De 2008 a 2012, Valencia tuvo Fórmula 1 en un circuito urbano. El PP anunció previamente que no iba a costarle ni un euro a los valencianos, pero se calcula que en realidad les supuso unos 308 millones en gastos diversos, algunos muy lamentables, por no llamarlos de otra manera. Toda una exhibición de despilfarro para darse autobombo. Y, como si hubiera esperado a que a la gente se le olvidara, el PP vuelve a las andadas una década después con la Fórmula 1, de nuevo en un circuito urbano, y esta vez, cómo no, en Madrid, su actual sede de macroconstrucciones cuestionables. Y lo primero que han dicho sus dirigentes -¡oh, sorpresa!- es que no le costará ni un euro a los madrileños, porque se hará con inversión solo privada. Y su claque mediática aplaude, tan convencida de que no habrá cláusulas para cubrir pérdidas, de que no volverá a haber gastos lamentables y de que el éxito está garantizado. Menudo déjà vu.