El libro Un barrio alrededor de sus escuelas, realizado por antiguos alumnos del centro, es una recopilación de experiencias y recuerdos de vecinos, profesores y personal del centro que ha vivido y crecido, tanto de niño como de adulto, por los pasillos de este edificio que el pasado septiembre cumplió los 40 años.

La iniciativa de festejar este aniversario con esta publicación surgió hace "año y medio", cuenta José Antonio Girona, coordinador del libro (así como exalumno, miembro de la apyma y del consejo escolar), por una serie de exalumnos que ahora son padres de chavales que estudian en el CEIP San Jorge.

El libro se divide en tres partes. En la primera, Francisco Javier Caspístegui, profesor de Historia de la UN y antiguo alumno de la escuela, repasa la trayectoria del barrio desde 1933 hasta 1972. "Cómo fue creciendo, las necesidades que se crearon y lo que motivó la construcción del colegio", explica Girona. Así como la descripción del ambiente y la situación social de San Jorge, caracterizado por ser un barrio de trabajadores y de destino de migraciones. En la segunda parte del volumen, se recogen entrevistas a antiguos profesores o directores como Luis Garín y Clemente Albizu, exalumnas, o a Tomás Ramón Díaz, portero de la escuela durante 34 años, hasta el pasado junio.

El colegio

Cantidad de alumnado, cambios y características del centro

Este curso, 597 alumnos se encuentran escolarizados en el CEIP San Jorge. En los inicios del colegio empezaron unos 86 chavales, que comenzaron "con la mitad del edificio aún en obras, obreros en los pasillos y olor a pintura por todas partes", describe el libro. El centro llegó a albergar a más de 1.400 alumnos y se desdobló en la nueva construcción que se llamó San Jorge 2. En la actualidad es el colegio público de modelo D del barrio, Sanduzelai Ikastetxe Publikoa, que funciona como tal e independientemente desde 1987.

El edificio ha cambiado desde sus comienzos. En la página de Facebook Colegio San Jorge Pamplona, creada por un antiguo alumno y cedida a los organizadores del aniversario (que también llevan el blog cpsanjorge40.blogspot.com.es), algunos que fueron estudiantes del centro comentan sobre las diferencias del patio, que en su día era de hormigón y arena "y te caías y te desollabas", recuerda Girona entre risas. Cambios que se han ido dando en todas las construcciones infantiles de un tiempo a esta parte. Otro caso concreto del CP San Jorge fue la retirada de unas calderas de gasoil, ubicadas en ese mismo lugar, el patio, debido a que en otro colegio ese sistema había producido un accidente. Sin embargo, ese patio, "tan cambiado", hoy es el de mayor tamaño de Navarra y sigue poseyendo un entorno privilegiado: la vera y vegetación de un río.

Asimismo, siempre ha formado parte de la esencia de esta escuela "el trabajo en red", explica Rosa Álvarez, directora del centro. Un padre o madre puede acudir al colegio con una necesidad, y éste le pondrá en contacto con la orientadora o con servicios sociales, que son quienes estudiarán la situación e intentarán bien paliarla o bien solucionar dicha necesidad. "Para educar a un niño es necesaria toda la tribu", subraya Girona, frase que repetía Juan José Aragón, antiguo director, y que se trata de un proverbio africano que es parte de la filosofía del centro.

un centro pionero

Con las 'aulas de estudio' o el préstamo de libros, y premiado

Otra de las características del colegio público San Jorge han sido las iniciativas educativas y sociales que luego han sido ejemplo para el departamento de Educación y el resto de centros escolares. Un modelo de este tipo fueron las llamadas aulas de estudio que surgieron en 2001/02 para alumnado que tenía más impedimentos a la hora de hacer tareas o que en su casa no disponía del apoyo que un niño necesita para estudiar. Estas aulas, con atención más personalizada para el alumno con mayores dificultades, se convirtieron en lo que hoy se conoce como grupos de PROA.

Asimismo, también fue pionero en la creación de un banco de libros escolares, en el que las familias podían disponer del material para un curso por unos 20 euros (que hoy día se ha visto perjudicado por la supuesta gratuidad de los libros interpuesta por el Gobierno, ya que la retirada de las ayudas para las familias para adquirir este material se han eliminado, y quien destinaba ese dinero para el material escolar -cuadernos, etc-, ya no puede).

De igual manera, otros programas educativos reconocidos han sido Juegolec (programa para el desarrollo lingüístico premiado en 2001 por el MEC, distribuido a todos los centros de Primaria e Infantil de Navarra por el Gobierno foral), Robotica en el aula (donde chavales de 6º de Primaria diseñaban, con un especialista de la UPNA, un pequeño robot), talleres de fotografía o sobre las TIC en el aula. En 2010, el Gobierno de Navarra entregó al centro un galardón reconociendo su trayectoria y su búsqueda de la equidad, la calidad y la cohesión social. En 2007 recibió el segundo premio Marta Mata a la calidad educativa, a nivel nacional.

Algo que se subraya en el centro es la errónea idea de "ser un colegio inclusivo", explica Girona, "es un colegio normal". La directora explica la abismal diferencia del barrio de hace 15 años -con las Casas de Múgica-, a la realidad de ahora. "Es un colegio de barrio, y los chavales son de aquí, del barrio", resume.

muchos años, más anécdotas

El simulacro de incendio de 1981, un hito recordado

A lo largo de las entrevistas que se han recopilado, que en voz de los coordinadores del libro "por desconocimiento o por dificultad para localizar" igual no son suficientes, se narran vivencias y anécdotas que, típicas de la vida de un centro que abarca personas de estas edades, marcaron el día a día en el colegio y la propia historia del barrio. El portero durante tantos años recuerda hechos como la desaparición de un niño que apareció escondido en un armario de una clase o un alumno que robaba el aluminio de las fachadas y en clase respondió al profesor que este material "servía para llevárselo". Un exprofesor, por su parte, rememora una excursión a Ujué en la que alguien se coló en la iglesia y rompió el órgano. El arreglo costó 49.000 pesetas al colegio, que sacó de un premio recibido.

Muchos, como Dionisio González, recuerdan el simulacro de incendio de 1981. "Llegaron los camiones de bomberos y surgió el primer imprevisto, no entraban por la puerta (...). El siguiente paso era evacuar a los alumnos y profesores del centro. Los que estábamos en el tercer piso teníamos que salir por las ventanas e introducirnos por unos tubos de lona (...) como en un tobogán (...), algunos pasaron tan deprisa que (...) se los tuvieron que llevar al hospital con esguinces y torceduras (...). Y como gran final, los bomberos echaron espuma en el frontón (...) para apagar el fuego imaginario. Toda la chavalería se lo pasó en grande bañándose en esa improvisada piscina de espuma".