colombia. la muralla de Cartagena de Indias, que sobrevivió durante siglos al ataque de piratas y corsarios, ahora combate a la contaminación y el vandalismo, los peores enemigos para la conservación de esta obra defensiva, catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La cercanía del tráfico de vehículos, los excrementos de aves y el desarrollo urbanístico son algunos de los factores que han puesto en jaque a esta joya colonial del norte de Colombia, según la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena, una institución privada sin ánimo de lucro que vela por los casi once kilómetros de muralla. "Tenemos un problema de bacterias que está afectando a la composición de la piedra de la muralla, por lo que se hace necesario limpiarla y quitar esos elementos nocivos", explicó la directora de esta sociedad, María Pía Mogollón.
Dichas bacterias tienen su origen en la contaminación producida por el humo de los automóviles y se acumulan hasta formar una costra negra apreciable en varios puntos de la magnífica obra de ingeniería militar, que fue construida por los colonos españoles hace casi 400 años. "Esa costra negra poco a poco va adhiriéndose a la piedra, pegándose y originando una serie de daños", señaló la arquitecta Rosa Elena López, quien trabaja en la conservación y restauración de la fortaleza. "La piedra se va erosionando y se va comiendo, va perdiendo su volumen. Por eso es que vemos perforaciones en algunos sectores de la muralla, o que la piedra ha perdido su sección útil", añade López.
Y por si esto fuera poco, se suma el vandalismo de turistas que graban su nombre en la muralla o cuando drogadictos raspan la piedra para preparar sus dosis de bazuco. Cartagena de Indias obtuvo el título de ciudad por parte de la Corona española en 1574 y desde su nacimiento fue bautizada con el fuego de piratas y corsarios, como el legendario Sir Francis Drake, quienes se empeñaron durante siglos en intentar conquistar uno de los centros urbanos coloniales mejor conservados de América Latina.