Cualquiera que pase esta semana por cierta calle de Milagro donde vive Santos Cerdán y vea apostadas una docena de cámaras y fotógrafos enfocando a una puerta y al número 33, se dará cuenta de lo ajena que resulta en ocasiones la actualidad al público en general y las situaciones absurdas que se plantean. Eso ha sucedido esta mañana, sin ir más lejos. Mientras la localidad ribera de Milagro se desperezaba y comenzaban a caer las primeras gotas, el ex dirigente socialista realizaba su primera aparición pública desde que dejara la prisión de Soto del Real y tras llegar de noche a su casa.
Dos calles más allá de la vigilada puerta del número 33, el mercadillo se llenaba de vecinos que buscaban frutas y verduras de temporada a buen precio, cerca de la casa de cultura, último lugar donde Santos Cerdán asistió como autoridad a un acto público, a principios de junio de este año en la Fiesta de la Cereza local.
Horas de espera
“Cerdán ha salido de su domicilio a las 11.00 para ir a casa de sus padres y volver una hora después con un plato de comida y recoger a su mujer, con quien a las 12.30 ha vuelto a emprender la marcha en su coche Volvo para ir a comer a casa de su hermana Belén”, decía la narración de la crónica bajo los obligados paragüas. Un coche de la Guardia Civil, pasa por delante de vez en cuando y una barredora obliga a detener las crónicas. Una papelera llena de botellas, latas y envases de tortillas de patatas refleja las horas de espera de los periodistas.
El desarrollo de la escena había sido seguido por las cámaras con inusitada pasión ante los ojos atónitos de los vecinos de calle y de muchos otros curiosos que se han acercado para comprobar cómo era la realidad al otro lado de la cámara y cómo se preparaban las intervenciones de los periodistas que, minutos más tarde, se pueden ver en programas de máxima audiencia y que, durante más media hora, hablarán intensamente sobre esas dos acciones.
Belén Cerdán, la hermana de Santos Cerdán, vive a escasos 500 metros pero también había cámaras apostadas en esa otra calle, una distancia que el exdirigente socialista ha cubierto en coche. Tras esa única acción, los periodistas hemos seguido apostados en ambos domicilios con el único objetivo de tratar de captar la salida de la casa del encausado o la vuelta a su domicilio. Ésa ha sido toda la acción informativa que se ha podido vivir esta mañana en Milagro. Para eso, los vecinos de las viviendas cercanas han prestado testimonio en distintos medios durante varios días, para decir poco más que “es un buen vecino”, “no tenemos queja de él”, “ya se demostrará o no lo que dicen que ha hecho, pero como vecino es muy bueno”.
La realidad
Mientras, la vida en Milagro, donde Santos y Belén fueron concejales socialistas, sigue sin ninguna alteración, los niños y niñas que salen del colegio cercano y arrastran las mochilas con su característico ruido, los últimos puestos del mercadillo recogen su mercancía en las furgonetas y en la barra del único bar abierto, en un día gris y lluvioso que amenaza nieve, solo se encuentra una sesuda conversación sobre la medida de edad de la población española, en un extremo, y un lector de periódico, en la otra, que lanza improperios, quizás a su propio vecino, mientras lee las últimas noticias.
La actualidad está cada vez más alejada de lo que buscamos periodistas y cámaras en la vida normal de los vecinos de quien acapara buena parte de los odios y acusaciones del país. Quizás, precisamente por eso, Santos Cerdán busca refugio en su localidad natal.