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Miguel José Garmendia, un nacionalista de Oroz Betelu

Músico, abogado, político, asesor jurídico del Gobierno Aguirre, comandante de las milicias vascas, encargado de la evacuación de París... Es la trepidante historia de Miguel José Garmendia, de Oroz Betelu, del que se ha cumplido el centenario de su nacimiento.

Miguel José Garmendia, un nacionalista de Oroz BeteluSAF

EL pasado año se cumplió el centenario del nacimiento de Miguel José Garmendia Aldaz de Etxabakoiz (1909-1986), destacado dirigente del PNV, en Oroz Betelu, un pequeño pueblo del Prepirineo navarro, bañado por las aguas del río Irati, en el seno de una acaudalada familia de la Montaña navarra.

La familia Garmendia que, bajo la batuta de su padre, don Leopoldo, lo fue todo en el Oroz Betelu del primer tercio del siglo XX, sucumbió bajo el mazazo que la historia le propinó, a raíz del golpe militar de 1936. Fue un hombre de pueblo de profunda raigambre aristocrática. Estudió el Bachillerato en el colegio de Lekaroz, donde conoció al padre Hilario Olazaran, siendo su primer y aventajado alumno de txistu, el instrumento preferido que nunca abandonaría, aun cuando dominara también la flauta, el acordeón o el violonchelo. Su compromiso con el txistu le llevó a ser secretario de la Junta Directiva de la Asociación de Txistularis de Euzkadi; de hecho, su último secretario, al desaparecer la misma con la guerra. Además de la música, participó en todo tipo de actividades culturales promovidas por el nacionalismo vasco, entre ellas el teatro. Además de músico, fue abogado, político y empresario.

Abogado y político Si algo caracterizó la vida de Miguel José fue su militancia nacionalista, que mamó en su casa y no abandonó hasta su muerte. En ella se inició de la mano de su padre Leopoldo, jelkide junto a los más destacados nacionalistas del momento en Navarra como Manuel Aranzadi, Santiago Kuntxillos o Manuel de Irujo, con quien le uniría una gran amistad de por vida. El año 1932 se inicia con una gran actividad de mítines por toda la geografía navarra a favor del Estatuto; es el año en que Miguel José irrumpe en la política públicamente en dicha campaña. En Aoiz tenemos como orador a este joven de 23 años, junto con Ángel Blanco Garmendia. En numerosos pueblos navarros lo hará junto a Fortunato Agirre, Manuel de Irujo o Javier Landaburu, entre otras figuras del nacionalismo.

El joven Miguel José ejercía de letrado en el prestigioso despacho de Kuntxillos mientras participaba activamente en la lucha política. A raíz de la revolución de 1934, durante el Bienio Negro ejerció de abogado en el Consejo de Guerra que se siguió contra 172 obreros insurrectos de Eibar. El domingo 20 enero de 1935 fue un día importante tanto para el PNV como para Miguel José. Era el día elegido para la celebración de la Asamblea Regional ordinaria y extraordinaria para la reforma de la organización. Por la mañana, ocupando la mesa presidencial entre otros, el presidente del Napar Buru Batzar (NBB), Ángel Blanco Garmendia, y Manuel de Irujo, diputado a Cortes por Gipuzkoa, fue nombrado Miguel José para constituir el nuevo Consejo Regional. En la Asamblea Extraordinaria, en la que se aprobó el reglamento que orientará en adelante la vida del nacionalismo en Navarra, fue elegido presidente del NBB.

De pamplona a Azpeitia A Miguel José Garmendia el golpe militar del 36 le sorprendió en Pamplona. Inmediatamente se desplazó a Oroz Betelu, siguiendo el cauce del río Irati, donde la familia tenía su casa solariega. Allí esperó la llegada de Santiago Kuntxillos, con quien pasó la frontera por Orbaitzeta e Irati a Esterenzubi. Miguel José volvió a cruzar la frontera en barco en sentido inverso, llegando a Azpeitia para incorporarse al incipiente Euzko Gudarostea. Sustituye a Irujo en el cargo de comandante de las Milicias Vascas. Miguel José, junto con José María Lasarte, permanecerá en Azpeitia hasta su caída en manos de las tropas rebeldes. Así lo recuerda Manuel de Irujo: "Lasarte y Garmendia rivalizaron en tranquilidad, dominio de la situación y valor. Garmendia y Lasarte salieron de los cuarteles y cruzaron las calles de Azpeitia una hora antes de que por ellas desfilaran los requetés".

El primer Gobierno de Euzkadi quedó constituido el 7 de octubre de 1936 bajo la presidencia de José Antonio Aguirre. Telesforo de Monzón fue nombrado consejero de Gobernación. Miguel José Garmendia pasó del frente de batalla, en calidad de comandante de las Milicias Vascas, al despacho de Gobernación con el cargo de asesor jurídico del departamento, siendo nombrado el 17 de octubre de 1936.

Como tal fue responsable de todo lo relacionado con el orden público. Un documento de la Secretaría de Presidencia del Gobierno de Euzkadi de 18 de junio de 1938, cuando Miguel José se encontraba ya en Barcelona, dice: "Llevó el peso de dicha Consejería (Gobernación), destacándose en su intervención en el descubrimiento del famoso caso de espionaje del cónsul Wakonigg y varios militares traidores. Intervino activamente en las principales investigaciones que dieron lugar a la captura y procesamiento de los más destacados enemigos de la República en Vizcaya". El caso terminó con tres sentenciados a muerte que fueron ejecutados inmediatamente.

Inspector de Prisiones En la primavera de 1937, Manuel Irujo, ministro de Justicia, le pidió su incorporación al Gobierno de la República, presidido por el doctor Negrín, como inspector general de Prisiones. Su tarea era ingente. Tenía a su cargo alrededor de 20.000 presos de los que sólo 5.000 tenían jergón, distribuidos en 120 prisiones de las cuales solamente 15 se encontraban en las debidas condiciones. Siete meses después, la población reclusa había aumentado a 25.000 presos pero todos ellos tenían cama completa y ropa adecuada.

Ni siquiera había transcurrido un mes desde su toma de posesión cuando Irujo hubo de enfrentarse a una de sus más graves crisis: el secuestro de Andreu Nin, el dirigente troskista más destacado del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Irujo dio instrucciones a Miguel José para que rescatara al secuestrado poniendo a su servicio todos los medios de que pudiera disponer. A pesar de los esfuerzos extraordinarios realizados por Garmendia, la operación fracasó, no en vano se estaba enfrentado al servicio de espionaje más potente del mundo en aquellos instantes dirigido por el propio Stalin. Dimite en abril de 1938 pero seguirá ejerciendo, ya en Cataluña, importantes servicios a la República y a la causa del nacionalismo vasco.

Es la parte más oscura de su biografía. Según algunos autores ostentó la jefatura del Servicio de Información Militar (SIM); asistió en Ginebra, en junio de 1938, a la XXIV Conferencia Internacional del Trabajo en representación del Gobierno de la República y al caer Barcelona, enero de 1939, vivía en un chalet de Figueras como jefe militar de Fronteras. Barcelona cayó en poder de los franquistas en los primeros días de febrero. Cuando ya la derrota era ineluctable, para el 5 de febrero se organiza la salida de Aguirre, Irujo y Jauregui por Le Perthus coincidiendo con las de Azaña, Martínez Barrio, Companys y Tarradellas, entre otros. Desconocemos los detalles de su salida de Cataluña pero, dado el puesto que en ese momento estaba desempeñando, lo haría después de haber garantizado la evacuación de los máximos dirigentes nacionalistas.

Delegado de Emigración La primera tarea que le encomienda el Gobierno Vasco en París es la de estudiar las condiciones para una posible emigración masiva hacia las distintas repúblicas americanas. Será el responsable de canalizar dicha emigración a Chile, Venezuela, Colombia, México o Argentina. Su última labor en el exilio parisino será organizar la evacuación de París ante la entrada de las tropas alemanas. El propio Miguel José participó en las labores de localización y rescate del lehendakari Aguirre, visitando a varios representantes diplomáticos de países latinoamericanos. En el marco descrito, es protagonista, junto con Andrés Irujo, de una de las aventuras más rocambolescas: su salida de Marsella, pasando por Orán y Casablanca hasta Lisboa, donde son detenidos, para reanudar el viaje, no a Londres sino a Río de Janeiro, cruzando el Matto Grosso, para llegar a Buenos Aires.

El exilio mexicano Nada más llegar a México en 1941, procedente de Argentina donde estuvo 10 meses, le requieren desde el Consejo Nacional de Euskadi para formar parte de la llamada Unidad Militar Vasca que oficialmente sería denominado como Tercer Batallón de Fusileros Marinos, en el ejército de la Francia Libre en la que Miguel José estaba llamado a ejercer un papel decisivo. Ése era su deseo y el de su partido. Puso todo su empeño e ilusión en volver a Londres para encabezar dicha unidad militar.

El 11 de septiembre de 1941, en cumplimiento del pacto con la Francia Libre, es nombrado comandante con graduación de teniente de Navío y cargo de subjefe de Batallón. Al cargo militar se añade el nombramiento de secretario de Defensa del Consejo Nacional. Una vez frustrado este asunto, tiene que centrarse en organizar su vida en el exilio para lo cual desarrollará diversas iniciativas en el ámbito empresarial, particularmente minero, compaginando su vida privada con una intensa actividad política: será directivo en el Centro Vasco; colaborador en la revista Eusko-Deya; ocupará diversos cargos en la Delegación del Gobierno Vasco, y llegará a la presidencia de la Junta Extraterritorial del PNV en México.

La cuestión de Navarra en su relación con el resto de territorios vascos será su particular obsesión a lo largo de toda su vida; idea que explicará y defenderá con ardor en numerosos escritos y en todos los foros a los que tuvo acceso. Sobre su tierra nos dice: "Navarra me preocupa y me apena. Es muy recia Navarra para ser fácilmente labrada… La guerra de 1936 y el Estatuto nos han separado de manera oficial a los navarros de los vascos occidentales". Falleció en México en 1986.