Ibai Olabe (28/08/2000, Pamplona) llegó al Cajasol Real Ciencias Sevilla el pasado 17 de noviembre de 2025 tras consolidarse en la segunda línea del equipo La Única Rugby Taldea y completar una trayectoria marcada por su constancia y en la que apenas ha sufrido lesiones. A sus 25 años el navarro afronta su primera experiencia en la División de Honor, máxima categoría del rugby nacional. Olabe, que empezó jugando a baloncesto, vive ahora un sueño que hace unos años ni siquiera veía como posible gracias a La Única y a Cajasol Real Ciencias Sevilla. 

¿Qué fue lo primero que pensó cuando le llegó la propuesta?

La verdad fue como inesperado y como que si aceptaba me iba a cambiar radicalmente la vida. Hasta ese momento yo estaba trabajando, entrenando con La Única, ya habíamos jugado varios partidos y de repente me imaginaba en Sevilla… Dejar el trabajo, contárselo a todo el mundo, dejar la familia, los amigos… Una locura, eso es en lo que pensé.

¿Fue difícil tomar la decisión?

Al principio cuando me lo dijeron, por la noche no paraba de darle vueltas y no tenía nada claro. Pero luego cuando empecé a hablarlo con gente cercana, mis padres y mis amigos, me dijeron que era una oportunidad que tenía que aprovechar en este momento porque igual más adelante te preguntas: ¿Qué hubiese pasado si no me hubiera ido?

¿Qué expectativas tiene del club?

Ahora que estoy aquí he visto que es un cambio bastante grande. Ya me lo imaginaba, pero incluso más. Se nota en el nivel de entrenamientos, en el nivel de compromiso y el nivel del club. Se nota que es un club que lleva una trayectoria increíble en División de Honor. Espero mejorar muchísimo, crecer como jugador y aportar lo que el club me pida.

¿Qué le puede aportar usted al equipo?

Puedo aportar bastante en las fases estáticas, sobre todo en la touche. Luego a la hora de jugar tener piernas, recorrer el campo, estar básicamente en todos lados. Tanto en ataque como en defensa.

¿Cómo está siendo su primera semana?

Muy bien, la verdad. Me han acogido muy bien en el club. Los primeros días estaba un poco perdido porque, aunque sigue siendo rugby, cambia mucho la manera de jugar, de moverse, de llamar a diferentes jugadas, de realizar lanzamientos… pero bueno, poco a poco estoy encontrando mi sitio.

Este fin de semana jugó con el sub-23, ¿qué sensaciones tuvo?

Lo que es jugar al rugby, por mí, perfecto. Al principio de la semana ya pensaba que no me iban a convocar con el absoluto porque acababa de llegar y no me sabía ningún lanzamiento en estático. Hay muchas cosas que tengo que aprender y que me dejasen jugar con el sub-23 para ir cogiendo minutos me pareció perfecto.

¿Cuándo espera jugar con sus compañeros?

Aún tengo que trabajar y ganarme el puesto porque no lo voy a tener regalado, pero sí que es verdad que tengo en la cabeza el partido contra Hernani, que va a ser dentro de dos semanas aquí en casa. Me he puesto como objetivo que para ese partido llegue esa primera convocatoria, pero bueno, es algo personal que si no llega tampoco pasa nada

Viene de La Única, ¿qué deja atrás?

Muchos amigos que eran casi como una familia. Los años que he vivido en La Única han sido increíbles y no estaría aquí sin ellos. Todo lo que he mejorado también ha sido gracias a ellos porque nos hemos ayudado unos a otros en el vestuario. 

¿Qué aprendizajes se lleva de Pamplona a Sevilla?

Sobre todo valores. El rugby me empezó a gustar por los valores que tiene, por sentirte parte de algo más grande que tú, por no dar el brazo a torcer, por sacrificarte siempre para que el equipo siga yendo hacia delante. Todo eso lo aprendí en La Única.

 ¿Qué objetivos se marca en este salto a la máxima categoría de rugby nacional?

La verdad que ni lo he pensado porque era algo que ha llegado de manera inesperada. Sí que antes me habían llegado algunas ofertas, pero no lo había planteado de verdad. En ese momento no me interesó, pero ahora que estoy en Sevilla ni me he planteado unos objetivos. Simplemente estoy viviendo la experiencia, el día a día. 

Anteriormente jugaba al baloncesto, ¿por qué lo deja y se decanta por el rugby?

Fue en el año 2020. Lo dejé porque acabé bastante quemado del baloncesto y era algo que no había pasado nunca. Por el tema del coronavirus era muy difícil, jugábamos dos partidos cada fin de semana, no había jugadores y teníamos muy mala racha. Era una época diferente y acabé quemado de baloncesto. Al año siguiente me iba a ir a Barcelona de intercambio, a estudiar el último año de carrera, y decidí que al ser un año nuevo iba a probar a no jugar a baloncesto. Yen la Universidad de Barcelona (UB) tenían un equipo de rugby (Óssos i Ósses d’INEFC). Me vieron en la cafetería y me dijeron que si quería probar a jugar. Al final me apunté para conocer a más gente.

¿Después cómo se une a La Única?

Fue por un entrenador mío de Barcelona, de los Óssos i Ósses d’INEFC, que conocía a La Única y me dijo que si iba a seguir jugando a rugby me uniera a ellos. 

Imagino que no se arrepiente de esa recomendación

No, no. Ese entrenador me habló cuando vio que me había fichado el Ciencias de Sevilla y le di las gracias por aquello. 

¿Echa de menos el baloncesto?

De momento no. La verdad que fueron muy buenos años, pero ahora con el rugby estoy muy contento. A veces me pego una pachanga a baloncesto con los amigos, pero de momento no lo echo de menos. 

 ¿Aprendió cosas del baloncesto que ahora le ayudan en el rugby?

Sí, claro, porque tiene valores muy parecidos. Además el baloncesto me ha dado facilidades a la hora de jugar al rugby con el manejo del balón en las manos. No tiene mucho que ver, pero es lo que me llevé. 

 Cuando mira su evolución a lo largo de los años, ¿hay algún momento que le haya marcado un antes y un después?

La verdad es que no porque todo ha sido constante. He tenido la suerte de casi no lesionarme, algo que en el rugby es importante. El ser constante. Y en La Única me han dado la oportunidad de poder demostrarlo, la temporada pasada jugué todos los partidos. Es una locura.