- “Esto es muy duro y no sé ni qué es menos peligroso: si intentar huir por la carretera o quedarme encerrada en mi casa”. Quien habla es Victoria Paranomova, tiene 32 años, vive en Chernígov -140 kilómetros al norte de Kiev- y es profesora de inglés. O por lo menos lo era hasta el día de ayer. “Ahora ya nadie necesita clases de inglés en Ucrania. No sé cuánto tiempo va a durar esta guerra ni de qué vamos a vivir ahora los trabajadores”, relata con tristeza.

Atrincherada en su casa junto a su madre y su perro, prepara su sótano para un posible ataque. “Estamos metiendo cosas básicas como alimentos y agua por lo que pueda pasar. Dicen que es más seguro dormir en el sótano y eso es lo que vamos a hacer porque las próximas noches van a ser peligrosas”.

Una noche que tampoco olvidará nunca será la de ayer, cuando le despertó la ofensiva de las tropas rusas. “Nos levantamos por la mañana a las 6 y pico porque escuchamos algunos disparos. El ruido sonaba lejos, pero era fuerte. Después, nos han avisado con una alarma por toda la ciudad y ya nos imaginábamos lo que estaba pasando. Hemos empezado a leer las noticias y hemos visto que, efectivamente, había empezado la operación especial, como la llama Putin”.

Y el temor siguió durante todo el día. “Tenemos mucho miedo. Y eso que todavía no han llegado a nuestra ciudad y no sabemos si van a pasar por aquí o no. Hemos visto tanques en la ciudad y eso es muy impactante. Alrededor de las 4 de la tarde, hemos vuelto a oír ruidos y hemos vivido de nuevo momentos de tensión. Por suerte, ahora que ya es tarde estamos más tranquilos. Eso sí, por la noche no se puede salir de casa porque hay un estado militar y las calles están totalmente vacías. Chernígov es ahora una ciudad gris y oscura”, describe.

Durante el día, la población sigue saliendo a la calle, aunque el único motivo es buscar una mayor seguridad. “La gente sale a la calle sobre todo porque así evita estar en casa y trata de alejarse de los edificios, que parece que es más seguro”.

Aunque hay gente por la calle, la mayoría de los trabajos cerraron en la jornada de ayer. “Las tiendas estaban hoy (por ayer) abiertas, pero han cerrado a partir de las 14.00. Tampoco hay colegios ni guarderías. Ahora, supongo que tendrán que habilitar algunas tiendas para que podamos comprar alimentos básicos o algo, pero no sabemos nada”.

Lo que ocurrió ayer fue la crónica de un ataque anunciado. “No nos ha pillado por sorpresa porque decían que iba a empezar la guerra desde noviembre. Cada día decían una cosa y todos sabíamos que podía pasar, pero no esperábamos un ataque a esta escala”, explica.

Pese a las amenazas de una ofensiva rusa, la vida en Chernígov era normal hasta el día de ayer. “En nuestra ciudad hemos estado trabajando hasta hoy (por ayer). La gente tenía su trabajo y su vida y cada uno estaba a su manera feliz. Nos fuimos a dormir como si fuera un día más porque nadie esperaba que se fueran a atrever. Vivimos en un país europeo y deberíamos tener alguna garantía. Pero parece que nadie puede o quiere hacer nada”.

Las dos abuelas y la madre de Victoria Paranomova viven en la ciudad, lo que dificulta una posible marcha. “Mi madre tiene mala salud y no está en condiciones para hacer un viaje tan largo. He pensado en salir, pero para irnos del país tendríamos que atravesar todo el territorio y por las carreteras oficiales es muy peligroso. No sé dónde voy a estar más a salvo, la verdad”.

Algunos de sus vecinos, en cambio, si tuvieron la oportunidad de escapar hace algunos días. “Hay gente de mi edificio que salió del país o de la ciudad. Algunos han optado por irse a los pueblos porque creen que están más seguros al haber menos casas, pero bueno. Solo una poca gente rica se fue del país antes de ayer, pero la gente normal se ha quedado porque tiene su trabajo”, asegura.

Victoria Paranomova representa la desolación, el desamparo y la tristeza ante un ataque militar. “Es una auténtica tragedia porque ha muerto mucha gente y bastantes eran civiles. Siento mucho dolor y tristeza y no me parece normal que se haya iniciado una guerra y que los políticos no hagan nada. Ellos son los únicos que pueden intervenir de alguna manera. Estamos en pleno siglo XXI y parece que todavía no se han dado cuenta de que la paz es lo mejor. Es muy duro ver que no podemos hacer nada. No me lo puedo ni creer”.

Victoria Paranomova ha visitado Pamplona en nueve ocasiones como monitora de niños que vienen de Ucrania a pasar el verano con familias de acogida. Lo hizo desde 2011 a 2019, cuando irrumpió la pandemia. Ahora, sueña con que el conflicto termine y pueda regresar este verano como monitora de los niños ucranianos. Como siempre. Como antes de que escuchara bombas desde su casa.

“Guardamos agua y comida en el sótano

y dormiremos

allí porque dicen que

es más seguro”

“Estamos en

el siglo XXI

y parece que los políticos no se han dado cuenta de que la paz

es lo mejor”

Residente en Chernígov