n adolescente ha matado al menos a 19 menores y dos adultos en la escuela primaria Robb en la localidad de Uvalde, Texas. El fusil ametrallador era de tal potencia que el funeral se realizó con los féretros cerrados. En 2021 hubo 61 incidentes de “tirador activo” en Estados Unidos, un aumento del 52% con respecto al año anterior y el más alto registrado. Todos estos casos tienen un único denominador común: fácil acceso a armas de fuego. Los datos de del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican que unos 7,5 millones de adultos, cerca del 3% de la población, compraron armas de fuego por vez primera entre enero y abril de 2021.

La primera consecuencia de la proliferación de armas a partir de abril de 2020 fue que más de 45.000 ciudadanos murieron a tiros en 2020, entre ellos unos 4.300 jóvenes. Casi ocho de cada diez estadounidenses asesinados en 2020 -19.384 de 24.576- murieron a tiros. Este es el porcentaje más alto desde 1968, y supone un aumento del 14% con respecto al año anterior, un aumento del 25% con respecto a los cinco años anteriores y un aumento del 43% con respecto a la década anterior. Cuanto mayor es el arsenal, mayor es el peligro de muerte y más son los muertos.

El 43% de las muertes relacionadas con armas de fuego en los Estados Unidos en 2020 fueron asesinatos (19.384), según los datos de la CDC. El FBI estima que alrededor del 68% de los homicidios ocurren con armas de fuego: Un promedio de 53 personas murieron a tiros cada día. El 54% de las muertes relacionadas con armas de fuego en 2020 fueron suicidios (24.292). Más de la mitad (53%) de los suicidios en 2020 (24.292 de 45.979) involucraron el uso de un arma de fuego. El número de suicidios con este tipo de armas también ha aumentado en los últimos años, un 10% en cinco años y un 25% en diez años. 2018 fue el peor año, con un total de 24.432 suicidios con arma de fuego: Un promedio de casi 67 al día. El resto de las muertes por arma de fuego en 2020 (3%) fueron accidentes (535), encuentros con la policía (611) o circunstancias indeterminadas (400).

Los datos son trágicos. Entre 2019 y 2020 se ha producido un aumento de casi el 30% de muertes relacionadas con estas armas entre menores de hasta 19 años. Y este fenómeno es proporcional al aumento de los homicidios por armas de fuego, que asciende a un 33% en 2020 según la CDC.

Los números siguen creciendo en 2022. 17.196 personas han muerto por arma de fuego hasta ahora: 7.626 homicidios (44%) y 9.570 suicidios (56%) según Gun Violence Archive. 140 niños de 0 a 11 años han perdido la vida y 289 han resultado heridos. El número de adolescentes muertos es de 507, y 1.305 heridos.

Un problema de EEUU

No es un fenómeno reciente. Una comisión formada por el presidente Lyndon B. Johnson en 1969 estimó que dos de cada tres homicidios se cometían con arma de fuego. Éstas eran el principal instrumento de muerte en la escena del crimen en los Estados Unidos, principalmente debido a la cultura del uso y posesión de armas. En ese momento circulaban en la república alrededor de 90 millones de armas de fuego. En 2011, los estadounidenses poseían aproximadamente 270 millones, casi el 45% de los hogares poseían una. Hoy hay más de 390 millones de armas de fuego en manos de civiles.

Es un problema genuinamente estadounidense. Si en EE.UU. la tasa de mortalidad por armas de fuego era de 10,6 por cada 100.000 habitantes en 2016, en Canadá era del 2,1 y en Australia no llegaba al 1,0. Pero es asimismo un problema genuinamente político, y teñido de rojo, ya que en 2020 los estados con las tasas más altas de muertes relacionadas con armas de fuego corresponden a cuatro estados genuinamente republicanos: Mississippi (28,6 por cada 100.000 habitantes), Louisiana (26,3), Wyoming (25,9), Missouri (23,9) y Alabama (23,6). Los estados con las tasas más bajas corresponden a cinco estados demócratas: New York (5,3), Rhode Island (5,1), New Jersey (5,0), Massachusetts (3,7) y Hawaii (3,4). En cualquier caso, todos ellos están muy por encima de las tasas de Australia, Canadá y la mayoría de los países europeos.

Los homicidios con armas de fuego afectan de manera desproporcionada a las personas más jóvenes. Debido a la amenaza real de un tiroteo, los adolescentes de las escuelas urbanas tienen miedo a los ataques y algunos deciden portar armas para “protegerse”. Una investigación de 1990 entre alumnos de grado 11 (entre 16 y 17 años) en Seattle encontró que el 6% había llevado un arma a la escuela; en 2000, una encuesta encontró que uno de cada diez estudiantes de secundaria había llevado un arma a la escuela durante los 30 días anteriores.

Diversos estudios en el ámbito de la psicología social muestran que cuando un menor efectúa un “ataque preventivo”, aunque sea causado por una amenaza imaginaria, su entorno se vuelve más agresivo y peligroso, ya que es probable que esta acometida provoque un ciclo de violencia. En este caso, la convicción del menor de estar en peligro se convierte en una “profecía autocumplida” o autorrealizada: el menor que ve el mundo más violento de lo que en realidad es, genera un mundo más violento.

Miles de muertos por accidentes

Arthur L. Kellermann señaló en 1993, los adultos suelen comprar armas para “defenderse” pero es poco probable que estas armas se usen contra delincuentes. Miles de estadounidenses han muerto en los últimos diez años a causa de accidentes con armas de fuego. Pero no se trata solo de accidentes, irónicamente, el mayor peligro de un arma de fuego en el hogar es que aumenta exponencialmente la probabilidad de que alguien la use contra su propietario. Dicho de otro modo, comprar un arma de fuego aumenta considerablemente la probabilidad de ser asesinado.

Hay un tercer efecto derivado de la posesión de este tipo de armas en el hogar: Producen más suicidios que homicidios. Muchas personas intentan suicidarse menos de una hora después de una crisis circunstancial y en este contexto las armas de fuego son notablemente más efectivas que otros métodos. Comprar un arma es un ejemplo de violencia autoprotectora, una conducta que forma parte del comportamiento normal del ser humano, pero los estudios revelan datos preocupantes: El suicidio entre adolescentes con armas de fuego es cuatro veces mayor que en los hogares donde no hay armas. Es mayor aún en casas donde las armas son de fácil acceso y están cargadas.

La hipótesis del “efecto arma”, propuesta por los psicólogos sociales Leonard Berkowitz y Anthony LePage en 1967 en el artículo “Las armas como estímulos que provocan agresiones”, sostiene que la mera presencia de un arma conduce a un comportamiento más agresivo entre los seres humanos. En 1998, el psicólogo social Craig Anderson añadió que las armas poseen “un efecto de cebado” por lo que incluso la mera exposición a palabras relacionadas con las armas de fuego puede generar pensamientos, sentimientos y acciones violentas.

“Un hombre con un arma es un ciudadano. Un hombre sin arma es un súbdito”, dijo el representante republicano de Florida Allen West. Lo que nos muestran las tasas de criminalidad es otra cosa: una persona con un arma es un peligro para los demás y para sí misma, y en ocasiones un cadáver o incluso una colección de cadáveres. Tener un arma no es ni un derecho ni un deber, y dispararla solo puede ser o fatuo, o peligroso o delictivo.

Hoy hay más de 390 millones de armas de fuego en manos de civiles en Estados Unidos, con el resultado de 17.196 muertos