El nuevo "Gobierno del cambio" en Israel, que agrupa ocho partidos de casi todo el espectro político, fue ratificado hoy en una votación de confianza en el Parlamento, echando del poder a Benjamín Netanyahu tras doce años seguidos como primer ministro.

Aprobado con una estrecha mayoría de 60 diputados a favor, frente a 59 en contra y una abstención, el nuevo Ejecutivo de unidad nacional envía a la oposición a Netanyahu y estará liderado los dos primeros años por el ultranacionalista Naftali Benet y los dos siguientes el centrista Yair Lapid, acabando con más de dos años de bloqueo político en Israel.

"Determino que la Knéset ha expresado su confianza" en el nuevo Gobierno, informó ante la cámara tras la votación el nuevo presidente del Parlamento, Mickey Levy, elegido en el Knéset minutos antes, un cambio que la prensa israelí se apresuró a calificar como "histórico" y una "nueva era".

La votación que ratificó el nuevo Ejecutivo se produjo esta tarde en una sesión parlamentaria marcada por un ambiente de crispación y tensión, en que Benet -como primer ministro designado- hizo un llamamiento a la unidad y reconciliación nacional, mientras diputados del Likud de Netanyahu, de formaciones ultraortodoxas y del Partido Sionista Religioso le interrumpían, increpaban e insultaban.

Por su parte, el primer ministro en funciones de Israel, el conservador Benjamín Netanyahu, dijo que "continuará la misión" de "garantizar la existencia y seguridad" de Israel, y en caso de verse relegado a la oposición, aseguró que buscará maneras de "derrocar" al nuevo "Gobierno del cambio" para volver a liderar el país.

"Si estamos destinados a estar en la oposición, lo haremos con la cabeza en alto hasta que derroquemos a este peligroso Gobierno", declaró Netanyahu durante una crispada sesión parlamentaria donde se debe ratificar la nueva coalición formada por una amplia amalgama de partidos que le echaría del poder tras 12 años consecutivos.

En su discurso ante la cámara, el aún jefe de Gobierno reclamó los logros de sus últimos años, agregó que un millón de personas votó a su partido Likud en los comicios de marzo para crear un Ejecutivo derechista y aseguró que el nuevo primer ministro designado, el ultranacionalista Naftali Benet, no tiene legitimidad para el cargo en una coalición que consideró "débil" ante enemigos como Irán.

Netanyahu acusó a Benet -pendiente de ser ratificado como jefe de Ejecutivo en un Gabinete rotatorio con el centrista Yair Lapid- de cometer "el mayor fraude de la historia de Israel" e incumplir sus promesas ante sus votantes de derecha, algo que "la población no olvidará".

El todavía jefe de Gobierno, el más longevo en la historia del país con 15 años acumulados en el poder (1996-1999 y 2009-2021), recordó que ya consiguió volver al Gobierno tras estar en la oposición dos veces previas, y remarcó que los miembros de la nueva coalición "no silenciarán" a los votantes del Likud y del resto de los partidos de derecha y ultraortodoxos que son sus aliados.

"Junto con mis compañeros en el Likud y la derecha convertimos a Israel en un poder global y real en muchas áreas, lo hicimos sin rendirnos a la presión internacional y reforzando nuestro poder tecnológico, diplomático y de seguridad", agregó Netanyahu.

Su discurso se produjo poco antes de la votación de confianza que debe ratificar el nuevo Gobierno israelí, integrado por ocho partidos políticos de casi todo el espectro político -desde la izquierda hasta la extrema derecha, incluyendo un partido árabe-, que se aliaron en base a una única meta común: destronar a Netanyahu.

En caso de confirmarse su formación, el nuevo Ejecutivo buscará restaurar la unidad nacional, tras años de polarización con Netanyahu, además de poner fin a más de dos años de bloqueo político y cuatro elecciones celebradas en este mismo período.

"Es el momento de pasar el liderazgo de la nación y el Estado a la próxima generación", dijo hoy Benet, que llamó a la reconciliación y a acabar con "la división prolongada" y "la lucha entre hermanos".