En los últimos años, el papel de la industria ha vuelto a cobrar un protagonismo especial en el desarrollo económico y social de los territorios y, más recientemente, con las últimas crisis acaecidas desde 2007, la industria ha demostrado su capacidad tractora y de resiliencia.

Con todo, y dada la importancia del sector industrial para Navarra, es importante tener en cuenta que la globalización, los retos medioambientales y sociodemográficos y la complejidad de las situaciones derivadas de las últimas crisis (primero con la económica- financiera, la pandemia de la covid-19, el encarecimiento de precios, ruptura de la cadena de suministro y la crisis energética motivada por la guerra de Ucrania y los enfrentamientos en la geopolítica actual) han generado cambios profundos y de corte estructural en el modelo productivo y de competitividad de los sectores industriales.

Tanto en Navarra como en el resto de las economías, como consecuencia de las crisis a lo largo de la historia (después de la segunda guerra mundial, la industrialización, la crisis del petróleo 75-80, o la crisis financiera del 2008-2009), se ha producido la desaparición de sectores completos de actividad, se han generado tasas de paro que han llegado a afectar a más del 20-30% de la población, cierre y desaparición de empresas que provocan movimientos migratorios de la población activa, para pasar después a un ciclo de recuperación. En el momento actual, la crisis derivada de la Covid puede tener consecuencias similares a las pasadas crisis, si bien existe una diferencia notable en su origen, siendo en este caso motivado por una crisis sanitaria.

Mientras en las crisis económicas previas, como en el caso de la postguerra, la destrucción de empleo y la desaparición de empresas era originada por un modelo económico/productivo obsoleto (ya no recuperable) o bien por la destrucción del sistema productivo, en la actualidad no se ha destruido el sistema productivo. Es cierto que ahora nos encontramos con una economía “a ralentí” como resultado de las tensiones en el transporte internacional y en la cadena de suministros por la incapacidad de contener la covid-19 y en un contexto de desajustes en los precios de la energía, con dificultades de acceso a materias primas, agravadas por la crisis que está generando la invasión de Rusia a Ucrania y otros factores geopolíticos que están cuestionando el orden mundial. Todo ello ha puesto en evidencia la gran dependencia de mercados externos por parte de los países miembros de la Unión Europea en relación con productos que han resultado ser esenciales en la situación actual y para cubrir la demanda en los distintos sectores industriales. Esto ha evidenciado determinadas carencias o debilidades del modelo económico basado en la búsqueda de la mera rentabilidad financiera y generación de dividendos y ello debería servir como señal de la necesidad de un cambio sustancial. Europa lo ha visto claro y ha apostado por una transformación del modelo productivo que deberá encauzarse por la senda de la sostenibilidad y de la digitalización.

Se hace necesario ahora abordar las políticas de reindustrialización, de modernización tecnológica, de competitividad, de formación desde una mirada más humanista, respetuosa con el medio ambiente, de apuesta por los pactos sociales y sinergias colaborativas y de impulso de la innovación abierta; es hora de impulsar esta necesaria transformación a través de políticas de emprendimiento, modernización tecnológica al servicio de mayores cotas de bienestar, captación de inversiones sostenibles, colaboración público-privada para la mejora competitiva, etc. En este proceso serán necesarias iniciativas que permitan analizar de forma segmentada las distintas partes de las cadenas de valor para su engranaje y correcto funcionamiento, posibles carencias o debilidades en las cadenas de valor para su refuerzo –financiación, búsqueda de demanda, búsqueda de proveedores, etc., e identificar los tiempos en la recuperación, qué sectores van a ser palancas de otros, entre otros aspectos–. En este sentido, un elemento clave será, tal y como indica la Comisión Europea, la revisión e incremento de la capacidad de producción de bienes estratégicos, que, si bien se indica para el territorio europeo en su conjunto (como unidad frente a EEUU, China y otras grandes potencias), parte desde el contexto de país y de región.

En este contexto de especificidades regionales, el esfuerzo supondrá algo más que el desarrollo de unas políticas (industriales) tradicionales. Asimismo, revitalizar la economía requerirá la implicación de “dinamizadores” en el desarrollo del ecosistema económico y la rápida recuperación. Estos cambios en la realidad competitiva vinculada a las actividades industriales nos llevan a una continua reflexión desde una mirada renovada sobre el punto de partida del Sector Industrial en Navarra, los retos y oportunidades a los que se enfrentan sus empresas, y cómo desde la Administración puede favorecerse una “transición industrial” para la Comunidad Foral adaptada a los nuevos tiempos y en el marco de la finalización del periodo actual 2014-2020 y el comienzo del próximo periodo 2021-2027, que indican la necesidad de elaborar el nuevo Plan de Industria de Navarra.

Como resultado, el Plan de Industria 2021-2025 de Navarra tendrá que sentar las bases para que la Industria de la Comunidad pueda afrontar, por un lado, los retos derivados de la covid-19; por otro, los nuevos retos y desafíos futuros de la Industria; sin olvidar las propias especificidades de la industria navarra y del territorio. Todo ello con el objetivo de reforzar el liderazgo industrial como motor económico y contribuir, también con esta visión, a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles planteados por la Agenda 2030 de la ONU.

Este plan, que es una continuación del Plan Industrial de Navarra 2020, quiere situar a la industria navarra en el centro de la hoja de ruta de la política socioeconómica de la Comunidad Foral, fortaleciendo la consolidación de las empresas e impulsando la doble transformación necesaria en la industria navarra. En cifras, el objetivo es conseguir el 32% del PIB, alcanzar 74.000 empleos y conseguir un ecosistema de 3.500 empresas.

El Plan identifica tres vectores transformadores de la Industria: la transición a la Industria 4.0, la sostenibilidad y las personas. La transformación hacia la Industria 4.0 (más allá de la digitalización) y la transformación sostenible estarán presentes en los objetivos específicos (y, por ende, en las líneas de actuación) de manera transversal, ya que son vectores clave para el avance de la industria navarra y la mejora de su competitividad, además de abrir nuevas oportunidades para el desarrollo de actividad económica.

En consonancia con la Estrategia de Especialización Inteligente, el Plan Industrial de Navarra 2021-2025 apuesta de manera prioritaria por la automoción, la mecatrónica, la cadena alimentaria, la industria eólica, las energías renovables y recursos ambientales, la biofarmacia, la industria de tecnología sanitaria, la logística y el transporte, el diseño, ingeniería y maquinaria avanzada, la industria gráfica y audiovisual y las TIC.