Los Juegos Populares de julio de 1936 fueron concebidos como un encuentro internacional deportivo y cultural, con muestras del folklore de los pueblos. Navarra anunciaba la participación de dantzaris, aizkolaris, joteros…

Continuamos rememorando los nombres de los deportistas navarros que acudieron a Barcelona movidos por un espíritu de concordia, en respuesta a las olimpiadas nazis que se iniciarían apenas un mes más tarde en Berlín. Atletas, pelotaris, futbolistas, nadadores, ciclistas... Cabe preguntarse, ¿qué habría sido de todos ellos de no haber sufrido los avatares de la guerra civil y, además de eso, significados en el bando “derrotado”, republicano? Su lucha contra el fascismo y el hecho de haber boicoteado a Adolf Hitler les honra. Sin embargo, nunca fueron recordados ni homenajeados por ello. Sigamos descubriendo su historia.

Javier Puy Lara

(Pamplona, 1920-xxxxx). Javier era uno de los integrantes del equipo infantil del Club Natación. Estudiante de 16 años, vivía en la Calle Dos de Mayo, 5, junto con sus padres, seis hermanos y dos parientes. Su familia se dedicaba al comercio. Sobre él escribía Diario de Navarra el 3 de octubre de 1935: “La mejor promesa de la natación navarra, el infantil Javier Puy”. Diez años después, su nombre aparece en la VI Travesía del Arga organizada por el SEU y el Club Natación; el mismo periódico, el 2 de julio de 1967, se refiere a él como “el nadador veterano Javier Puy (CNP)”.

Juan Huici Salaverria

(Pamplona, 1916-Sigüenza, 1936). Juantxo tenía 21 años en julio de 1936; trabajaba como aprendiz y vivía con su madre, viuda, y cinco hermanos mayores en la Calle Carmen, 4, la natación era su gran pasión y era la gran promesa navarra. Le apodaban la Carpa. Patxi Fernández Orrio cuenta en su artículo de El Norte Deportivo que la madre de Juantxo Huici lo había enviado a Madrid con una tía diputada –hermana de su padre– para que así no pudiera correr en el encierro. “Juantxo nos ponía al tanto de los tiempos que hacía, pero al recibir la comunicación de que la Federación Española no iba a formar equipo le comunicamos que se presentase en Barcelona a la Olimpiada”.

Miguel Javier Urmeneta señala en sus Memorias a Espoz, presidente del Club Natación, muerto en el frente de Madrid, a este lado, y Huici, fundador muerto casi a la vez, al otro lado. Las dos bajas debieron ocurrir en Sigüenza. Resulta confuso y no hemos podido determinar si se trataba de él porque del “prometedor nadador” Juan Huici Salaberria, de 20 años, consta una ficha de combatiente del bando sublevado.

Aurora Roa Lasa

(Pamplona, 1920-xxxxx). Como representación femenina del grupo de deportistas encontramos a Aurora Roa Lasa, nadadora del Club Natación que había participado en los campeonatos navarros de 1935. Su presencia en la Olimpiada se anunciaba en el semanario Trabajadores, pero los familiares consultados no pueden asegurar si llegó a viajar a Barcelona.

Aurora tenía entonces 16 años y vivía en la calle Eslava, nº 20, con sus padres, José y Patrocinio, y sus hermanos. La familia regentaba la Churrería La Estrella.

Su padre, concejal socialista en 1931, fue fusilado en Ibero en 1937. Su hermano Pablo murió en el frente luchando por el bando republicano, mientras que a su madre la juzgaron acusada de colaborar con una red de evasión. Otro hermano, Luis, acabó exiliado en Chile tras haber participado en el ejército republicano y pasar por Gurs, donde vivió una durísima experiencia personal.

Al igual que ella, sus hermanos eran deportistas: futbolistas del Izarra y del Dena Zuri.

Alfonso Hernández Díez

(Pamplona, 1922-xxxxx). “Los excelentes ciclistas navarros, bajo la dirección de Ruiz, se entrenan constantemente, y demostrarán una vez más su excelente forma en una prueba que próximamente se celebrará en Pamplona”, Trabajadores, 27 de junio de 1936. No hemos llegado a saber quién era el Ruiz al que se refiere (podría ser Ángel Ruiz, habitual en las carreras navarras), pero lo cierto es que los cuatro ciclistas que formaban el equipo eran de auténtico nivel.

Comencemos por el infantil Hernández, un escolar de 14 años que vivía en la Calle Capitán Mangado, 81 (actual Calle Nueva) con sus padres y dos hermanos menores. La Voz de Navarra del 19 de julio lo incluía entre los expedicionarios a Barcelona.

Barricada en Barcelona, durante la Guerra Civil. A la derecha, se puede ver cartelería de las Olimpiadas Populares. Cedida

Meses antes, el 27 de noviembre de 1935, la prensa lo define como la revelación en el ciclismo infantil “y que el día de mañana puede ser del ciclismo navarro”. Hernández vence en Pamplona y se convierte en campeón infantil navarro con mucha superioridad ante el resto. El 26 de abril de 1936 era el favorito en la prueba disputada en Pamplona. En la primera vuelta cae al suelo con otros dos corredores. Él es el más perjudicado; tiene que cambiar de bici y pierde dos minutos. Al final, recorta distancia y termina a escasos ocho segundos del ganador, Manuel Echegoyen. Queda sexto en la tabla, pero demuestra su gran superioridad.

Nada más sabemos de aquel prometedor ciclista, el niño Alfonso.

León Ganuza Orduna

(Garínoain, 1914-¿1936-1939?). El 10 de noviembre de 1935, domingo de otoño, Tafalla, cabecera de Merindad, celebra el homenaje al “campeón navarro” León Ganuza con una jornada llena de actos deportivos, vermouth y banquete en el Hotel Comercio. Dos meses antes, Ganuza había sufrido un accidente. Atropellado por un vehículo, fue herido de carácter leve.

En Tafalla se dan cita el representante de Orbea, Sr. Martinena, representantes de Unión Ciclista Navarra (el equipo de León), deportistas, entusiastas y amigos, y brindan con champán y coñac Barbier para desear nuevos triunfos al ciclista de Garínoain y al ciclismo navarro.

Ganuza había disputado la Vuelta al País Vasco y otras muchas carreras, imponiéndose en la Carrera de Ciclo-Cross en marzo de 1936 en Pamplona. León era el líder natural de la juventud de su pueblo, alimentado por sus dotes para el deporte: el mejor futbolista, el mejor lanzador de barra vasca, campeón navarro de ciclismo en marzo del año 36 en Iruña… Otros ciclistas de Garínoain eran Eulalio Arregui o Urbano Macaya, pero León era la estrella.

Los días previos a la guerra encargan unas camisetas de fútbol a rayas blancas y rojas en la tienda de Martinena de Tafalla (aún están sin pagar) y van a batirse con el equipo de Obanos; en juego, un garrafón de vino.

Ganan los de Garínoain, embrión del Lagun Artea que vendría después de la guerra. Tras la ingesta de alcohol se animan a cantar y, de paso, soñar despiertos: “Viva el comunismo libertario”, se escuchó por las calles de Obanos y de Garínoain aquella noche. Apenas unas horas después y con la resaca a cuestas...

El líder, el mejor del equipo, cogió el tren a Barcelona, rumbo a la Olimpiada Popular de la que nunca regresó. Murió en el frente defendiendo la libertad, la república y el comunismo libertario. Era sargento de la 120 brigada mixta de la 26 división, conocida como Columna Durruti.

Por otra parte, diez jugadores del equipo ciclista marcharon en furgón a la guerra –sin armas– con el requeté. Un miembro de la Casa del Pueblo (Boni, fundador del local de Garínoain que vivía en Bilbao) intentó convencerlos de que les estaban engañando, que tendría muy malas consecuencias, que alguno moriría, que no fueran locos… Cinco regresaron en un ataúd; entre ellos Juan Ganuza Orduna, hermano de León. Antonio Martinena, que les había vendido las camisetas, fue encarcelado.

Muchos años después, el consistorio puso a una calle el nombre del deportista más famoso del pueblo y ciclista olímpico: León Ganuza. Jon Moncayola aún tiene un largo recorrido por delante para lograr tal distinción.

José Lisarri Goikoetxea

(Lizarra, 1909-1971). Mecánico y ciclista profesional, era conocido popularmente como El Rojo. Trabajó en La Estellesa y corrió bajo el patrocinio de Ciclos BH, destacando por ser un rápido rodador y un gran esprínter. Fue campeón de Navarra en 1930 y ganó diferentes carreras: el Circuito de Pamplona, la carrera de Tolosa, la Vuelta a Estella o el Circuito de la misma ciudad, su ciudad natal, considerada la mejor prueba navarra, disputada el 5 de julio de 1936. A mitad de carrera y tras un descenso, “Ganuza y Lisarri sostienen con gran calma un largo coloquio. Demasiada conversación entre los dos rivales de la prueba”, contaba la prensa. José corría en casa, donde tenía una gran afición que le seguía: “Tienen que ayudar a El Rojo los aplausos de los estelleses; hasta las piedras de la carretera dicen: Lisarri es El Rojo y El Rojo es de Estella; tenía que ganar y ha ganado, así que ¡Aupa El Rojo!”. Emilio Aisa narraba la carrera y aprovechaba la ocasión para hacer publicidad de las bicicletas BH.

¿De qué hablarían Ganuza y Lisarri? Probablemente de la Olimpiada. Tras el éxito y la victoria, José marchó a Barcelona y una vez allí al encuentro de su amigo Severino Pérez de Viñaspre, también mecánico. Les sorprende la guerra y ambos se alistan en el Ejército republicano. José llega a ser teniente gracias a sus conocimientos de mecánica y, tras pasar unos exámenes, será chófer y mecánico de Lluis Companys, President de la Generalitat. Muy pronto, el 9 de agosto, su hermano Antonio, afiliado a la CNT, es asesinado en Estella.

En esa época, José coincide en Barcelona con su paisano Manuel Irujo, aún ministro. Tras la derrota pasa dos años en Francia en diferentes campos de concentración y en 1941 regresa a Estella, donde abre una tienda de bicis, su gran pasión.

Cuentan en Lizarra que José El Rojo, más bien tenía inclinaciones anarquistas como su amigo León y su hermano Antonio, lo cual lo situaría en algún batallón afín, pero no podemos asegurar este dato. Su familia afirma que estuvo a las órdenes de Companys.

Asentado en su ciudad natal, Lisarri contrae matrimonio y tiene dos hijos. Uno de ellos, José, le dio relevo en la tienda, y ahora es su nieto Josean quien la regenta. Ambos están orgullosos de contar la historia del abuelo; especialmente su hijo, quien pasó la vida en el taller trabajando; entre otras cosas, por todo el sufrimiento arrastrado desde niño y en la juventud por ser “el hijo de El Rojo”.

Justiniano Andiarena Montón

(Altsasu, 1912-Barcelona, 1979). Este ciclista “olímpico” era corredor del equipo Unión Ciclista Navarra, y el 29 de julio de 1934 había obtenido la victoria en el Campeonato de Navarra. A pesar de haber sufrido una avería que le obligó a cambiar de bici, Andiarena se impuso con soltura en los altos de Azpiroz y San Migeltxo, llegando a la meta de Iruña el primero y distanciado en minuto y medio con el segundo, Isaba. Ese mismo año obtuvo el Circuito de Pamplona y la carrera de Urrestilla. Con anterioridad se impuso en carreras como la de Lizaso y disputó otras en Burgos o Zamora, donde sufrió una caída.

Desconocemos qué fue de Justiniano durante la guerra, cuál fue su suerte. Un hermano suyo, Benedicto, maestro, fue procesado y condenado a 30 años de cárcel por rebelión. Justiniano falleció en Barcelona en 1979.

Luciano Ubiría Taberna, ‘Castillo’

(Lesaka, xxxx-Barcelona, 1984). De Lesaka marcharon un grupo de cuatro pelotaris: Manolo Peuran Altzugarai, Narciso Irigoyen Igoa, Josetxo R. Aldabe y Luciano Ubiría, conocido como Castillo (nombre de la casa familiar), que fue campeón de España en parejas con Antonio Oyarzabal.

Según comentan algunos familiares, al conocer la noticia del golpe militar, Castillo conminó a Altzugarai e Irigoien a regresar a Lesaka, ya que estos dos no simpatizaban con la causa republicana y el motivo del viaje para ellos era deportivo. Así pues, regresaron.

En el caso de Josetxo R. Aldabe, su sobrino Mikel cuenta que no quiso participar en la guerra y marchó a Francia. Años después se exilió a México con su hermano Alfonso, diplomático republicano que ya vivía en el país azteca.

Castillo, Luciano Ubiría, permaneció en Barcelona y se alistó a las milicias republicanas. Después de combatir con las armas contra el fascismo, huyó a Francia. Pasó por varios campos de concentración hasta que, finalmente, regresó; primero a Irun y más tarde a Barcelona, para afincarse y formar una familia. Allí, Luciano mantuvo muy poco contacto con el mundo de la pelota y el deporte. Su hija Irene nos cuenta que trabajó de albañil y en una fábrica de cartón, y que sufrieron las consecuencias de haber sido derrotados en la guerra. También recuerda un bonito tatuaje (dos palomas besándose) que lucía en el brazo. Muchas veces se lo comenta a los jóvenes seguidores de la actual moda de los tatoos.

Abel Saínz Cartagena

(Pamplona, 1903-Valcardera, 1936). El 27 de junio se anunciaba la presencia del “elegante palista Abel Saínz” en la Olimpiada Popular. La pelota vasca, por primera vez, iba a ser olímpica, con Abel y el grupo de pelotaris lesakarras.

Olímpicos Navarros

No sabemos si Abel acudió a Barcelona y, visto el panorama, regresaría a Pamplona o finalmente no emprendió el viaje. Lo cierto es que este pelotari, campeón de España formando pareja de manera alterna con Pello e Ignacio Baleztena, fue detenido e ingresó el 4 de agosto en la cárcel de Pamplona. El 23 de agosto fue asesinado en Valcardera junto a otros 51 compañeros. La hermana de Abel acudió a Pello Baleztena, de familia carlista con cargos de responsabilidad en la organización del partido, solicitando clemencia, pero de nada sirvió.

Pello, en 1962, sería abanderado en el Mundial de pelota celebrado en Pamplona. Claro ejemplo de cómo la historia premia y castiga a según quiénes.

Julián Jaunsaras Gorráiz

(Pamplona, 1914-Zaragoza, 1937). Al más puro estilo del triatlón actual, Julián, socio del Club Natación, destacaba como nadador y korrikolari. De hecho, venció las dos carreras organizadas en 1933 por el Indarra y en 1935 por el Dena Zuri en el Cross Country-Campeonato Navarro, disputado en medio de una gran animación, como atestiguan las fotos en las que aparece entrando vencedor en la meta de la Plaza de la República.

A menos de un mes de la Olimpiada Popular, se anunciaba su participación –“Campeón navarro de medio fondo se somete a severo entrenamiento diario para los 5.000 metros”– representando al Comité Navarro. No sabemos si salió en el tren a Barcelona y tampoco conocemos cómo llegó al Hospital Militar de Zaragoza el 25 de julio de 1937. En la esquela publicada en Diario de Navarra se le recuerda como “héroe de guerra”: cabo agrupación antiaérea. Estaba casado con Juana Colmenero Ugarte y eran vecinos de la Calle Lindachiquía, número 6, 1º.

En el equipo de atletismo se anunciaba también la participación de Iriarte, “especialista en lanzamiento de peso”, sin más datos conocidos.

Emilio Urdíroz Apezarena

(Aoiz, 1906-1974). Entrenador y futbolista local, como sus hermanos Filo y Martín, procedía de una familia de destacados futbolistas y militantes de izquierdas. Emilio fue el primer jugador de fútbol profesional navarro, militando en el Iberia de Zaragoza. De allí regresó a Osasuna, equipo con el que vivió el primer ascenso de la historia del club a Primera División, participando como jugador y entrenador.

Un mes antes de las Olimpiadas, Trabajadores denunciaba: “¡Masas deportivas: Osasuna sólo tiene para vosotros las taquillas, el campo no! El Comité solicitó al Club un campo para entrenar y este se negó. “Dando la bofetada precisamente a quienes les llenan el campo”, señalaba el semanario. Las masas, que siempre han respondido ante las injusticias federativas, sólo contaron con un voto a favor; el resto de la Junta estuvo en contra. “Emilio Urdíroz y sus chicos hacen maravillas con el balón aún en pésimas condiciones”, contaba la prensa. ¿Se desplazó Emilio a Barcelona con sus chicos? ¿Quiénes formaban parte del equipo de fútbol olímpico? ¿Tenían previsto enfrentarse al anunciado Swansea británico?

Emilio luchó en el Batallón Vasco Alpino y tras la derrota se exilio a Francia. Después de pasar por distintos campos de concentración, regresó a Pamplona y volvió como entrenador de Osasuna. Su hermano Filo, portero del Aurora y también de Osasuna, sería asesinado y dos hermanos no regresaron del exilio.