China y Nepal, los dos países que comparten la soberanía del Everest, no se ponen de acuerdo acerca de cuál es la altura de la montaña más alta del mundo sobre el nivel del mar y, aunque este año una medición nepalí del coloso busca poner fin a la polémica, Pekín parece inamovible.

Nepal, dueño de la vertiente sur del Everest (que ellos llaman Sagarmatha) fija la altura en 8.848 metros, respetando una medición realizada por la India en 1955 que es internacionalmente reconocida, mientras que para China el monte que ellos denominan Qomolangma mide 8.844,43 metros. Se basan para ello los chinos en una medición que su departamento geográfico y cartográfico estatal, el NASG, realizó en 2005, en el que la gran diferencia con estudios anteriores fue desestimar los más de tres metros de nieve que cubren la cima de la montaña, argumentando que esa capa varía según las condiciones climáticas.

Durante más de diez años la diferencia de alturas solo se ha traducido en cierta confusión, dado que la prensa china suele usar la cifra obtenida por sus científicos mientras que el resto del mundo se ciñe a la de 1955, pero este mes un artículo de The New York Times desenterró el profundo desacuerdo entre Pekín y Katmandú. En el artículo, el antiguo director de la Asociación de Montañeros de Nepal, Ang Tshering Sherpa, aseguraba que China presiona desde 2005 a Nepal para que reconozca oficialmente la altura determinada por la medición de ese año. Además, Sherpa, cuyo apellido alude a la etnia que durante décadas ayuda a cientos de montañeros a subir el Everest, declaraba que China se ha rendido y ahora acepta la altura nepalí, y no por razones científicas sino más bien económicas y turísticas.

Competición por la montaña Al parecer, los montañeros que suben el Everest por la vertiente nepalí obtienen un certificado en el que se confirma que han ascendido 8.848 metros, mientras que los que eligen las rutas de China recibían en años anteriores uno con solo 8.844,43 metros. Las afirmaciones de Sherpa dolieron en China, donde el NASG tuvo que salir al paso afirmando que el país nunca abandonó la altura oficial determinada en 2005. “Las diferentes alturas que maneja China y Nepal son una competición por la montaña”, reconocía al diario oficialista Global Times el geógrafo Xu Jianying, de la Academia China de Ciencias.

Por su parte, Zhao Kangning, antiguo responsable de sistemas de posicionamiento global del Gobierno (con los que se elaboran las mediciones modernas de estos accidentes geográficos) intentó quitar hierro a las controversias, asegurando que China y Nepal usaron diferentes sistemas que obtuvieron distintas cifras y no han de politizarse. Para dificultar aún más las cosas, muchos expertos aseguran que el terremoto sufrido por Nepal en 2015 podría haber reducido en tres centímetros la altura de montañas del Himalaya como el Everest, lo cual invalidaría -aunque por un muy pequeño margen- las dos cifras que ahora se debaten.

Con el fin de intentar acabar con polémicas, y también por una cuestión de orgullo nacional, Nepal anunció que este año medirá por primera vez con sus propios medios la altura del Everest, después de que lo hayan hecho en décadas pasadas equipos de China, Estados Unidos, India, Italia o Dinamarca, entre otros.