Barceloneta también ha conseguido la Liga y la Copa del Rey. ¿Es su mejor año como profesional?

–Creo que sí, sobre todo por lo que pasó ayer (el domingo). Con el Barceloneta, en la liga, llevamos muchos años que lo ganamos todo. No hay que quitarle mérito a ganar, pero no se le da tanta importancia. A nivel de selección todo es más complicado y tiene más valor. Esto es lo máximo que hemos conseguido. Es la mejor temporada de resultados, esperemos que no sean los únicos.

Las selecciones masculinas y femeninas son referentes a nivel mundial, pese a que en España, exceptuando Cataluña, no hay muchas facilidades para jugar al waterpolo. ¿Vuestro triunfo puede ayudar a cambiar la situación?

–Se está haciendo un gran trabajo, sobre todo en Cataluña, donde se invierte mucho y también tiene los recursos. Cuenta con un centro de alto rendimiento donde la gente joven puede ir a entrenar por la mañana y tarde, estudiar ahí y van becados por la Federación Catalana, una herramienta inmensa para crecer como jugadores. Es algo que funciona porque siguen saliendo jóvenes, tanto en masculino como en femenino, y al final ambas selecciones estamos ahí arriba. Las chicas no tuvieron suerte en el Mundial, pero el año pasado fueron campeonas olímpicas. Fuera de Cataluña, hay complicaciones de todo tipo. Empezando por infraestructura o facilidades para entrenar. Todo es más complicado. Pero este momento, en el que ahora acabamos de ganar, se debe aprovechar para hacer crecer el deporte. Nuestro deber es ganar, y ese hecho significa que has jugado una final, se ha televisado y es posible que haya gente que ha disfrutado. Es un buen momento para que la Federación intente llevar el waterpolo a otros sitios que no sea Barcelona, para que mucha gente quiera vernos, que los jóvenes se animen y de esta manera intentar que crezca.