AUNQUE quiso que su marcha fuera discreta, como toda su trayectoria profesional, Patxi Eslaba Bidondo, maestro en el colegio San Juan de Lumbier durante treinta años, no pudo evitar recibir el viernes el reconocimiento de sus alumnos y alumnas, compañeros y padres agradecidos. "No esperaba tanto", expresó, primero en euskera, visiblemente emocionado y satisfecho. Y es que ya desde la mañana de su última jornada docente vibraron los sonidos de la gaita que le brindaron amigos y familiares. Días antes, se reencontró en torno a la buena mesa con sus excompañeros, los actuales y los anteriores directores. Por la tarde, se hizo una piña con sus alumnos, a medida que recibía el reconocimiento sincero de los 57 por su dedicación, entre flores, poesías, lágrimas y abrazos. Al maestro de euskera los últimos diez años no podía faltarle un Aurresku, que elevó la emotividad del sencillo acto. Los veinte anteriores, impartió Conocimiento del Medio, Cómic y Literatura. Y dejó huella. Así lo reconoció Natalia Labairu, representante de la apyma, quien destacó cómo, el que también fuera su maestro, ha sabido impregnar en dos generaciones el profundo respeto y amor por la naturaleza, así como transmitir el valor del euskera. Tres décadas dan para muchos recuerdos y muchos cambios en el sistema. Cuando arrancaba la de los 80, el joven maestro llegó a Lumbier, su pueblo, del cercano Bigüezal, no exento de polémica, a aquella todavía Escuela Nacional, donde comenzó su labor. Ha tenido el privilegio de disfrutar de su profesión, de desarrollar sus proyectos y lograr sus objetivos. Al cabo de 30 años, Patxi Eslaba echaba el viernes una última mirada a su aula en la escuela familiar y cercana, donde ha transcurrido parte de su vida.
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