Iker Etxeberria afronta el reto más importante de su carrera profesional hasta la fecha. El campeón de la Copa Vasca de rally se aventura en la Copa Toyota, una de las más importantes dentro del panorama nacional. Pero algo que tiene claro su mentor, Pantxo Egozkue, uno de los pilotos más laureados de todos los tiempos, es que “va a ganarla”. 

Rumbo a la Toyota Cup

Esta curiosa dupla funcionan como padre e hijo en el asfalto, unidos por la pasión por el motor y la adrenalina. “Yo ya lo conocía mucho antes de poder hablar con él, solo que nunca había tenido la oportunidad. Trabajo en un taller, y un día me dijeron que iba a venir, casi ni me lo creía”, explicaba Etxeberria. “Yo tengo camionetas de repartos de medicamentos, y él es que se encarga de cambiarme las ruedas en el taller. Entonces, cuando yo iba al puerto de Iso a entrenar con la barqueta se me acercaba y me preguntaba a ver si podía venir conmigo, y así es como empezamos”, confesaba Egozkue. 

Cada vez que tenía alguna carrera, el veterano piloto pasaba por el taller, donde se encontraban de nuevo y charlaban sobre su pasión común. “Él siempre preguntaba y se interesaba por las cosas que iba haciendo. Siempre estaba al tanto. Eso es lo que al final nos acabó uniendo también”, matizaba el joven piloto. 

La vida del piloto de Villava ya estaba marcada por el motor desde mucho antes de conocer a Pantxo. “Ya con tres o cuatro años mi padre me compró un quad de gasolina pequeñito. Casi no sabía ni andar y ya estaba con un quad. Se podría decir que ahí empezó mi pasión, es algo que siempre estuvo ahí. Luego, con mi primer sueldo de camarero, a los 15 años, ahorré y me compré un Peugeot 205, que era para autocross, que es una modalidad de andar por circuitos de tierra. Lo usé algunas veces y luego lo vendí. Ya con 19 años acabé adquiriendo mi primer BMW de carreras, con el que estuve hasta 2022”, desarrollaba Etxeberria, que recuerda con “mucho cariño” a su BMW. 

“Tengo muy buenos recuerdos de ese coche. Al final, debuté en rallys con ese coche en 2019, con un amigo mío de copiloto, y fue en Antoñana. Tengo recuerdos muy chulos. También gané el Campeonato Navarro de Subidas en junior, y en 2022 gané el Campeonato Navarro de Fórmula Libre, que es donde competía yo. Es verdad que le di algún golpe, pero nada que no se pudiese arreglar. Con ese coche también pasé mucho tiempo con modificaciones, cambios... son muchos recuerdos”, completaba el joven piloto de rallys. 

El siguiente paso era pasar del panorama regional al nacional, algo que se hizo más claro tras su victoria del 2024 en la Copa Vasca. “En 2022 me compré otro BMW, con un motor más potente, bastante mejor. Con este coche me he llevado el Campeonato Vasco de Rallys, y cuando terminé muchos me repetían lo mismo de que estaba perdiendo el tiempo aquí, y que tenía que pasar al campeonato nacional porque se me iba a quedar pequeño”, una afirmación con la que Etxeberria estaba de acuerdo. “Creo que era el siguiente paso lógico. Por mucho que corras otros campeonatos pequeños no se te va a abrir ninguna puerta más. Lo suyo era intentar competir como sea en el Campeonato de España, y es algo que le dije a Pantxo. Fuimos haciendo contactos, hablando con uno y con otro y logramos sacarlo adelante”. 

El camino hasta el Campeonato de España no resultó nada fácil, llegando a pasar muchos nervios. Etxeberria pasó algún tiempo buscando patrocinadores y equipo. “En otras competiciones, entre manga y manga yo era el que me encargaba de revisar el vehículo. Ahora no da tiempo, necesitaba ayuda. Desde noviembre que acabé la temporada llevábamos con la idea de competir a nivel nacional. En enero conseguimos hablar con alguien que nos facilitó el tema, aunque hasta hace no tantas semanas no sabíamos en qué iba a acabar todo esto. Estaba muy nervioso”, confesaba Etxeberria. 

Además, en el torneo al que se presentará el joven navarro, tiene la característica añadida de que participan todos con el mismo vehículo, un Toyota Yaris, y deben ser “todo iguales. Totalmente idénticos. Con el mismo motor, mismas ruedas, misma gasolina... Todo”, detallaba Egozkue. “Al ser todos los coches iguales se puede decir que parten de las mismas condiciones. Es por esto que la victoria tiene mucho más valor. Es su oportunidad de lucirse, y sé que lo va a hacer”, remataba el piloto nacido en Baja California. 

Con la primera prueba nacional a la vuelta de la esquina, siendo la primera manga en Lorca (Murcia), Exteberria es consciente de que es una “gran oportubnidad” para competir y saber de qué pasta está hecho. Dejando atrás la competitividad por las carreras, al joven piloto navarro se le presenta otra oportunidad: “Algo que está muy bien en la Federación Española este año es que quieren premiar a los jóvenes que participan en las copas monomarca, como la de Toyota. Entonces, al mejor sub-28 le dan la oportunidad de participar en dos carreras a nivel nacional con un coche de la máxima categoría, con todo pagado, algo que, de por sí, ya es un premio”. Exteberria competirá junto a otros dos pilotos por ese “honor”, algo que le añade también cierta presión. “Corremos el viernes la primera manga, y al día siguiente otras siete. Son ocho en total, y en el resto de carreras por otros puntos de España suele ser similar”, avanzaba Etxeberria. 

“Mi hija me dice que Iker es otro hijo que tengo. Es de mi pasión saber que él tiene posibilidades y saber que puede salir adelante, y estoy convencido de que lo puede lograr, algo que veo desde que le conocí. Cuando me preguntaba si podía ir conmigo a entrenar con su coche le decía siempre que sí”, añadía Egozkue. En cierto modo, Etxeberria se ha convertido en su “ahijado” dentro del muno de los rallys. Ambos se respetan y se entienden a la perfección. 

Realción 'padre-hijo'

Egozkue admite que el joven piloto “es un buen alumno”, a lo que este responde alabando lo “buen profesor” que es su maestro, sin ser “muy exigente”, aunque con la idea clara de “quedar siempre entre los tres primeros, ya que así es como puntúas. No se trata de quedar siempre primero, sino de sumar y mantenerte constante. Cuando gané la Copa Vasca quedé primero en una carrera, pero en el resto logré podio, y así es como acabé ganando. No siempre se trata de quedar primero. Pantxo me dice siempre que no vale con quedar dos carreras primeras y en la tercera darte una hostia. Es mejor hacer tres terceros puestos que irse sin puntuar”, expresaba Etxeberria. “A mí me gusta él por la mentalidad, porque es muy parecida a la mía. El tener una mentalidad de ganador tienes que tenerlo presente. Es creer con todas tus fuerzas que vas a ganar, que tienes que hacer todo lo necesario para ganar. Eso es algo que él tiene, y por eso creo que puede ganar perfectamente en el nacional”.

La leyenda de Pantxo Egozkue

Pantxo Egozkue, uno de los perfiles más emblemáticos del mundo del rally de montaña, es “un espejo en el que mirarse” para Etxeberria. Nacido en Baja California, hijo de dos emigrados navarros, Egozkue recuerda que ya “derrapaba con 9 años en el rancho que teníamos allí. Fue mi hermano quien me enseñó a conducir, o a manejar, como se dice allí. Mientras nuestro padre se iba con el ganado, yo cogía el Pick Up y nos poníamos a conducir y me iba al campo de en frente y a hacer derrapes”. Al regresar a Navarra, Egozkue admitió que el colegio le pareció “como una cárcel” para él y sus hermanos, y acabó convenciendo a sus padres para que los pasasen a otro colegio, mientras él seguía con sus “pensamientos de libertad”. “Recuerdo que íbamos al colegio nosotros mismos en coche, mis hermanos y yo, y aparcábamos en el aparcamiento reservado para los profesores. Todos se quedaban flipando. Claro, íbamos con trece años en coche”, recordaba Egozkue. 

Con varios campeonatos nacionales y europeos, Egozkue recuerda sus aventuras con “mucho cariño”, aunque un trágico accidente en 2023 lo dejó dos meses al borde de la muerte, obligándole a abandonar las carreras. “En 2019 gané una carrera en Santander, esa fue la última. Ahora las tengo prohibidas, y con razón”, comentaba Egozkue con una sonrisa.

 “Días antes del golpe que tuve, estaba probando el coche que me habían hecho, que tenía un motor de la misma potencia que el del campeón de Europa: 540 caballos. Probándolo en el polígono de Beriain ya notaba que la electrónica iba mal, y estaba inscrito para participar en la competición de Urbasa, que era el sábado siguiente. Mientras lo probaba, subiendo, las marchas fueron todas bien, igual que en la bajada. En un momento, a 70 metros de la orilla, metí primera y el coche empezó a acelerar a fondo. Me pues a mirar la barra de revoluciones para ver si bajaba, pero estaba ahí, quieta. Le metí un golpe terrible al bordillo que había antes del río y salí volando dando vueltas. No recuerdo nada más”, explicaba Egozkue.

Yo ya sé lo que es estar muerto. Lo estuve durante dos meses. Los médicos le decían a mi familia que no sabían si lo conseguiría. A los dos meses, abrí los ojos y empecé a reaccionar a lo que me preguntaban los médicos. Me preguntaban si conocía a esta persona, y ponían a mi hija delante, y yo asentía. ese tipo de cosas. Las piernas las tengo destrozadas, con nosecuantos tornillos. He perdido mucha movilidad, dicen que se me tienen que hacer los huesos, y tenemos que esperar hasta junio para operar otra vez. El motor ha sido mi vida, pero también tiene estas cosas, yo lo sabía”, concluía el veterano campeón.

Objetivo: soñar

Con los pronósticos mejorados, y la ilusión de la Toyota Cup, la dupla afronta con ilusión el nuevo reto donde Iker Etxeberria luchará por grabar su nombre en la mente de todos. “Si salen bien las carreras que están por venir pues la idea es poder llegar el año que viene a competir de nuevo a nivel nacional con un coche de la máxima categoría, y poder pelear por el título nacional pero a nivel general. Luego ya si empiezas a soñar están el Campeonato Europeo y el Campeonato del Mundo, el World Rally Car que se llama pero eso ya es otra cosa.” A esto último, Egozkue añadía que “yo lo veo allí, creo que lo puede ganar, sin duda, y seguro que disfrutará muchísimo”.