Arte en el cementerio
la escultora miren ustarroz se ha especializado en obras funerarias únicas
Al respecto, señala que "la necesidad de marcar y significar el lugar de enterramiento es una necesidad ancestral, que ya viene desde la prehistoria". Y es que la idea de la muerte y, por tanto, el recuerdo de los difuntos, siempre ha estado muy presente en el comportamiento humano. Menhires, crómlechs, dólmenes, pirámides, mausoleos, templos funerarios o las sencillas estelas discoidales son símbolos de esta constante.
Las obras de esta escultora se caracterizan por su simbolismo poético de serenidad y grato recuerdo. Para ello, cuenta siempre con el trato directo y sugerencias de sus clientes, aportando dibujos, bocetos y maquetas a lo largo del proceso, garantizando de ese modo un resultado exclusivo y satisfactorio de la obra solicitada. "Trato de captar la idea que representa a la persona y para ello la imaginería convencional no me sirve", apunta. Así, son obras de distintos estilos y materiales que recogen motivos más identitarios. En la zona son habituales elementos como San Miguel, Beriain u otros elementos como los árboles, eguzkilores o motivos de talla vasca llenos de simbología.
"El ritual funerario está todavía muy unido a la religión católica. Teniendo en cuenta que la sociedad es cada vez más heterodoxa, las instituciones deberían ser capaces de articular espacios plurales que posibiliten distintas celebraciones", señala Miren Ustarroz. En este sentido, cuestiona que "espacios abiertos y públicos como los montes se conviertan en pequeños cementerios que interfieran en el espacio visual de los que disfrutan de estos lugares".
Así, esta escultora uhartearra se ha propuesto adaptar el arte funerario a los nuevos tiempos. "Considero que es natural tratar de conmemorar a un ser querido en esas circunstancias de pérdida y dolor. Mi propuesta son unas piezas pequeñas que denoten una intención votiva pero íntima", observa. Estas piedras que caben en la mano son los maitarriak, una bonita palabra que une la piedra con el amor porque es ese sentimiento en que transmiten.
vocación Ya el proyecto final de su paso por la Escuela de Artes y Oficios fue una urna funeraria de madera que consistía en una figura femenina que sujetaba una tinaja entre las piernas. Al poco tiempo, murió el padre de unos amigos y recibió su primer encargo. Poco a poco, y a través del boca a boca, llegaron más encargos, compaginar el trabajo del taller con sus estudios de Bellas Artes. Ya licenciada, y tras dedicar unos años a la docencia, Miren Ustarroz abrió el pasado año su taller en Arbizu. Además de arte funerario realiza trofeos, intervenciones en el paisaje y objetos varios con diferentes materiales aunque fundamentalmente piedra y bronce.
"Estando en la Escuela de Artes y Oficios, entre los alumnos decíamos que si no teníamos futuro como escultores podríamos montar una funeraria. Así todos podríamos obtener una retribución por nuestro trabajo", señala este escultora, que confiesa estar enamorada de la piedra. "Es un material duro, pero casi terapéutico. No puedes coger las herramientas estresada ni cabreada. Tienes que ir calmada. Si te equivocas, no hay vuelta atrás. Un mal golpe te puede arruinar muchas horas de trabajo", apunta. También señala que la talla en piedra es más una cuestión de maña que de fuerza: "En la prehistoria movían y trabajaban piedras de tamaños increíbles y eso sin conocer los metales duros. Y lo hacían bien. Es una pena que ese conocimiento se haya perdido".
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