v illamayor de Monjardín, villa de la Merindad de Estella, situada a 673 metros de altitud y de 140 habitantes, tiene el honor de ser la mejor atalaya panorámica de Navarra. Situación privilegiada, la de su castillo de San Esteban de Deyo sobre un perfecto cono montañoso a 900 metros de altura, para emborracharse de vuelo sobre inmensa geografía. Geografía que se despliega muy generosa a nuestros sentidos y nos deja disfrutar en un simple haz de mirada periscópica de centenares de kilómetros: de los Pirineos a la sierra riojana de Cameros; del colosal Moncayo al escarpado Aitzgorri guipuzcoano; desde la Higa de Monreal a Yoar; y, siguiendo una embriagadora línea, de Andía a Lóquiz, pasando por Urbasa. Y los vecinos y verticales estratos de Montejurra... Y todos los fértiles valles de Tierra Estella? Y, a través de formas, colores y olores, se distingue la frontera bioclimática septentrional mediterránea con las últimas vides, aunque lo prebardenero se muestre enseguida hacia el sur y sureste. También enseguida, al norte, nace el clima húmedo, donde los robles, hayas y pastos conquistan las alturas. En el cono montañoso, cascajo, tomillo y romero en el glacis sur y convivencia de encinos y robles al norte. Y lección de geografía humana reconociendo hasta 60 asentamientos poblados, 9 provincias y 8 parques eólicos que acotan el perímetro visual.
castillo Dibuja una espléndida postal cuando se accede a la villa desde la Autovía del Camino que se asemeja en su perfil y con sus tonos rojizos del atardecer a la Alhambra de Granada. Es que Monjardín, salvando distancias, es la pequeña Alhambra de Navarra, por su complejidad palaciega, por el color de su piedra y por ser el ojo que ve y vigila gran parte del reino. Y otra estampa más salvaje por la espesura del bosque desde Azketa y, sobre todo, bajando a Labeaga por el barranco de Ruizabala. El castillo corona a 900 metros de altura un cono montañoso, sumando elementos constructivos de distintas épocas y, a pie de torre, asemejándose a un barco. Y la tilde que ondea sobre esa torre homenaje, y que recuerda la nobleza e importancia del hito de un estado, es la bandera, aunque desgarrada por la fuerte acción del viento, del antiguo Reino de Navarra. Este recinto lo comenzaron a construir sobre su roca conglomerada los romanos hace dos milenios. Los árabes le dieron un carácter de fortificación hasta la época de los Banu Qasi. Desde 908, año que lo conquistó el rey Sancho Garcés I, pasó a ser por su situación estratégica, dotación y belleza, una de las principales fortalezas del reino, conociéndose con el nombre de San Esteban de Deyo.
Desde la conquista de Navarra en 1512 su propiedad pasó a manos de los sucesivos Condes de Lerín, aliados de los invasores, hecho que hoy se agradece porque fue el motivo político por lo que quedó intacto y no reducido a polvo. Tras siglos de vicisitudes, sufrió modificaciones como recinto militar durante las Guerras Carlistas. Hoy, conserva la mentada, preciosa y esbelta torre de planta cuadrada, buena parte de las murallas que rodean un recinto que tiene 60 metros de largo y más de 20 en su punto más ancho. En perfecto estado está un aljibe abovedado de época romana. En lo más alto se erige la Ermita de la Santa Cruz.
El misterio del castillo radica en dónde se encuentran los restos del rey Sancho Garcés I. El rey navarro mandó ser enterrado allí. A pesar de las distintas intervenciones arqueológicas y de mantenimiento de este y el anterior siglo, los restos del monarca todavía no han aparecido.
san salvador Un pequeño paraíso: el paraje de las Pilas de San Salvador, donde el agua y la piedra convierten el lugar en un microclima que invita a disfrutar de una singular naturaleza. Tiene un aska o pila de 20 metros de longitud y 200 años de antigüedad, fuentes y cascadas, lugar de encuentro con una colosal piedra de 4.000 kilos a modo de mesa? Todo ello fruto del trabajo en común del vecindario, que celebra allí su día el sábado más próximo al 25 de julio.
patrimonio Villamayor, paso y parada obligada del Camino de Santiago, merecería todo un tomo de catalogación; no solo por la cantidad y calidad de su patrimonio; también por la belleza que encierra la localidad, bien definida en el tiempo por un crecimiento natural y sostenible, por el amor que le muestran sus pobladores y por el ímprobo esfuerzo que realizan, incluso a través del don del birlibirloque económico. El trabajo y la satisfacción colectiva está bien representados por Eugenio Barbarin Luquin, alcalde, y por María Puy Goñi Ayúcar, presidenta de la Asociación de Amigos del Castillo.
La iglesia románica y protogótica de San Andrés Apóstol alberga la Cruz de Monjardín, una joya románica de plata de gran valor, belleza y con el misterio de si fue talismán del primer Garcés en la lucha contra el moro. Asimismo, otro reportaje pudiera titularse La villa de los aljibes, por albergar dos de gran valor patrimonial, el de época romana del castillo y otro, también muy bien restaurado y de fino y elegante estilo románico tardío, cercano al caserío. Y el busto escultórico de Sancho Garcés I alzando la vista hacia su castillo. Y el otro castillo desconocido...
Retos: recuperar el paso en la senda al castillo, colocación del monolito que distingue a las fortalezas que defendieron el reino y la iluminación del mismo. Las instituciones tendrían que seguir favoreciendo a localidades tan comprometidas con su patrimonio. Y que María Puy lo vea, lo disfrute y siga haciendo sonar la campana del castillo con tanto cariño como orgullo...