Barcelona ha hecho cuentas con la reciente Copa del América y ha anunciado (con otras palabras) que una y no más, santo Tomás. Y –oh, sorpresa–, el gobierno de Valencia ha anunciado que se la pide, lo que ha llevado al PSOE de Valencia, a decir: “Cuando oímos al PP hablar de la Copa del América, la Fórmula 1 o las visitas del Papa, nos ponemos a temblar”. Y con razón, que menudas oscas dejaron.
Esa obsesión con los grandes eventos deportivos que luego dejan deudas multimillonarias es muy del PP, y siempre nos deja la duda de si se debe a pura megalomanía o tienen más que ver con dar periódicamente buenos contratos a sus empresarios de confianza; a que se quede algo de pasta por el camino; a prepararse buenas puertas giratorias; etcétera. Porque es obvio que gastar esos dinerales en esos acontecimientos no tiene nada que ver con la promoción del deporte.