omprar un arma no es un problema en Reno. Hay al menos una veintena de tiendas como Willey Brothers donde encontraremos desde pistolas a rifles semiautomáticos a partir de 100 dólares, que es lo que cuesta un revolver Heritage Rough Rider del calibre 22. Una pistola semiautomática de 9mm por unos 500 dólares y, por un poco más, revólveres del calibre 45. También podemos comprar un rifle semiautomático Daniel Defense AR-15 o una Zastava M92 en el supermercado por algo menos de $1.000, o rifles de asalto profesionales por debajo de los 1.500 dólares. Aunque los rifles del calibre 50 son armas de uso militar, la legislación federal los trata como cualquier otra arma de caza, por lo que se pueden vender en muchos estados de la república por algo más de 2.000 dólares. En un buen número de tiendas on line se anuncia en grandes letras brillantes: "La demanda de rifles del calibre 50 ha crecido exponencialmente desde las elecciones".

Si no queremos comprar nada, podemos ir a Reno Guns and Range y alquilar una moderna FN Scar 17, una Kalashnikov AK-47, o una ametralladora MP40 para los amantes de la historia.

En virtud del Informe sobre comercio de armas de fuego del Departamento de Justicia, a partir de 2012 la producción de este tipo de armas ha superado los 8 millones de unidades por año, pero el estallido de la pandemia catapultó la venta de armas de fuego: 2,5 millones en marzo y 2,3 millones en junio de 2020; más de 12 millones de armas en los seis primeros meses de la pandemia, o una media de dos millones al mes. El FBI hizo pública una nota tras las celebraciones de Thanksgiving en noviembre de 2020: la venta de armas en Black Friday había bajado ligeramente con respecto al año anterior, a pesar de que había sido el cuarto día con mayor número de venta de armas en la historia de la Unión. Según el Washington Post, se vendieron más de dos millones de armas de fuego en enero de 2021, un incremento del 80% con respecto a años anteriores, convirtiéndolo en el tercer mes con mayor número de venta de armas en la historia del país.

Tal vez no tenga nada que ver, pero la reportera de USA Today Grace Hauck escribió que "esta otra epidemia", la del comercio de armas en los Estados Unidos, ha causado la muerte de 43.532 personas en 2020 y otras 39.430 fueron heridas. Se produjeron 19.376 homicidios, 24.156 suicidios, 611 tiroteos y 21 asesinatos múltiples. Frente a su oficina, en una plaza del centro de Chicago, se elevó en diciembre de 2020 un árbol de Navidad de tela negra con los nombres de los 672 habitantes de la ciudad asesinados a tiros en 2020.

Estados Unidos tiene una tasa de homicidios por arma de fuego 25 veces más alta que otros países occidentales. Y tal como informa Gunviolencearchive.org el índice está en alza. El número de tiroteos aumentó en un 95% en Nueva York, 67% en Filadelfia y 34% en Atlanta, según los registros de la policía. En Chicago, donde los tiroteos aumentaron un 54%, los homicidios también aumentaron en un 56%. Es interesante hacer notar que, frente a los 82.962 incidentes por arma de fuego registrados en 2020, tan sólo en 1.460 casos se registró "un uso defensivo" de estas armas.

La epidemia de violencia por armas de fuego ha afectado particularmente a los colectivos de hispanos y afroamericanos y, por edades, a los más jóvenes. En 2020, 297 niños menores de 11 años murieron por disparo de arma de fuego y 698 fueron heridos. Entre los adolescentes de 12 a 17 años, murieron 1.073 y 3.058 fueron heridos. Los dos hospitales para menores de St. Louis trataron a más pacientes jóvenes por heridas de bala que nunca.

Como Grace Hauck, muchos pensamos que la proliferación de armas de fuego incide directamente y es directamente proporcional al número de incidentes causados por este tipo de arma. Así piensan los 227 diputados de la Cámara de Representantes que han votado la propuesta de ley HR-8 exigiendo que se verifiquen los antecedentes criminales de quienes compran armas por Internet, en exhibiciones de armas y a través de transacciones privadas. El Grupo Giffords estima que el 22% de los compradores de armas de fuego no hizo públicos sus antecedentes penales. Las encuestas muestran que más del 90% de los estadounidenses apoyan un sistema universal de verificación de antecedentes, pero sólo ocho diputados republicanos respaldaron el proyecto de ley, y 203 votaron en contra.

El segundo proyecto de ley, la resolución HR-1446, fue aprobado por 219 votos contra 210. Tan sólo obtuvo el apoyo de dos diputados republicanos. En virtud de este proyecto, las autoridades tendrían diez días hábiles para completar la verificación de antecedentes penales a nivel federal antes de autorizar la venta de armas a un ciudadano. Actualmente, si el gobierno no completa la verificación de antecedentes de los compradores en un plazo de tres días, éstos son libres de adquirir cualquier producto.

La administración Biden pretende ampliar las medidas sobre control de armas, pero el trámite de estas dos tímidas piezas legislativas va a constituir una dura batalla política en el Senado, donde los demócratas necesitan los votos de diez de sus oponentes. Los esfuerzos por aprobar leyes sobre control de armas han fracasado repetidamente desde el tiroteo de la escuela primaria Sandy Hook en 2012. De hecho, es precisamente desde 2012 que la producción y venta de armas se ha disparado por encima de los 8 millones de armas de fuego al año. Más aún, la venta de este tipo de armas ha conocido cuatro grandes picos entre 2012 y 2021: 1) enero de 2013, cuando Obama quiso imponer ciertas restricciones a la venta de armas de fuego en respuesta al tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook de Newtown (Connecticut); 2) enero de 2016, tras el ataque contra el departamento de salud pública de San Bernardino (California); 3) febrero de 2018, tras las protestas exigiendo legislación sobre control de armas que siguieron al tiroteo de la escuela Marjory Stoneman de Parkland (Florida) y, 4) tras el inicio de la pandemia en marzo de 2020.

El retorno a la realidad política es la primera fase de la era post-Trump pero vemos que conforme la espesa niebla de la anterior administración se desvanece, los fantasmas del pasado no han desaparecido. Siguen ahí, bien armados. Uno de ellos es la congresista Marjorie Taylor Greene de Georgia, que ha introducido la propuesta de ley sobre Preservación de la Segunda Enmienda para poner fin a la financiación de todos los fondos federales encaminados a implementar, hacer cumplir o promover cualquier medida, ley, regulación u orientación relacionada con el uso, compra, venta, posesión o transporte legal de armas de fuego por cualquier ciudadano de los Estados Unidos para el año fiscal 2021.

Para Taylor la respuesta al incremento de muertes por arma de fuego es producir, comercializar y vender más armas de fuego. "Me presentó aquí hoy en oposición a los proyectos de ley de control de armas" -dijo ante el Congreso-, "me presentó hoy en apoyo de nuestra Segunda Enmienda, la mayor libertad que tenemos los estadounidenses y un derecho que la gente de todo el mundo querría tener" porque "nadie debería obligarnos a esperar para poder comprar un arma de fuego para defendernos€".

Rebobinemos, la mayor de las libertades de un ciudadano es poder comprar una pistola. Todo un reto para la lógica de conjuntos.