Rattenkrieg. Guerra de ratas. Así llamaban los soldados alemanes a la brutal batalla que libraron contra los soviéticos en la mítica batalla de Stalingrado. Una guerra sin cuartel, casa a casa, hombre a hombre, rodeados de escombros, que pasaría a la historia como una de las más sangrientas de la II Guerra Mundial. En el reciente 80 aniversario de la victoria de Stalingrado, Vladímir Putin utilizaba aquel símbolo de resistencia para justificar la guerra contra Ucrania. Lo que no sabía el presidente ruso era que en muy poco tiempo los ucranianos tendrían su propio Stalingrado, Bajmut.

Desde agosto, las fuerzas rusas, lideradas por los mercenarios del grupo Wagner, tratan de tomar la ciudad de todas las formas posibles. Bajmut, antigua ciudad de 77.000 habitantes, se ha convertido en el símbolo de la resistencia ucraniana. Devastada por la artillería rusa, las tropas ucranianas tratan de defenderla calle por calle de las oleadas de asaltantes rusos. Una carnicería en la que ambos bandos tratan de no ceder, ya que Bajmut se ha convertido en la gran batalla de la guerra de Ucrania.

Ninguno de los bandos da cifras sobre bajas, pero todos los expertos coinciden en que ambos bandos se están desangrando en la ciudad

Las imágenes de soldados ucranianos defendiendo las trincheras a pocos metros de los soldados rusos, o las de las luchas callejeras dentro de lo que queda del centro de Bajmut dan muestras de la brutalidad de la batalla. Ninguno de los bandos da cifras sobre las bajas, pero todos los expertos coinciden en que ambos bandos se están desangrando en Bajmut. También comienzan a surgir las dudas sobre la operación dentro del mando ruso y ucraniano, ante el desgaste que puede significar una sangría tan grande para ambos ejércitos, teniendo en cuenta la posibilidad de futuras ofensivas y contraofensivas los próximos meses. Pero en Bajmut se está peleando más que por una simple victoria militar.

Bajmut, al igual que Stalingrado, se ha convertido en algo más que una batalla. Bajmut es ahora el símbolo de la resistencia ucraniana.

Stalingrado tampoco parecía a primera vista un gran objetivo estratégico para el alto mando alemán. La ciudad posibilitaba abrir el camino a los campos petrolíferos del Cáucaso. La Blitzkrieg alemana necesitaba mucha gasolina. Pero la alusión a Stalin del propio nombre de la ciudad, significaba un hecho propagandístico que Hitler quería aprovechar. Con lo que no contaba el Führer era que Stalin no estaba dispuesto a ceder la ciudad que llevaba su nombre. Aquel era el lugar que serviría para frenar en seco el avance alemán en el frente oriental. No había opción de retirada, los alemanes no debían pasar de Stalingrado.

Al igual que Stalingrado, se ha convertido en algo más que una batalla. Bajmut es ahora el símbolo de la resistencia ucraniana

El general al mando de Stalingrado, Vasili Chuikov, lo tuvo claro. Si había que frenar la maquinaria militar alemana, su única baza, era atraer a los alemanes a una guerra de desgaste cuerpo a cuerpo entre escombros y en las condiciones más brutales posibles. Stalin incluso dejó población civil en la ciudad, para que sirviese de motivación y apoyo a la resistencia soviética. El sexto ejército de Friedrich Paulus cayó en la trampa. Stalingrado se convertiría en una carnicería durante meses. Aún no se conoce la cifra exacta de las bajas de la batalla, pero se habla de entre un millón y dos millones de muertos. Stalingrado pasaría a la historia como símbolo de la resistencia soviética, pero también de una de las mayores carnicerías de la historia.

80 años después, Bajmut parece haber recogido el legado de Stalingrado. Rusos y ucranianos se masacran día tras día tratando unos de defender la ciudad, los otros de asaltarla. Se habla de más de mil bajas diarias por bando, y las imágenes de las luchas casa por casa y de trinchera a trinchera llenan diferentes canales de internet. Pero la apuesta de Putin y Volodimir Zelenski parece clara. Ninguno de ellos está dispuesto a ceder terreno. Putin está poniendo lo mejor de su fuerza de choque, el grupo Wagner, en la toma de la ciudad. Mientras, Zelenski ya ha dicho que no abandonarán Bajmut, tengan que pagar el precio que sea. A pesar de que los analistas y expertos coinciden en el poco valor estratégico de Bajmut, ambos ejércitos parecen entender que su toma puede ser clave para el futuro de la guerra. ¿Qué está en juego realmente para rusos y ucranianos en Bajmut?

La única victoria para Putin

En el lado ruso, Bajmut es un asunto de gran interés para Putin, que puede buscar en Bajmut una victoria de resonancia internacional ante la imposibilidad de avanzar ofensivamente en el resto del territorio ucraniano. Hace pocos días expertos estadounidenses anunciaban que según su opinión las fuerzas rusas se encontraban agotadas ofensivamente. La esperada gran ofensiva coincidente con el primer aniversario de la invasión tampoco parece que haya ocurrido. Bajmut puede ser para Putin la única victoria al alcance de la mano desde que comenzó la invasión.

La apuesta de Vladímir Putin y Volodimir Zelenski parece clara. Ninguno de ellos está dispuesto a ceder terreno en Bajmut

Pero Bajmut se ha visto ligado también a otro nombre del bando ruso, el del magnate Yevgueni Prigozhin, y la organización paramilitar que controla, el grupo Wagner. Son estas tropas mercenarias las que se han convertido en la vanguardia del asalto de Bajmut, y las que están llevando el peso del asalto. Incluso el propio Prigozhin se encuentra en la ciudad, en primera línea con sus hombres. Está claro que la apuesta del líder de Wagner es clara por la victoria en esta batalla. Del éxito o no dependerá incluso el futuro del propio grupo.

La batalla está ligada a otro nombre del bando ruso, Yevgueni Prigozhin, y la organización paramilitar que controla, el grupo Wagner

Formada por antiguos militares de las fuerzas especiales rusas, el grupo Wagner se ha convertido en el ejército irregular del propio Putin. Como empresa internacional de seguridad, Wagner ha enviado a sus mercenarios a apoyar militarmente a los regímenes a los que apoya el Kremlin. Malí, Siria, Sudán o Mozambique han sido conflictos en los que Wagner ha actuado según los intereses de Putin. Para muchos expertos el grupo Wagner es el encargado de realizar las tareas “sucias” para mantener los intereses y la influencia del gobierno ruso alrededor del mundo.

En la invasión de Ucrania el papel de Wagner ha ido en aumento. Se han convertido en el grupo de choque del ejército ruso, y en Bajmut han tomado el papel protagonista incluso a nivel mediático, llegando el propio Prigozhin a criticar y enfrentarse públicamente con el ejército ruso por no suministrarle munición. Para algunos expertos, Bajmut puede ser clave para la lucha de poder entre Wagner y las autoridades militares rusas. Una lucha de poder que puede ser muy importante en el futuro devenir de la guerra.

Wagner parece verlo muy claro, por lo que está poniendo todos sus recursos humanos y materiales en Bajmut. Algunos medios internacionales denuncian que incluso se están utilizando presidiarios para cubrir las enormes bajas que el grupo está sufriendo. Se habla de incluso 50.000 expresidiarios reclutados Medios militares ucranianos también denuncian que están utilizando a soldados en oleadas humanas como carne de cañón. Un ejemplo más de la brutalidad que se está exhibiendo en Bajmut.

Un símbolo para Zelenski

En el lado ucraniano, la apuesta de Zelenski también es muy fuerte. Las críticas al empeño de mantener Bajmut también han sido muchas. Para algunos, Bajmut está consumiendo a las mejoras tropas del ejército ucraniano, a la vez que está siendo un desgaste también a nivel de material militar. Las peticiones urgentes de munición dejan claro que Bajmut está siendo arrasada por la artillería un día tras otro. Tanto humana como materialmente, para muchos analistas la batalla de Bajmut puede ser una auténtica rémora para una futura contraofensiva ucraniana.

Pero Zalenski parece tenerlo claro. Bajmut se defenderá hasta que no quede más remedio. Según sus afirmaciones públicas, Bajmut es clave para mantener la estabilidad de todo el frente. El reciente funeral del conocido militar Da Vinci, nombre de guerra de Dmytro Kotsiubailo, uno de los grandes héroes de la resistencia de Bajmut, deja claro la importancia que para Zelenski tiene el mantener esa posición no sólo en lo militar, también en lo simbólico. Para muchos Zelenski ha creado un nuevo símbolo, el de Bajmut, que encarna la resistencia del pueblo ucraniano ante el invasor ruso.

Pero la necesidad de mantener y resistir en Bajmut va más allá de lo simbólico y lo militar para los ucranianos. La batalla de Bajmut es necesaria para que los aliados occidentales no olviden sus promesas a los ucranianos. Recuerda al público occidental en cada telediario el enorme precio que están pagando los ucranianos, y sobre todo, el compromiso de sus gobiernos en el suministro de munición y armas para ganar esta guerra. Una ayuda militar sin la que Ucrania lo tendrá muy difícil en el futuro. Bajmut por tanto es algo más que un símbolo, también es el escenario donde se está jugando un episodio crucial en la invasión de Ucrania.

El 19 de noviembre de 1942, justo cuando los alemanes ya casi tenían Stalingrado tomada, un millón de soldados soviéticos lanzaban una ofensiva sobre el flanco de los alemanes, tomando a los soldados rumanos que protegían esos flancos por sorpresa. Stalin había logrado lo que quería con Stalingrado, parar a los alemanes el tiempo suficiente para preparar la primera gran ofensiva de los soviéticos. El sexto ejército de Paulus estaba rodeado, y lo que quedaba de él se rendiría meses después. Era el primer revés militar de Hitler, y el principio de su fin.

Veremos si al igual que en Stalingrado, Bajmut puede ser el lugar donde los invasores consuman sus fuerzas definitivamente, y los asediados logren iniciar una contraofensiva exitosa. O si Putin y el grupo Wagner pueden apuntarse su primera gran victoria. Lo único claro es que Bajmut pasará a la trágica lista de otras ciudades arrasadas y devoradas por la guerra, como Stalingrado, Verdún, Grozni o Alepo. Una nueva carnicería que al igual que la mítica Stalingrado, no sólo simbolizará la resistencia al invasor, sino el lado más oscuro del ser humano.