sangüesa. A Leonardo Vinacua, al frente del Yamaguchi de Sangüesa desde el año 1988, le gusta emprender, abrirse a nuevas experiencias, y sobre todo, impulsar y promocionar su ciudad. Echa de menos aquellas cenas medievales en el claustro del Carmen, con las que Sangüesa fue pionera. Por eso, y porque le gusta probar otras cosas, invitado por el Ayuntamiento, se ha embarcado en esta nueva aventura en la cocina, las novedosas cenas chill out. "En estas experiencias, el Ayuntamiento siempre me va a encontrar ahí".

¿Echa de menos las famosas cenas medievales de Sangüesa?

Sí. Decían que era un producto agotado, aunque yo no tenía esa percepción, y me enfadé bastante cuando las suspendieron.

El equipo Vinacua, Abadía, Aramendía, se hizo famoso aquellos trece años. ¿Repite este verano?

No. En esta nueva aventura voy solo, aunque espero que esta experiencia resulte, y que se animen a acompañarme en futuras ediciones.

¿Ha cogido el guante lanzado por el Ayuntamiento rápidamente?

Lo cierto es que sí. No me lo pensé dos veces cuando me propusieron hacerme cargo de estas nuevas cenas. Es una oportunidad de hacer una cosa nueva, y a mí siempre me ha gustado innovar, aunque te debes a tus clientes y tienes que atender sus demandas. Pero, sobre todo, pienso que es una forma de promocionar Sangüesa.

¿En qué consisten estas cenas?

Son una oferta gastronómica moderna, una cocina creativa, original de autor, en un ambiente formal y distendido.

¿Qué puede decir del menú?

He pensado en un menú con mucho respeto al producto, natural y sencillo, con una mezcla de sabores y matices que va a gustar. Se completará con un aperitivo a todos los comensales y que consiste en una ensalada de tomate asado, seguida de taco de bonito y melocotón, y pato confitado. Para postre, mousse de limón, helado de café y chupito de pacharán helado, bañado todo con vinos de la tierra.

¿Y del marco del claustro?

Que es incomparable. No siempre se tiene la oportunidad de cenar en un claustro tan maravilloso. Destaco además que el Ayuntamiento ha hecho un esfuerzo importantísimo en cuanto al mobiliario, tipo de mesa con palés industriales, telas para la decoración, iluminación especial de luces y velas, con ambiente y música chill out.

¿De dónde ha venido esta inspiración?

Ni idea. La anterior alcaldesa, Eskisabel Suescun, la trajo, pero no hubo tiempo para materializarla. La nueva Corporación la ha cogido con ganas y yo también.

¿Qué espera?

Primero que la gente se anime a probar una cosa nueva en un claustro gótico, que abran la mente y que vengan a disfrutar. Después, repetir. Tengo mis reservas, pero también muchas esperanzas de que este formato nuevo guste. Espero también que en los años sucesivos podamos invitar a cocineros de renombre, de Navarra y fuera de ella, para que aporten su buen hacer y su idea a nuestras cenas; que se incorporen a nuestro proyecto.

¿Están dirigidas a un público concreto?

Más bien a gente joven. Bueno, pienso que estarán entre los 25 y los 50 años.

¿Hasta cuándo hay plazo para apuntarse, y dónde pueden hacerlo?

Hasta el jueves. Las cenas son viernes y sábado. En el Yamaguchi, facilitan el número de cuenta.

¿Y el precio?

30 euros, con los que se cubren los gastos de cocina y servicio. Pienso que no es caro.

¿Se trata de un buen negocio?

Para nada. Al contrario, es una aventura difícil que requiere mucho trabajo, un esfuerzo importante y más gente. En total, cinco personas en cocina y siete en sala. De todas formas, yo lo hago con mucho cariño para promocionar Sangüesa porque creo que es una buena apuesta.

¿Le hace falta?

Sí. Estos últimos años se están dejando sentir mucho. Nosotros que estamos asentados lo vemos claro.

¿Qué necesitaría?

Redondear nuestra oferta gastronómica y hotelera con una combinación de actividades, pero no sólo culturales, que están muy bien, si no de aventura, por ejemplo. La gente quiere divertirse, además de comer y dormir. Pero hay déficit de este tipo de empresas, aunque reconozco que los tiempos que corren no ayudan nada.