Audi vuelve a la arena del desierto. El Rally de Marruecos, que se celebra estos días, del 1 al 6 de octubre, es el mejor banco de pruebas para afrontar con garantías de triunfo el regreso de la marca de los cuatro aros al Dakar 2023, después de su exitoso debut en la prueba más dura del mundo en enero de 2022 y la victoria en marzo de este año en Abu Dhabi.

La firma alemana competirá con un “RS Q e-tron E2 más ligero, aerodinámico y eficiente”, dotado de “una estrategia de funcionamiento y sistema de control optimizados que mejoran aún más la eficiencia del tren motriz eléctrico, con una carrocería rediseñada por completo que rebaja el centro de gravedad del vehículo” y facilita tanto el manejo como operaciones tales como la sustitución de una rueda en pleno desierto.

La evolución del nuevo prototipo queda constatada por el hecho de que, según declara la firma, “la carrocería del RS Q e-tron E2 no conserva ni una sola pieza de su predecesor, con un habitáculo que ahora es significativamente más ancho” –a lo que obliga la nueva normativa-, “los capós delantero y trasero rediseñados” y una aerodinámica que mejora el flujo del aire en un 15%, si bien no altera la velocidad máxima del automóvil, que está limitada por legislación a 170 km/h, pero sí contribuye a reducir el consumo de energía.

Detalle del coche de Audio que participará en la Formula 1. Audi

El sistema de propulsión del Audi RS Q e-tron E2 está integrado por un convertidor de energía formado por un motor de combustión interna y un generador, una batería de alto voltaje y dos motores eléctricos, uno sobre cada eje; todo ello comandado por el sistema de control electrónico. Este mecanismo ha recibido numerosos ajustes respecto a la unidad de la temporada precedente, tanto para controlar los excesos de potencia generada, que acarrean sanciones deportivas, como a la hora de optimizar la demanda energética de los elementos auxiliares, entre los que se encuentran tanto los de refrigeración del sistema de propulsión como la climatización de los ocupantes del vehículo.

Audi también ha trabajado intensamente en facilitar la vida a los pilotos y copilotos que toman parte en sus tres equipos, que repiten estructura con Carlos Sainz y Lucas Cruz, Sthéphane Peterhansel y Edouard Boulanger, y Mattias Ekström y Emil Bergkvist. La nueva configuración de las pantallas y los controles de manejo, junto a los cuatro menús definidos para distintos momentos de la prueba –no es lo mismo un tramo de enlace que otro cronometrado, por ejemplo-, evitarán errores y permitirán obtener un mayor rendimiento en carrera y a la hora analizar el funcionamiento de todos los componentes; apartado en el que también desarrolla un papel fundamental el español Arnau Niubó Bosch, responsable de Ingeniería de Pruebas de Audi Sport.

La apuesta de Audi sobre la arena del desierto es sin duda todo un reto, pero no lo es menos el anuncio de que la firma alemana estará compitiendo en 2026 en la categoría reina del automovilismo, la Fórmula 1. Audi trabaja ya en el desarrollo de un sistema de propulsión para responder a una nueva reglamentación centrada en la sostenibilidad y la eficiencia de costes, dos factores que han sido decisivos para que la casa alemana tome parte en esta competición.

El propio presidente de Audi AG, Markus Duesmann, lo anunció durante la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 de Bélgica al declarar que “la Fórmula 1 es un escenario global para nuestra marca –con más de 1.500 millones de espectadores que siguieron las carreras en 2021- y, al mismo tiempo, un laboratorio de desarrollo muy exigente. Con las nuevas reglas, que incluyen una mayor electrificación y la utilización de un avanzado combustible sostenible, ahora es el momento adecuado para que nos involucremos. Al fin y al cabo, tanto la Fórmula 1 como Audi persiguen claros objetivos de sostenibilidad”.