La explosión de casos de covid en China ha puesto el alerta a toda la comunidad internacional. Los datos de la evolución de la pandemia en el país asiático, junto a la decisión de abrir sus fronteras a partir del próximo ocho de enero, han provocado que muchos países hayan tomado medidas para evitar un nuevo brote del virus, preocupados por las pocas imágenes que llegan de China recuerdan a aquellas que nos dejo el inicio de la pandemia.

EE.UU., Japón, Malasia, Corea del Sur, India o Italia han vuelto a instaurar más controles en los aeropuertos y han recuperado la exigencia de pruebas negativas a los viajeros procedentes de China y cuarentenas para los positivos. El Estado español ha sido el último en sumarse a esta lista de países y este viernes la ministra de Sanidad, Carolina Darias, haya informado sobre el regreso de la obligatoriedad de las pruebas PCR negativas o en su defecto la certificación de la pauta de vacunación completa para los viajeros con origen en China.

La opacidad de las autoridades china sobre la ola de contagios es total y desde hace unas semanas no publica los datos de la pandemia. Mientras que Pekín certificó este jueves una única muerte por covid, otras fuentes apuntan a que se producen más de 5.000 fallecimientos diarios por el virus y que se detectan alrededor de un millón de nuevos positivos al día. De hecho, un informe de la Comisión Nacional de Sanidad china filtrado a la prensa, mantiene que solo en los primeros 20 días del mes de diciembre se habría infectado el 18 % de la población china, 248 millones de personas. Sin embargo, las autoridades chinas solo reconocen en ese mismo periodo el contagio de 58.000 ciudadanos.

Cuando se pensaba que 2023 sería el año para despedirse de la pandemia, el año va a comenzar con un brote sin precedentes en China en el que pueden haber influido varias causas.

Precipitación al levantar las restricciones

El régimen chino ha mantenido desde el inicio de la pandemia una férrea política de Cero covid. Las protestas del pasado mes por el hartazgo de los ciudadanos ante las restricciones provocaron un cambio de rumbo en las políticas sanitarias que se han ido relajando desde entonces.

Las protestas por las duras restricciones surgieron en las principales ciudades china en noviembre. EFE

A principios de diciembre se eliminaron los confinamientos y las pruebas obligatorias. Y esta relajación coincidió con un aumento de casos lo que favoreció el estallido de positivos.

Sin contacto con el virus

Otra consecuencia de la política de cero covid por la que ha optado China desde el inicio de la pandemia, es que su población apenas ha tenido contacto con el virus por lo que no han desarrollado inmunidad natural que les hiciera menos vulnerables ante un brote de estas características.

Insuficiente nivel de vacunación

China cuenta con más de 1.400 millones de habitantes, y no ha sabido dirigir con éxito su programa de vacunación. Solo dos de cada cinco personas mayores de 80 años han recibido la vacuna de refuerzo.

Vacunas poco eficaces

Además, hay dudas sobre la efectividad de los sueros chinos que son los únicos que llegan a la población puesto que el régimen ha prohibido importar vacunas de ARN mensajero, como Moderna y Pfizer. Las chinas, Sinopharm y Coronavac, han demostrado ser mucho menos eficaces que las usadas en Europa y EEUU.

Imagen promocional del inicio de la campaña de vacunación en China. EP

Todas estas variables, junto al levantamiento de las restricciones ha provocado el caldo de cultivo perfecto para este estallido de casos, y ha levantado los recelos de otros países ante la posibilidad que surjan otras variantes.