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Ecosophia vernacular

Ecosophia vernacular

Dentro de la posibilidad de un "mundo-otro" surge la entrañable, hasta cierto punto telúrica, visión de un artista navarro: la del escultor Julio Urdín, valorada desde la escritura sensible de la poeta Marina Aoiz como el devenir de una memoria unificadora de los ámbitos de la naturaleza y cultura vernáculas. En El árbol de la memoria, llega a afirmar constituir parte de "... su latido, de su ansia de crecer, extenderse y elevarse. Una memoria individual que se torna colectiva y se enraiza en un paisaje humanizado ..."; palabras que parecen dirigidas expresamente al conjunto tallado en el parque Mokarte de la villa de Uharte, aunque fueran escritas con alguna anterioridad cuando recién había culminado su otra "gran obra", la del pétreo Cristo yacente de Santa Zita en la localidad de la que es originario de San Martín de Unx. Nuestra poeta continúa afirmando que toda la escultura de este autor le trae al recuerdo la tradición de las antiguas civilizaciones asiáticas, americanas, europeas, y de culturas aborígenes, situándonos "fuera del tiempo o en un tiempo remoto". E incide particularmente en el papel que en todo ello desempeña las múltiples memorias que en la mente humana sugiere las formas de los seres y objetos de la naturaleza cribadas por el cedazo de la visión de un artista del pueblo. Discurso que se puede actualizar en el interior del universal modelo vernacular formulado por el ecólogo Edward Goldsmith. El mismo que admite la posibilidad de un conocimiento inefable, en Michael Polanyi, alejado del reduccionismo cientificista consistente en todo aquello que no se puede verbalizar; puesto que un inefable proceso de pensamiento guía todo nuestro comportamiento dando paso, por ende, al papel preponderante en nuestra existencia de la fémina intuición, el arma secreta de todo artista.

Debido a ello, el modelo vernacular, precisamente, es definido por Goldsmith como el conjunto de aquellas visiones en las cuales los pueblos depositaban su sabiduría en connivencia con la naturaleza. Un rasgo éste común de todos ellos resumido en dos principios, el primero consistente en que "el mundo viviente o biosfera es la fuente primaria de todo beneficio y por consiguiente de toda riqueza...", siendo el segundo un "propósito permanente de que las pautas de comportamiento de una sociedad ecológica debe preservar el orden crítico del mundo natural o cosmos". Su no alteración por procedimientos artificiales de la cultura tecnocrática puesta al servicio del mercado y de la guerra es condición sine qua non para una supervivencia sine die. Un modelo absolutamente enfrentado al actual competitivo basado principalmente en la colaboración, de la gracia, el don y su feminización.

Homenaje a la mujer, primero (bajo la creencia en la afirmación de Ruskin de que no hubo ni se conoce que "nunca el culto de Dama alguna ha sido pernicioso para la humanidad"); a la cultura local, después, y a la memoria histórica de la comunidad, más tarde; el conjunto de esculturas del parque Mokarte tiende la mano al imaginario colectivo de una realidad inexistente. En Michael de Certeau, un universo de interpretación local donde una "espiritualidad se arraiga en la geografía mental de un espacio cósmico y social". La idea mental, tal vez, de la que nos habla Olivier Mongin. Los componentes son muchos, desde el sentir enraizado, ctónico, pasando por las tradiciones de la religión, de la cultura y del sentimiento en una experiencia conclusiva de las razones del por qué de la vida, de su ciclo que tiene en el círculo la forma emblemática de la inalcanzable perfección, invitándonos a considerar el centro como vacío. Justo lo contrario que el neoplatonismo para el que, según Besançon, la metáfora esférica radica en una multiplicidad de centros diluyendo la circunferencia. Y que desde el punto de vista del presunto orden ecológico defendido por Goldsmith viene siendo contestado por las tesis mantenidas del también francés Luc Ferry dada la convicción por él mismo manifestada de que todo "ecologista profundo está guiado por el odio a la modernidad, por la hostilidad hacia el tiempo presente".

En este sentido, Gaia (la Tierra), también es mujer, como árbol y escultura, y supone una alternativa al mundo dado. Así lo supo apreciar María Daraki en su estudio sobre el papel representado por Dioniso, dios entre otras muchas cosas de los árboles (Éndendros), en su relación con la Tierra, defendiendo cómo frente a las muestras modernas del antagonismo entre conceptos y realidades diferentes la función del dionisismo debe consistir en "una lógica circular, que maneja perfectamente la oposición binaria, pero la salda con sí y no"; añadiendo: "En lugar de oponer los términos antagónicos como según se ha sostenido, lo había hecho el espíritu humano en todo lugar y en todo momento, los enlaza, asegurando su unión en circuitos que se repiten, reagrupados en un sistema riguroso". Esto confirma a Dioniso como el dios de las uniones. Y es feliz coincidencia cómo también el pino muestra esta conciliación entre contrarios, en las tesis de Daraki a través de Plutarco, de los mundos opuestos de la mar y de la tierra, pues tanto sirve para el arte de la construcción de barcos como para el arte de la elaboración del vino. De la misma madera en que están realizadas las esculturas del parque Mokarte, sirviendo de igual manera a una idea de la vida y otra de la muerte.

A estas alturas de la cultura y de la civilización no hace falta ser excesivamente vanguardista en lo informal para anunciar el tremendo desastre que se avecina. Lo inefable pero entendible requiere que el mensaje transmitido por la obra, sin caer en la banalización esteticista, pueda ser apreciado desde la sinceridad de los diversos lenguajes artísticos. Actualizar, en este orden, el presente tomando como referencias las muchas experiencias pasadas, es dar una oportunidad al futuro, puesto que como la propia sociedad demanda los modelos del arte también necesitan de un nuevo paradigma.

Así, pues, es finalmente en este conjunto del parque Mokarte donde simbólicamente se une las Gracias y los dones, con Dioniso en cabeza, en un homenaje a la diosa Gea, Madre Tierra o Ama Lur, en todos sus beneficios.